Entrada triunfal del Príncipe Leopoldo de Baviera por las calles de la capital de Polonia. Las Mujeres y La Guerra - Observaría ustedes que la mujer empieza a ind'gnarse de la duración de la guerra. No le interesan los telegramas de los Cuarteles generales, ni los relatos de batallas, ni le que escribimos comentando el curso «lelas operaciones guerreras. 1.a mujer aparta la mirada de los periódicos, y no le interesa^oco ni mucho el avance de los alemanes ni la derrota de los risos. Quiere que termine la lucha. No se explica cónici dura tanto____Su irritación alcan.a ya a ios propios combatientes-— Si éstos son los sentimientos de las mujeres de los paises neutrales, ¿que jx-nsa-rán de la guerra las que sufren las consecuencias y los horrores de la lucí a en st s hogares?- Una mujer de talento se propuso recientemente hacer una tentativa en favor de la paz. La señora Adams, noitc-rmericana ella y amiga de. la tranquilidad—cosa muy de agradecer en una señora—, ha recorrido las principales capitales de Europa, visitando a los ministros cu las cancilierias y a los jefes de Estado en st-.s palacios. La señora Adams buscaba una fórmula salvadora para que las naciones beligerantes, deponiendo las ar mas, pactasen una paz duradera. Se había hecho la ilusión de creer que. con un poco de buena voluntad, sus esfuerzos verianse coronados por el éxito ya que. como afirma el adagio francés, "lo que la mujer quiere------, Dios lo quiere.” ; " -3S Pero la expedicionaria yanqui ha regresado a Nueva York descorazo nada y, lo que es muchísimo peor— sin dinero. Parece ser que los viajeci-tos por Europa, en las esculas circunstancias. cuestan un ojo de la cu ra_____Los cambios son deplorables no hay estación donde no salgan a desvalijar a los viajeros en nombre de la caridad sacrosanta, y el que tiene el corazón un poco sensible vuelve a su vasa con los bolsillos vacíos. Es te ha sido el resultado del penosoya-je emprendido por la señora Adamá... En cambio, eso sí. no ha sacado na da en limpio, y la guerra continua--. Lo que la habán dicho ál verla llegar a Nueva York-^— ¡ Parí ese vía je-----1 Sin embargo, la señora Adams, sin quitarse el polvo del camino, organt zó una conferencia “monstruo”, a la que concurrieron diez o doce mil personas, ansiosas de conocer el resultado de sus gestiones------- ¡Diez o doce mil almas nacía menos! Asombra ver lo que deben tener que hacer ahora las gentes en Nueva York. La señora Adams refirió sus entrevistas con Reyes, principes, ministros y diplomáticos: sus visitas a las redacciones de los grandes rotativos europeos; sus excursiones a las trincheras y los campos de batalla. . Ha hecho observaciones curiosas e inte- ‘ resantes, tan interesantes y curiosas , como las que ahora pueda haber hecho D. Melquíades Alvarez------ Según se desprende de lo dicho por • la señora Adams, los Gobiernos de la^ naciones en guerra desean ardien. temente -hgeer la paz-- Este es un ; punto en el que todos se hallan con- j formes—- Pero para convenir la paz existe una pequeña dificultad—, bastante grande______Imponen la condi I ción de que antes han de alcanzar la ■ victoria definitiva sobre el contra- i rio____Y en esto también parece que .