DE LA REÍLlGION.	21
por escelencia, en la redención del género húmano. sobresale y Se nota sin dificultad. Lo humano en él Salvador se deja véfjárífes cpie lo divino, y treinta años de vida privada le preparan, si puede haliKifSe así del,que es la sabiduría por esencia, á los tres en que ha dé enseñar ja Verdad al mundo. Siempre, poderoso, é igualmente dueño de la.naturaleza siempre ,tiéne este poder en inacción, digámoslo ¿sí, hasta que la ocasión, oportüna se presenta <je empezar á asombrar al mundo con prodigios, para que éstos sirvan deere-dencial al Evangelio. Esta ocasión la dieron las bodas que en aquel tiempo se^ hicieron en Cana de Galilea. Las bodas.... estas bodas dé que los marii-qüéos debían de blasfemar en un tiempo como malas, y los filósofos habia.n de profanar en el nuestro con sus doctrinas queriendo hacer de ellas un contrato pasagero y disoluble; estas bodas, fundamento de la sociedad y origen de las virtudes sociales todas, debian ser santificadas por la presencia del que venia á reparar.todos los desórdenes mundanos;, y bien fuese por amistad, bien por parentesco ó por otra causa, la Madre de Jesus se hallaba en estas bodas, y el Salvador con sus discípulos fue también llamado á ellas. Ya el Señor sin duda habia empezado su predicación pues que ya tenia discípulos, pero no habría pasado de un ensayo, pues aun se hallaba en su patria y al lado de su Madre; pero de cualquier modo, su Providencia dispuso que estas bodas se celebrasen, y qué se llamase S ellas para que empezando á bri-lláf su póder desapareciese el estado oscuro en qué .hasta entonces habia vivido, y empezasen á conocerlo Dios los que hasta éntorices.no le habían mirado mas que como hombre.
De esta misma Providencia vino, pues,, con el mismo objeto el que se acabase, como se acabó el vino, lo cual deberla ser sin duda una falta vergonzosa para los anphitrionés del convite, pues escitó la compasión de la Madre piadosa del Salvador, en términos de decir á éste, ¡vino no tienen! ■ Conocía la Señora la ostensión del poder y de la piedad de su Hijo, y llena de confianza en una y otro, al par que de conmiseración para con los que la habían convidado, les suplica que los socorra remediando aquella falta, pues una súplica y biéh énérgica son las palabras de María: / Vino no..tienen! El Señor lo entendió asi, y de ahí el responderla con aquella aparente dureza: ¡Qué me importa eso a mí, ni a tí, ó muger,! ¡Aun no ha venido mi hora! Dos veces leemos que el Salvador, maestro de piedad filial, haya llamado á su Madre con el nombre dé muger, una en esta ocasión y otra en la cruz estando para consumar su misión; y esto nos autoriza para creer con San Agustin, que la hora de la total maniféstácibn gloriosa del Salvador debia ser la en que apurase hasta las heces el cáliz de la tribulación y de las humillaciones; y siendo esto así, no es de estranar hablase con alguna sequedad á su Madre cuando le pedia que obrase como Dios y 0tí gloria; cuando debia, según los designios de su sabiduría, obrar y padecer como hombre. ¡Qué nos importa á tí ni á mí que les falte vino! Otros traducen este pasage dé otro modo; pero de todas las traducciones posibles, el sentido es, que el Salvador, como que quiere rehusarse á la petición de María, y la causa que parece, dar para ello es que aun no ha llegado su hora.	.... •- :
Con todo, María, que mejor que criatura alguna conoce el corazón de Je-,süs y sabe interpretar sus palabras, no.se desanima jpor eso, sino qye llaman-d-o antes bien a los ministros que servían á la mesa des dice: Haced todo lo que os dijere. Sabia ella, pues, que habia de obrar el milagro, como en efec-