FORO 6 / del 7 al 13 de febrero de 1997 IMsten^ Los^pros”. Y existen.^ Los “contras”. Unos^ Aplauden. Otros^ Hacen berrinche. 9ue.~ Pues... Por la designación de mililares en puestos claves de la Procuraduría General de la República, como ocurre desde hace unos días en la delegación estatal en Baja California, que tiene su sede —no sabemos todavía si para bien o para mal— en Tijuana, d ando con ello nuevo impulso a las especulaciones sobre la mala fama de nuestra vilipendiada y malquerida ciudad. Pero... Eso lo discutimos después, ¿les parece? Vamos... Primero a comentar lo que —como era usual consignarlo en columnas y reportajes— “se dice en los corrillos políticos y policíacos” o también “entre los bebedores de café" (que somos muchos y que pareciera que no tenemos mejor quehacer), para que ent remos de golpe y porrazo en el tema que nos ocupa y preocupa harto. Los “pros”... Alegan que la presencia de elementos del Ejército Mexicano en esas posiciones, incluyendo el traslado de la comandancia de la Segunda Militar que hasta hace una semana estaba en El Ciprés y ahora se encuentra en el antiguo aeropuerto militar junto al Centro Urbano 70-76. es buena, necesaria y hasta tranquilizante. porque piensan que con los soldados nadie se va a poner a jugar a las “guerri-tas” y andar matando gente como si fuera Tijuana (¿solamente Tijuana?) un pueblo sin ley. Además... Argumentan en favor de los soldados que son incorruptibles, que han demostrado su lealtad a la patria y a las instituciones durante muchos años y que “con ellos nadie puede". Igualmente... Suponen que los militares, y puede que tengan razón en ésto, son los únicos que pueden parar en seco a los “narcos" que, para colmo de males, utilizan ahora — según publicó en días pasados el diario Reforma de la ciudad de México— a ex oficiales del Ejército Mexicano como “guaruras", al tiempo que se escudan en credenciales apócrifas de dicha institución gubernamental. Y, no me digan... Que no saben lo que quiere decir “apócrifas”, porque ni crean que se los voy a decir, así que: ¡búsquenle, hijos!. Ahora bién... Los “contras" -y no precisamente son nicaragüenses, para que no se alarmen— , alegan que la presencia de militares en la PGR en particular y en la ciudad de Tijuana en lo general, tiene muchas, muchísimas aristas — ¿aris... qué?—, o sea que tiene más filos que un sable ninja A- o que un machete cañero. Por ejemplo... Escuchamos algunas opiniones en el sentido de que, el incremento de tropas en una plaza pone en evidencia que las autoridades civiles ■—incluyendo gobiernos federal, estatal y municipal, representados por sus respectivos cuerpos policíacos, ¡hay par a todos!—, han sido, son y serán incapaces de contener la violencia y la delincuencia y, por lo tanto, se requiere “militarizar” la vigilancia urbana y, de paso, combatir a los traficantes de drogas que cada vez presumen más de su evidente impunidad . A la vez... Pudiera ser ésta una estrategia del Poder Ejecutivo Federal para conservar la fidelidad de los mandos superiores militares, dándoles oportunidades de participación en posiciones que otros gobemantes civilistas consideraron exclusivos para sus allega dos. ante la imposibilidad que tienen de acceder a puestos de elección popular por las reformas recientes a la Ley Federal Electoral, que exige una residencia prolongada que no pueden demostrar porque son cambiados de lugar con mucha frecuencia, además de la posible animadversión popular hacia la milicia que ha quedado demostrada con el rechazo a candidatos emanados de las filas castrenses, verbigracia el general Hermenegildo Cuenca Díaz (qepd) en Baja California, que con el apoyo del entonces presidente Luis Echeverría Alvarez (1970-76) “madrugó” en su “destape” pero no logró su sueño de ser electo gobernador de la entidad. También... Comentan los “contras", en el anonimato por razones obvias claro está, que una de las más graves “desventajas" que puede significar el hecho de que sean militares los que tengan bajo su control la vigilancia urbana y suburbana, amén de llevar a cabo los llamados “operativos", radica en el razonamiento lógico de que “nadie se atrevería a investigar a los oficiales del Ejército Mexicano fuera de ellos mismos", y “puede darse el caso que sin estar enterados del todo, los soldados sean utilizados pa ra arreglar pistas clandestinas y esperar naves que transportan drogas y a los propios capos de los cárteles que, vestidos con uniformes e insignias, ni siquiera se atreverían a cuestionar o revisar las maletas. ¡ Recórcholis ! No lo habíamos pensado, la “neta". ¡Ah!, pero... No es eso todo. Suponiendo... Sin conceder, como lo plantean en la “hipótesis" antes comentada, que en el cumplimiento de su deber llegaran agentes de la Policía Judicial Federal para investigar uno de los tantos "pitazos" que reciben y quisieran oponerse a que dichos “militares" hicieran de las suyas, se encontrarían frente a soldados leales a la patria y a sus superiores que, sin miramientos ni contemplaciones de ninguna especie, les harían retroceder a pura bala. Como ven... La situación está lo que se dice, bien peliaguda. Mejor... Seguimos con la posdata y... ¡tomando café!. P.D.- ¿Cuándo se decidirán el gobernador Héctor Terán Terán y su procurador José Luis Anaya Bautista a poner remedio a la “desprocuración de justicia" que asedia a ios bajacaljfornianos?. ¡A ver!...¿cuándo?