DE LA RELIGION. 359 Pero hay una diferencia notable entre las inteligencias que lo son puras, esto es, que ecsisten sin cuerpo, y los hombres que con las suyas encarceladas en la materia son el nudo que une al mundo visible con el espiritual. Aquellas, Dios y los ángeles, se entienden espiritualmente, esto es, se trasmi- : ten las ideas que quieren comunicarse por una especié de revelación ó palabra espiritual, que en vano trátariamos de esplicar áqriír éstos, los humanos, tienen que hablarse humanamente; esto es, haciendo qué éñcarraera sus ideas ó tomen cuerpo en el aire que modulan nuestros órganos para hablar. De otro modo, ¿cómo nos entenderíamos? y no entendiéndonos, ¿cómojpodriamos vivir unidos? ' No siendo posible esta union sin la encani'acíon del verbo ó pensamiento que concebimos, y debemos comunicarnos mutuamente, es claro que Dios no nos crió hombres, y que quería repararnos porla verdad su Verbo, debiadisponer la encarnación ele éste para que pudiese ser oido y entendido por nosotros. Su palabra divina nos era necesaria para entrar en sociedad con él; ¿y de qué nos hubiera servido esta palabra si .se nos hubiera presentado en su mismo ser espiritual? Tan de nada, que no tememos asegurar, que supuesta la reparación ó redención del linage humano, era necesario que el Verbo Hijo de Dios encarnase, como lo hizo. / Ved aquí la festividad de este dia que la. razón debe festejar igualmente que la fé, á causa de que él es el en qué tdma Carne él Hijo de Dios en el vientre virginal de una doncella, pata "dentro de poco empezar á darnos á conocer á Dios su Padre, su adorable voluntad y leyes, y á fundar la sociedad de amor que debe haber entre él y nosotros para nuestro eterno bien. La Iglesia nuestra madre le mira como uno de los mas grandes del mundo, y con justicia, porque es el exordio de nuestra redención. Mirémosle nosotros del mismo modo y meditemos las circunstancias que le hacen llamar dia de la Anunciación. ' Con efecto, dia de la Anunciación debe llamarse mas bien que de la Encarnacion, porque ésta nada tenia de nuevo sino el ser anunciada á los hombres y el que éstos pudiesen sacar todo el fruto que debian de la sangre del Cordero,' muerto desde el principio del mundo. Para Dios que ve presente y desde ab eterno todo lo que sucede en el tiempo,* era ya una cosa hecha, no tenia, pues, que hacerse sino para nosotros; y de ahí el que festejemos, como el principio de nuestra dicha, el momento en que se anunció al mundo, y sobre todo á María, que el Verbo Eterno iba á incorporarse en su seno con nuestra naturaleza para hacernos á la divinidad inteligible. María, pues, que debe ser el arca de esta alianza salvadora, es la primera que oye que va á verificarse; pero lo oye en unos términos qué deben llenarla á ella dé gozo y á nosotros de admiración. Nada mas propio al parecer en este negocio que Dios hubiera espresado su divina voluntad de un modo absoluto y decidido. Pero este Señor que dotó de libre albedrío á nuestra naturaleza, ni aun para lo que nos es bueno quiere violentarlo, y esa es la razon porque el ángel Gabriel que anunció á María la elección que se ha hecho de ella para Madre de Dios, lo hace como consultando su voluntad. La salutación que la hace, la confianza con que la anima, la seguridad que la da de que es agradable á los ojos del Altísimo, por fin la indicación con que la afirma que concebirá y parirá un hijo que será llamado Hijo dé Dios; preámbulos son todos de una consulta^ de una es-