EL PURGATORIO Y LOS SUFRAGIOS 5 rogasen por los muertos, práctica que, con su conocimiento, prevalecía entre el pueblo? Nunca. Por el contrario El y los Apóstoles insinuaron en más de una ocasión la doctrina del Purgatorio. Nuestro .Salvador dice: “Asimismo a cualquiera que hablase contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a quien hablase contra el Espíritu Santo, no se le perdonará, ni en esta vida ni en la otra.” (S. Mat. XII, 32). Cuando el Salvador declara que un pecado contra el Espíritu Santo no será perdonado en la otra vida, nos deja inferir evidentemente que hay algunos que lo serán. Ahora bien, en la otra vida, los pecados no pueden ser perdonados en el cielo, porque nada manchado puede entrar en él; y ni tampoco pueden ser perdonados en el infierno, porque en el infierno no hay redención; por lo tanto, son perdonados en un estado intermediario que llamamos Purgatorio. San Pablo nos dice que “sepa que la obra de cada uno ha de manifestarse. Por cuanto el día del Señor la descubrirá, como quiera que se ha de manifestar por medio del fuego; y el fuego mostrará cuál sea la obra de cada uno.” “Si la obra de uno sobrepuesta subsistiere sim. quemarse, recibirá la paga.” “Si la obra de otro se quemare, será suyo el daño; no obstante, él no dejará de salvarse, si bien como quien pasa por el fuego.” (I Cor. III, 13, 15). Su alma se salvará al fin, pero sufrirá, por duración temporal, en las llamas purificantes del Purgatorio. Esta interpretación no es mía: es la voz unánime de los Padres de la Cristiandad. ¿Y quiénes son los que han removido las venerables señales de la fe cristiana rechazando la doctrina del Purgatorio? Son clérigos decontentadizos, no bien avenidos con el freno religioso, hombres que aparecieron en la escena mil seiscientos años después de fundado el cristianismo. Juzga, lector, si debes seguirlos. Si necesitases saber el verdadero sentido de un punto constitucional de vital importancia, en los EE. UU., no seguirías la decisión de un Story, de un Jéfferson, de un Marshall, de un Taney, juristas y hombres de Estado que fueron los expositores de la Constitución? No preferirías su opinión a la de los demagogos políticos, que no tienen instrucción alguna, ni autoridad, ni historia, en que pueda apoyarse, sino miras egoístas y algo más? La misma razón que existe, para rechazar la opinión de un políti-. co ignorante y seguir la de juristas eminentes, en asuntos constitucionales, debe impeler a hacer a un lado las nove-