tuertos y desfaciendo agravios, pero que su ejercicio exi-ge a aquel varón de virtud, que es viejo, no rico y que ha padecido dolores lumbares, el andar a salto de mata arrostrando todas las intemperies por los más horrorosos vericuetos, abandonando su hacienda y su familia, expuesto a ser aporreado, herido y aun muerto a cada instante, sin más medicina que el indigesto aceite de un alcázar, sin más amparo que mal rocín y peor lanza, sin más estímulo que el amor de una dama, casi no conocida y apenas vislumbrada entre la realidad y el ensueño; sin má/S anhelo que el de servir a los tristes y menesterosos, s® más esperanza de premio, después del inmortal del cielo, que el de una gloria en la tierra que no servía para contentar la vanidad, sino para estimular el esfuerzo y mantener templada y firme la buena intención. (2) Ese hombre coge su talismán y se echa por la tierra a sufrir pobrezas y ayunos, a ser apedreado por yan-güeses, insultado por zafios,engañado por sus mismos amigos, burlado por galeotes, perseguido por la justicia del rey, vencido por sus propios allegados, hecho hazme-reír de palurdos y de mujérzuelas, lástima de buenos y generosos, curiosidad de discretos y objeto de las engañifas de un escudero, en el fondo bueno y leal. ¿No es un santo ese hombre? y si no raya tan alto porque el escozor de la negra honrrilla no se aviene con la santidad íntegra y pura que la Iglesia presenta por modelo y los fieles veneran en los altares, ¿no es un cabal hombre de bien, según el espíritu y las miras del cristianismo? i Pues tal fue Don Quijote. Crevó que la revelación del gran destino eran los libros de caballería, mentirosos e insensatos, creyó que el instrumento que lo haría poderoso a realizar mil hazañas y con ellas mil bienes, eran una lanza mohosa, una celada de cartón y un rocín flaco, pero su fin no podia ser más noble, su abnegación más valiente y más cristiano en todo y por todo su proceder. Conozco tres locos en la literatura y en la historia, que quieren violentar la sociedad y la naturaleza y transformar el mundo amoldándolo a su albedrío y a sus ensueños. El uno es nuestro manchego, el otro es Fausto, la gran creación de Goethe, el tercero representa una clase entera y su nombre colectivo es Socialismo. • Fausto se halla viejo, pero ardiendo en pasión, lamenta la pérdida de los bienes de la tierra y no descubre la inmortalidad delante. Su anhelo es volver a la juventud para gozar de nuevo y más todavía y lo consigue por medio de la magia, logrando que el demonio lo transforme y entregue a sus pasiones una doncella sencilla y delicada. Fausto tuvo el ideal del placer, tenía en la mano un instrumento extraterrestre y lo empleó en seducción diabólica. ¿Qué es el socialismo? Sueña en una igualdad imposible y, al hacerlo se rebela contra Dios que nos creó por naturaleza desiguales. Busca un medio, excitar las pasiones de los desheredados contra los felices de la tierra, Tropieza contra la propiedad, la borra; contra la religión, la persigue; contra la familia, la disuelve. El caballero español, mucho más noble, como que era cristiano, cree que con sacrificio de sí mismo, puede cumplir con toda justicia en la tierra y va a derramar su sangre por la justicia. -1 Fausto, el Socialismo y Don Quijote, son tres locos que no pueden realizar su ideal en el mundo; pero el primero representa el egoísmo y la voluptuosidad, el segundo la rebelión contra lo divino y lo humano; sólo el tercero, sin subvertir nada de lo hecho por Dios, y por la naturaleza, va a defender aK^débil contra el fuerte, a filo de espada y a punta de lanza, y dice lo que expresó después en fórmula admirable, el primer orador sagrado de Francia en el pasado siglo: LA RELIGION ES LA PALABRA DE DIOS, LA GUERRA ES *SU BRAZO. (3) El afán -de Fausto, es el hombre rebelado contra Dios; el del socialismo, es la rebelión de la sociedad contra su autor, sólo el sueño de Don Quijote es un sueño cris-tiano y por eso el poema de Cervantes es reflejo del Cristianismo en la literatura de Castilla. Y ¡cómo resalta en la muerte del gran manchego una especialidad de la religión de nuestros padres, que solo bastaría para ponerla muy por encima de cualquiera otra! Si Fausto se desengaña, como tiene que suceder al que la magia practique, a no inventar Goethe un perdón sin arrepentimiento, ¿qué le queda? Desesperación, es'de-cir locura o suicidio. Si el Socialismo se desengaña ,1o que tendrá que sucederle porque niveladas todas las fortunas, los hombres serán más desgraciados que antes ¿qué le queda? El suicidio colectivo que soñó el loco alemán Hartmann o la vuelta humilde al régimen odiado. A Don Quijote cuerdo, después de haber sido rematadamente loco ¿qué le queda? Su ideal íntegro, su sueño de saciar el hambre y sed de justicia, próximo a convertirse en realidad eterna, porque va a satisfacer su noble anhelo sin medida y sin término, en la fuente de Ja justicia infinita. No quiero meterme a averiguar si Cervantes, se propuso explicitamente lo que voy a decir, pero no encuentro mejor coronamiento y remate de su libro, de su plan, de su viva y pintoresca historia, que el retorno a la razón del pobre loco, razón perdida sólo para que apareciera más grande. Ya en los umbrales de la muerte, Don Quijote recobra el juicio y lo primero que hace es exclamar con grandes voces: BENDITO SEA DIOS QUE TANTO BIEN ME HA HECHO! EN FIN SUS MISERICORDIAS NO TIENEN LIMITE, NI LAS ABREVIAN NI IMPIDEN LOS PECADOS DE LOS HOMBRES! Esto equivale a decir: busqué la justicia loco y por loco no la encontré, pero la busco cuerdo y la encontré tanta y tan sin término, que mi alma no llegará a hartarse jamás." Si el cristianismo fuera un error, no habría verdad que lo igualara, porque perdido todo, todo, la juventud, la riqueza, la esperanza de realizar ensueños, la gloria humana, la tierra, la familia, nos deja a Dios en el cielo y y la conciencia en el alma y, como decía Santa Teresa, llena de regocijo una vez que después de mil fatigas, no pudo obtener para sus fundaciories más que un ducado: “una moneda y yp valemos muy poco, pero yo, un ducado y DIOS, somos todo”! Esto explica perfectamente en mi concepto, por que siendo Don Quijote para muchos profundamente- triste, para Cervantes no lo era. (4) Heine, leyendo muy joven la traducción alemana de Tieck, se echó a llorar por causa de la locura del héroe manchego, pensando que la creación que inspira sueños tan hermosos, no da la manera de realizarlos. Y Heine no es más que el símbolo de la incredulidad o la duda. El lector vulgar ve lo cómico de los contrastes y ya es mucho; el que piensa y no cree, penetra más y descubre el desorden angustioso de la naturaleza; el pensador cristiano, como el mismo Cervantes, se burla de nuestros vanos intentos para reformar las cosas que Dios puso fuera de nuestro dominio, y ante esa impotencia permanece tranquilo y aun alegre, porque sabe que lo que no se puede en la tierra, se conquista en la inmortalidad. Cervantes vió su libertad perdida, por causa de moros y cristianos, desconocido su genio en la patria, sus afanes sin protección, su bolsa sin dinero, su misma honra manchada o discutida injustamente y sin embargo, vivió siempre alegre o resignado, empapando su pluma en re-