5 de Octubre», 1924. REVISTA CATOLICA 669 que se celebra en este país. Se ha querido que la nación El Congreso misional instalado el quince de agosto, vea y palpe el fruto de la misión civilizadora y de ense- terminó el veinticuatro del mismo mes con una solemne fianza y propaganda de la doctrina católica, misión encomendada a santos y abnegados sacerdotes que al mismo tiempo que abren las inteligencias bárbaras a la luz de la fe, convierten el yermo en población o ciudad y hace del salvaje ciudadano y hombre de Cristo. Dicho Congreso ha sido una verdadera revelación que conforta el patriotismo y que entusiasma hasta los indiferentes. La labor lenta pero constante, abnegada y paciente de los misioneros que desde hace años se han internado en salvajes y lejanas comarcas ha dado ya resultados sorprendentes y frutos de bendición. Si por el aspecto político e internacional los misioneros son en Colombia las avanzadas de la soberanía nacional que vigilan sus fronteras y que enseñan a cultivar sus lejanos territorios, por el aspecto social y religioso la labor misional está aumentando día por día los hijos de la Iglesia y los hijos de Colombia, conscientes de sus deberes y de sus derechos. La misión del Magdalena encomendada a los jesuítas, bajo la dirección del Padre Daniel Ramos, a quienes todos veneran por su santidad y saber, la de Urabá a los maristas, la de Casanare a los candelarios, las de la Goagira, Caquetá y Putumayo a los capuchinos y la de los Llanos a los eudistas, constituyen una obra de civilización verdaderamente gigantesca, que demuestra cómo sólo la Iglesia Católica produce ejemplares capaces de labores tan arduas, como arriesgadas y difíciles. ¡Cuántos misioneros muertos en medio de la pampa inmensa, cuántos ahogados al atravesar impetuosos e indomables ríos, verdaderos mares interiores, cuántos agobiados por mortíferos climas en medio de la selva virgen! Plena demostración es esto de que el espíritu de la Iglesia no cambia y que perennemente está dando muestras de heroicas virtudes que sólo en el seno de ella pueden producirse. El pastor protestante más atrevido y audaz se aterraría de poner los pies, aun de visita, en una cualquiera de las regiones donde se internan los misioneros, quienes no reciben ningún lucro ni estipendio por sus trascendentales labores. Exposición misional. El Congreso misional se inauguró con una grandiosa exposición, verificada en el nuevo edificio del Hospital de San Juan de Dios, que aún no está dado al servicio, y que es una hermosa fábrica que hace honor a la capital. El limo. Sr. Nuncio Apostólico dijo la misa en una bella capilla preparada para el efecto en el Hospital, capilla en cuya parte interior se hallaba un grande y valioso altar de plata repujada, y cuyos muros estaban adornados por cuadros de célebres pintores, enmarcados en caoba, perla, concha y plata. Después de la Misa, y ante una inmensa concurrencia presidida por los Arzobispos y Obispos, por el Presidente de la República, los miembros del Congreso y las demás autoridades civiles residentes en la capital, se inauguró la exposición con sendos discursos pronunciados por el limo. Arzobispo Coadjutor de Bogotá, y por el doctor Emilio Ferrero. La exposición está constituida por dos secciones: en la una se exhiben las labores y objetos indígenas de cada misión y en la otra se presentan preciosos y elegantes objetos destinados a las misiones*, allí se ven custodias, cálices, sagrarios y especialmente lujosos ornamentos, trabajados por las comunidades religiosas de mujeres y por lo más selecto y distinguido de las señoras de la capital . La exhibición ha constituido un verdadero certamen de fe, de piedad y de arte. procesión y en cada uno de los días de aquel se han celebrado importantes, bellos e instructivos actos. Descuellan entre todos, tres hermosos discursos: el del doctor Guillermo Valencia, Senador de la República y el primer poeta del país, pronunciado en el Teatro haenza; el del doctor José Joaquín Casas, Primer Designado para ejercer el Poder Ejecutivo, pronunciado en el Salón de Grados y en el mismo lugar el de Don An- * tonio Gómez Restrepo, gran prosista y literato, y Secretario del Ministro de Relaciones Exteriores. Hé ahí una prueba de cómo los más prominentes colombianos, en todo orden de cosas, son verdaderos y fervientes católicos. La gran procesión eucarística. Como finalización del Congreso y como homenaje a Jesucristo, se verificó la grandiosa procesión, que tuvo lugar el 24 de agosto, y que constituyó una manifestación católica admirable. Aunque la lluvia vino a perturbar, no por eso se interrumpió el desfile ordenado, y era de ver cómo los colegios, las señoras, las altas autoridades marchaban imperturbables en medio del chubasco. El desfile duró tres horas y a él concurrió lo más granado y distinguido de la ciudad. Rompía la marcha una banda de trompetas, a la cual seguían los colegios, cofradías y asociaciones tanto de hombres como de mujeres; en seguida venían los altos Poderes civiles, Corte Suprema, Consejo de Estado, Iribunal Superior, luego los estandartes llevados por el Alcalde de la ciudad, por el Gobernador del Departamento y por el Ministro de Gobierno; luego los miembros del Congreso, en seguida los Sres. Arzobispos y Obispos, revestidos de capa magna, los Vicarios y Prefectos Apostólicos y el SANTISIMO SACRAMENTO, llevado, bajo rico palio, por el señor Nuncio Apostólico y después el Sr. Presidente de la República, acompañado de los Ministros del Despacho y de sus Edecanes de Honor; la Escuela Militar y sus jefes y oficiales en uniforme de parada hacían guardia de honor al Santísimo Sacramento; cerraba el desfile el Ejército y la Policía. La procesión recorrió un largo trayecto, y las calles por donde pasó estaban lujosa y artísticamente adornadas, sobresaliendo el gran templete, elevado en una de las mejores plazas de la capital y donde se colocó, por algún rato, el Santísimo y se cantaron hermosos himnos. Al llegar la procesión a su término, en la Plaza de Bolívar, y después de cantar un himno, por más de mil voces, el Sr. Nuncio, dió a toda la concurrencia y a la ciudad la bendición solemne con el Santísimo, lo cual constituyó un acto verdaderamente emocionante. Por la mañana de ese día, se verificó la comunión general en el Parque de la Independencia, donde todos los x Arzobispos y Obispos, dijeron a un mismo tiempo sendas misas campales, y donde recibieron la sagrada comunión más de cinco mil personas, entre ellas los niños que por primera vez recibían en sus pechos a Jesús-Hostia. Los I relados, los católicos y las autoridades han quedado muy satisfechos tanto de los resultados del Conga eso Misional, como de la gran procesión donde reinaron el recogimiento, la piedad y la fe. He aquí cómo en los países donde dominan gobiernos que realmente pueden llamarse civilizados, los derechos religiosos del pueblo son acatados y la misión sublime de la Iglesia se desarrolla con toda libertad y con el beneplácito general. - ' Bogotá, agosto 25 de 1924. Liborio Escallón.