Lección VI. HERALDOS DEL REY Agosto 5 de 1928. BOSQUEJO DE LA LECCION En una ciudad llamada Listra, Pablo y Bernabé predicaban el evangelio, y un hombre cojo desde su nacimiento, que no podía andar oía a Pablo con mucha atención, por esto vio el apóstol que tenía fe para ser sano y, viéndolo, 1c ordenó:—Levántate derecho sobre tus pies. Y el hombre se levató y saltaba. Cuando las gentes vieron este milagro hecho por Pablo levantaron la voz diciendo en su propio idioma: —Dioses en forma de hombres han descendido a nosotros. Ven gamos a adorarlos. Y se apresuraron a llevarlos cios, como a sus dioses. *' í W' Rí entró en la ciudad. Al día ciudad. al templo a fin de ofrecerles sacrifi- Ellos se sentían muy contrariados y tristes y Pablo les dijo muy claro que ni él ni Bernabé eran dioses (les de Listra decían que Bernabé era Júpiter y Pablo Mercurio) sino hombres como ellos que les enseñaban un buen camino para ser salvos. Apenas pudieron convencer a la multitud de que no recibiesen honores de dioses. En ese mismo día había allí algunos judíos enemigos de los misioneros quienes aconsejaron a la multitud a que los echaran fuera de la ciudad y Pablo fué apedreado hasta que lo dejaron como muerto, sacándolo fuera de la ciudad. Los discípulos lo rodeaban seguramente muy tristes por esta bárbara persecución y Pablo volvió en sí y siguiente salieron él y Bernabé a otra Esta lección es muy bonita ¿no te parece? Hay mucho que contar de ella. Pablo y Bernabé tuvieron que enseñar a aquellas gentes una lección muy importante: que sólo a Dios debemos adorar. ¿No sabes tú que hay hombres que pretenden y aún exigen que se les adoren como a dioses? Pues si los hay y caen en una grave falta porque sólo a Dios debemos adorar y no puede El ser sustituido ni por personas, ni santos, ni imágenes, ni medallas, ni reliquias. El está en el cielo y nos escucha siempre que oremos con verdadera fe. Ningún hombre ni el más perfecto que encontremos, merece que se le adore como a Dios porque El es puro, santo, bueno, misericordioso y eterno. No te inclines nunca delante de los ídolos que es gran pecado. No adores a nadie que no sea tu Dios, el Dios único que nos creó, que hizo todo lo que nos rodea, el que envió a Cristo al mundo.