2 RHOKNKRACIOW. ACUSACION ■ ■«0 BEYES Que presento inte b Cxm&rx de Diputados el Club Liberal “Ponciano Arriaga/' Loe subscripto*, ciudadanos en ejercicio do sus derechos y miembros que integran el Club Liberal «Ponciano Arriagas ante la H. Cámara comparecemos á exigir la responsabilidad oficial en que ha incurrido el Gobernador de Nuevo León General Bernardo Reyes, por violación de las garantías quo consagra la Constitución General.. y por ataques á la libertad de sufragio. Fundamos nuestra formal acusación,en los artíbulos 103 de la Constitución 1® de la ley orgánica del 3 de Noviembre de 1870, y 3® de la ley reglamentaria de 6 de Junio de 1895. A-cusamos al C. Gobernador de Nuevo León por violación de las garantías consignadas en losarte. 6®, 7®, 9®, 916 0, 18o f 190 inciso final y 2 o. de huestro Código Político, y por ataques á la libertad del sufragio consumados en las personas de Ciudadanos Neolo-neses, que hacían pacíficos trabajos preparatorios para la elección de su candidato. Hace tiempo que el Gral. Bernardo Reyes viene siendo una amenaza para la tranquilidad pública y un asote para las libertades del pueblo. Sin ley que lo contenga y juguete de sus pasiones y ne sus odios, se deja arrastrar á hechos monstruosos que sin utilidad alguna para el sostenimiento de la paz, son por el contrario causa de perturbaciones y de alarmas que acarrean inmenso desprestigio para nuestra patria y para el pueblo, siempre ordenado y pacífico, que es objeto de «us ataques á la vez. quede sus calumnias. Para no señalar sino algunos ejemplos tomados al asar, recordamos que la ciudad de Lampazos dormía tranquilamente un viernes santo, el afio de 1901, cuando de improviso fué despertada por el estruendo de soldados y de gendarmes que atropellando hogares, arrancaban del seno de sus familias á inofensivos ciudadanos, sorprendidos de ser tan inmotivadamente aprehendidos y tan inhumanamente tratados. Momentos antee se hacía estallar un JUDAS en las proximidades de un cuartel, para dar al atentado un pretexto siquiera fuese así de vulgar y así de torpe. Por aquel entonces Reyes consideraba sus enemigos á los miembros del Club Liberal Lampaceo se, y ellos fueron loe únicos encarcelados como responsables de sedición? Un proceso i.regular y tortuoso los mantuvo en prisión durante largos meses, para declararse al fin que eran Inocentes y víctimas de un atropello. Pero la consternación que Reyes sembró en Lampazos y el encarcelamiento de los más caracterizados libe rales, le hizo conseguir lo que él pretendía: desembarazarse de sus enemigos y gozar do Impunidad para futuros desmanes. Satisfecho del buen resultado queen esta vez le produjo su audacia, mandó mas tarde á San Luis Potosí, un emisario de deplorable fama que indignamente ocupó un asiento en los escaños de ese H. Cuerpo, para que ayudado de sargentos disfrazado*—triste misión confiada á quienes solo debieran utilizarse en la defensa de las instituciones -y reforzado por la policía que un Gobernador obediente hasta el crimen, puso á su servicio, llevase á cabo el ya célebre asalto del 24 de Enero en que los miembros de un club, pacíficamente reunidos para dar una conferencia al pueblo estuvieron á punto de ser cobardemente asesinados al golpe de un puñal que la autoridad pública esgrimía en la sombra. Entonces también asaltaron los agentes de Reyes, entónese también á los asaltados se les llamó sediciosos, y entonces también el fallo de la justicia declaró la inocencia de los calumniados y exhibió la malicia del autor del complot. Tenía Reyes otros enemigos: los redactores de REGENERACION, semanario intrépido que había señalado con mano firme y antes que nadie, sus errores de gobernante y sua monstruo sidades de impulsivo. Contra ellos descargó Reyes sua Iras fraguando el absurdo proceso de todos conocido,en que, por satisfacer sus venganzas puso en ridículo á la jurisdicción militar, al ejército nacional y á sue representantes. Los redactores del «Hijo del Ahuizotes fueron calificados de tras-tomadores del orden porque atacaban una institución creada por Reyes: pero una vez más la autoridad judicial hizo la luz, amparó á los atropellados •.y puso al descubierto la maquinación del vengativo. Llevado por el único móvil que guí> todos sus actos: el odio, el odio pesio, nal y sin freno, fundó si periódico «La Protesta» con el propósito de -señalar como un grave elemento de desorden en la política del Oral. Díaz, al Ministro Limantour, al que creyó rival en su insensata aspiración á la Presidencia. De nuevo se vlóoon claridad que el perturbador era él, y él el peligro. De ahí que fué arrojado del Mi. nlsterio y presentado al país como el tipo del intrigante despechado. Y no relatamos hechos de menor re- ------ • i • o • 1 lleve como el asalto á los Guajardo en Monterrey, á quienes se les dispararon balazos para acusarlos después de haberlos disparado: ni menciona mos las inumerablee víctimas de la inquina de Reyes, porque en la memoria de todos están los nombres de los dignos militares á quienes deportó á Yucatán con el más fútil pretexto, y porque en la frontera palpitan todavía el terror y el sesentimlento por las persecusiones y crue’es Injusticias, por loa asesinatos políticos y heca-1 bombea sangrientas que durante dlecio cho años fueron el programa de su gobierno. Tanto episodio de muerte, tanto éxito para su audacia y tanta impunidad para sus crímenes, lo han alentado para dar el último escándalo, el más monstruoso, el más abominable, el más alarmante de todos. Sin respetar á nuestra sociedad culta, sin guardar miramientos á la honra de la Patria, sin salvar apariencias que los más cínicos tiranos procuran, sin inquietarse por provocar conflictos internacionales, sin otro impulso que la avalancha de odio que bulle en su conciencia, asaltó en la vía pública á una Manifestación de diez mil ciudadanos, los fusiló, los asesinó sin piedad, los diezmó sin perdonar niños ni mujeres y coronó su maldad con la calumnia de siempre: ellos fueron los sediciosos y él el guardián de la ley. Este atentado sin ejemplo que ha llenado de alarma á la Nación y mantiene horrorizado á un pueblo entero, requiere un inmediato castigo que sirva de vindicación á la justicia y de escarmiento á los delincuentes, porque las sociedades no pueden vivir amagadas y asesinadas por sus autoridades. HECHOS. 1.—La Gran Convención Electoral Neolonense, constituida con el objete, de preparar los trabajos anti-reelec* cionistas para Gobernador del Esta do, organizó en Monterrey el día 2 del corriente, una manifestación popular en conmemoración de la toma de Puebla por las fuerzas republicanas. Convocó al efecto á todas las clases sociales que acudieron en grandes masas; agrupándose por gremios bajo su respectivo estandarte. En esta forma se reunieren en la Alameda los citados, y después de discursos alusivos pronunciados por los Sres. Berazaluoe, Sosa, García, Quintanilla, Morales y de la Guerra, desfilaron con rumbo á la Plaza de Zaragoza, siendo saludados en todo su trayecto por verdaderas lluvias de confetti, serpentinas y flores ,que desde los balcones y azoteas les arrojaban las familias; prueba patente del unánime agrado oon que eran vistos loa trabajos del grupo y solemne demostración del entusiasmo popular que en esta forma no se había vuelto á manifestar desde que los Jefes Fronterizos, vencedores de los franceses, hicieron su entrada triunfal en la población, al regreso de Querétaro. La procesión continuó en el mée perfecto orden hasta desembocar en la Plaza Zaragoza, donde el Lio. Vicente B. Trevlfio debía pronunciar un discurso. Apenas comenzaban á Instalarse los grupos cuando la manifestación fue rota por la brusca Irrupción de gendarmes montados que se interpusieron entre los representantes de la Convención y el resto de la comitiva. Casi á la vez se oyó un disparo que como señal convenida arrojó un gendarme, y un instante después la muchedumbre era acribillada á balazos por nutrida descarga de fusilería que desde los balcones del Palacio Municipal y del Casino, hicieron soldados y gente armada que por orden de Reyes, hablan sido previamente emboscados. A los disparos dé las carabinas se mezclaban los de los revólvers que la policía d« á pié y de á caballo vaciaba sobre la multitud, h quema ropa. Se continuó haciendo fsego sobre masas humanas durante cinco minutos, sin verse otra cosa que nubes de humo, muertos esparcidos en la vía pública, heridos que se revolcaban en charcos de sangre, y fugitivos que buscaban la salvación corriendo espantados en todas direcciones. Cuando hubo cesado el fuego pudo verse que habían sido muertos Ernesto Galvan, Raymundo Reyna, una mujer, un nifio y dos gendarmes. El número de muertos asciende en estos momentos á doce. El número de heridos, que pasa de sesenta, no puede apreciarse á punte fijo, por haberse podido ocultar muchos de ellos, no obstante que la policía loe perseguía oon encarnizamiento hasta dentro de las casas cercanas en donde buscaban asilo. Se dló el caso de que un ciudadano americano de apellido Cohn fuera llevado á la cárcel por haber recogido áun herido á quien impartía en esos momentos los más urgentes auxilios. A un herido que trataba de incorporarse, se le acabó de matar á balazos. Abundan los detalles monstruosos que el curso de la averlgusclón sacará á luz 2. —En los momentos del asalto se practicaban arbitrarlas y numerosas aprehensiones que recayeron todas en los miembros de la Convención, en los Directores y Redactores de periódicos oposicionistas y en simpatizadores de la oposición. Entre las atentatorias aprehénsiones, descuella la del Magistrado Garza Cantú, que gozando de fuero, fué llevado por la policía, como todos, sin orden escrita judicial y sin respetar su fuero. El Sr. Garza Cantú fué desaforado sin ser oído, varios días después de su aprehensión. El Lie. Francisco E. Reyes, candidato de ls oposición, escapó de un complot del Gobierno, fraguado para asesinarlo, y no se consideró fuera de peligro sino viniéndose como otros perseguidos, á esta Capital. En la Penitenciaría, los presos que ascienden á ochenta y tantos, sin contar á los aprehendidos en los Municipios foráneos, sufren todo género de malos tratamientos y hasta se teme por su vida. 3. --Y para que no cupiese la menor duda sobre quién haya sido el autor del desorden, el mismo Gobierno de Nuevo León se encargó de proporcionarnos pruebas precisas de su culpabilidad. Como si de intento se hubiera que rldo revelar la predisposición que había en contra de loe manifestantes, se prohibió á las músicas municipales incorporarse á la comitiva, no obstante la reiterada invitación que se les hizo; se libró orden de aprehensión con tra los músicos particulares que los organizadores de la manifestación lograron contratar, y se les mostró esa orden en los momentos mismos de comenzar el desfile cuando todavía nadie podía prever el desenlace, se dieron de antemano, y como si la presciencia fuera uno de los dones de la autoridad, órdenes de aprehensión contra los desafectos al Gobierno, algunos de los cuales ni llegaron á asistir á la manifestación, como el Lio. Julio Galindo que estaba enfermo, de donde resultó que en el preciso instante de comenzar los balazos, la policía buscaba oon ahinco á las personas cuyos nombres constaban en *las listas de proscripción del Gobierno Después siguieron y han seguido librándose órdenes de aprehensión. Víctimas de tal atropello han sido hasta los enemigos de Reyes radica dos en los Municipios foráneos y que no tuvieron el menor participio en los sucesos ocurridos en Monterrey. Deseando cometer el agentado sin riesgo alguno y contar con la superioridad numérica, no sólo se prohibió la entrada á la poblsbción á ginetes de loe pueblos vecinos, invitados para formar una cabalgata, sino que se obligó á los Alcaldes á mandar un con. tingante de hombree armados, muchos délos cualee, quizá en vleta de la Infame consigna que se lee diera, prefirieron volveree á eue hogares aún á rleego de atraer cobre eí caetigoe y venganzas. A esto se agrega que fué público y notorio en la poblsición que se hizo gran acoplo de parque y o arable ae por parte del Gobierno, ha bléndoee visto depositar cajee enter sus de munlcionee y armamento en el Pa laclo Municipal. Treinta gendarmee, inspirados quizá en el míeme noble eentlmlento de aver-elón al delito que ee lee proponía, tuvieron el valor de preeentar dina antes eu renuncia la que no lee fué' admitida, encargándoeelee servicios secundarios. El Jefe de la Pel icía Morelos Zaragoza, suplicaba en la Convención la víspera de loe sucesos que no dispararan sobre él al día siguiente, sospechosa indicación que revelaba ya el plan premeditado contra loa manifestantes. Se le contestó que no se trataba de disparos en una manifestación pskcíflca, pero los manifestantes, por precaución, dirigieron en seguida al Ministro de Gobernación un telegrama en que expresaban eu temor de ser atacados al día siguiente por la fuerza pública, y pedían garantías. Ese telegrama llegó á eu destino hasta el dia 2, ya cuando la hecatombe había pasado. Hay que tomar también ee cuenta todas las persecusiones, atentados y encarcelamientos alelados de que ya con anterioridad habían sido víctimas los miembros de la oposición cont-a los cuales se fulminó una circular salvaje, digna de entrar en parangón con la de 3 de Octubre de Maximiliano, y en la que Reyes ordenaba á las autoridades subalternas que no se diera cuai tel á sus enemigos y se les vejara sin piedad, «delinquieran ó no». Todos estos hechos demuestran con evidencia la alevosía y pramedltención del Gobierno que con anticipación tomaba precauciones para el caso de resistencia y hacía prepsrativos para el burdo, pero feroz complot que llevo á cabo. HEREGIIO. 1—El Gobernador de Nuevo León, sin cuya orden ó. aqulesoeosla no pudo haberse urdido ni consumado el plan siniestro, es responsable de haber atentado al ssgrado derecho de reunión que ejercitaba un grupo de ciudadanos pacíficos bajo la salvaguardia del Art 9 o constitucional. 2. — El mismo funcionarlo violó el principio de libre manifestación de las ideas, consignado por el Art. fl® constitucional, al decretar la inmotivada aprehensión de los oradones é impedir á balazos que hablara el Sr. Lie, Trevlfio. 3. —-La garantía que otorga el Art. 7 o fué igualmente conculcada con motivo de la aprehensión de los Directores y Redactores de «Constitución,» «Redeneión> y «Justicia,» qne no tenían en su contra ningún proceso pendiente que autorizase su encarcelación. 4. —Al decretar aprehensiones arbitrarias, violó además los Arts. 16 y 18 constitucionales, pues no hubo causa legal, ni en muchos casos ordenes crlta, ni se trataba de un delito que ameritase pena corporal, y por último, la autoridad que practicó las aprehensiones no era la competente. 5. —Los asesinatos y lesiones que fueron el resultado dá la orden neroniana de fusilar al pueblo,hacen á Reyes responsable de la violación del Art. 16 que proscribe toda el ase de molestias ilegales, entre las cuales las heridas y la muerte son sin discusión las más graves. 6. —Esta serle de atentados; fusilamientos sin formación de causa, golpes, heridas, allanamientos de morada, prisiones arbitrarias, etc, etc, equivalen á una verdadera suspensión de garantías que se hizo efectiva sin concurrir ninguno de los requisitos de la Isy. En consecuencia hubo vio 1 ación del Art. 29 constitucional, pues ni estaba declarado el estado de sitio, ni jamás pueden suspenderse las garantías que aseguran la vida del hombre. 7. —Los maltratamientos y crueldades recibidos de que han sido objeto los presos políticos, ameritan una transgresión del Art. 19 de la Constitución en su parte final. 8. —Todos estos actos constituyen una serle de violaciones de garantías, que hacen reo al Gral. Bernardo Reyes del delito que prevé el Art. 1® de la Ley de Responsabilidades de Fun clonarlos Públicos, promulgada el 3 de Noviembre de 1870. 9. —Al disolver una manifestación organizada por una Convención Electoral, al aprehender á los principales miembros de ésta y hacer que los demás se viesen obligados á salir del Estado, al impedir que los manifestantes fuesen á hacer patente su simpatía al candidato por ellos propuesto, y al sembrar el pánico por último, entre todos loe que ee propusiesen ha cer trabajos antl-reeleoclonietas, atacó el Gral, Reyes la libertad del sufragio, garantizada por la Constitución Federal, é incurrió en la reepon sabllidad que pronuncia el mismo Art. de las citad as responsabilidades. No puede haber libertad de sufragio cuando se ahogan en su cuna loe trabajos de una Convención Electoral. Por todo lo expuesto, abrigamos la convicción de que esa H. Cámara, haciéndose intérprete de la Indignación nacional y para decoro de la Patria y del Gobierno mismo, sabrá imponer al culpable el castigo que marcan las leyes y exige la enormidad del crimen. En tal virtud, A la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión respetuosamente pedimos que teniendo por formulada la presente acusación, se sirva pasarla á la Sección Instructora que corresponda, á efecto de que, previos los trámites'de la ley, se sirva la Cámara declarar: 1^—Que el Grab Bernardo Reyes es culpable de loe delitos de que lo acusamos: 2.—Que ha lugar á proceder contra el mismo por loe delitos comunes de homicidio, lesiones y otros que aparecen ligados con loe oficiales deque hemos hecho mansión. Así lo pedimos apoyados en loe Arts. 9 y 10 de la Ley de 3 de Noviembre de 1870 y 32 de la Ley Reglamentarla de 6 d»Junio de 1896. Acompañamos algunos de los periódicos que se han ocupado del asunto para patentizar la alarma que el atentado ha producido y señalar desde luego fuentes para la averiguación. Designamos para que no representen en todo elcurso de la averiguación á los C C. Ing. Camilo Arriaga y Lie. Antonio Díaz Soto y Gama, Presidente y Vice-Presidente respectivamente del Club Liberal «Ponciano Arriaga,» quienes sefialan para recibir notificaciones el num. 7 de la Calle de Tacaba. (entresuelo.) Protestamos obrar por interés público y en ejercicio de la acción popular que nos concede el Art. 11 ue la Ley citada de 3 de Noviembre de 1870. México, 15 de Abril de mil novecien tos tres. Camilo Arriaga, Lio. Antonio Díaz Soto y Gama, Benjamín Mlllán. Juan Sarabia, Ricardo Flores Magón, Santiago de la Hoz, Federico Peres Fernández, Alfonso Cravloto, Rafael B. Vélez, Tomás Sarabia, Alfonso Arel-niega. Humberto M acias Valadez, Daniel Cabrera, Alfredo Ortega, Francisco Cosío, Librado Rivera, Marcos J. López, Miguel Bands, Felipe Torres, Gonzalo Morale?, Miguel Domínguez, H. Gómez, Fernando Hidal- go, Gabriel Péne Feffiáodss, flamue) Guerrero, Hermenegildo Zermefio, Y, C. Braoamooiei, Santiago R. de le Vega, Hosalío Bustamante, E, O. Go-chiooa, Juan Serrín, José M*> Gallardo, Manuel Montante, Heriberto C, Orozco, Cleofai Nava, Manuel Sarabia, Juan E. Villarreal, Laureano Mejía, Cayetano T. Quintanilla, Saturnino HI no jota, Modesto Delgado Lozano, F. Irigoyen, Joeé Eiplnoea, Pablo Aguilar, E. Zendejae, Arturo Ruiz, C. Padilla, Rzequlel Esoárcega, L. Vázquez, Carlos Eepinosa, Manuel Briones, Esteban Campos. Enrique Pérez, Joeé M»Ublarca, Elias M..A1-barrán, Francisco Pérez. Juan Auchon-do, E. A. Navarro, Manuel V. Ala-triste. Enrique López, Gilberto Moreno, José Pérez, Francisco P. García, Jesús García, Sabino Pola, M. Paredes (Jr,), Alfonso Meza, José Martínez, Miguel Escamilla, Javier Bece-rrll, Roberto Arroyo Carrillo, Manuel E. Medina, Alfonso Galindo, Salvador Silva. David S. Bravo, S Duque de Estrada, B. Mateos, Manuel Cornejo, Y. P. Morales, Q. Quiroga, Y. C. S. Enrique Tovar, Salvador S. Alcántara, Francisco 8. Arellano, Vicente Rivero, C. V. de Buesche, Demetrio Contreras, José Ríos, Juan López Méndez, J. Roasa, Juan Villanueva. Salomé León, A. Galindo, Fernando González, Celestino M. Chávez, T. Bobadilla. José G. Moreno, J. Sánchez, A. Yberia, Luis Novoa, Pablo Castillo, José Rincón, José Hernández, J. Ladrón de Guevara, Jesús de la Fuente, Julio Rosadas, R. Méndez, Roberto Rodarguez, Ygnaclo González, Jostquín Pina (Jr,), Roberto R. Ribera, Y. R- Campos, M. Moequena, Vanden Bussche; A. R. Gorte, Carlos Cedillo, V. Gama, M. Bolaños, M. González, Daniel Ramírez, A. Price, C. Quiroz, Pedra G. Cortés, Y. Alcán tara, A. Canalizo. Suplicamos a nuestros Agentes manden cubrir sus cuentas a la mayor brevedad. Igual suplica hacemos a nuestros subscriptores para que no sean borrados de nuestras listas. 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