El Faro Dominical 21 eran acompañantes del esposo y debían andar alegres, porque todo aquello era un acto de alegría. Hasta el Talmud, un libro de las interpretaciones de la ley de Dios, que los judíos procuraban observar escrupulosamente, concedía a los que acompañaban a un desposado varios privilegios que las demás gentes no tenían. Hasta se les dispensaba no sólo del ayuno, sino de las oraciones también durante las festividades nupciales. Cristo Jesús compara a sus discípulos con los que estaban de bodas. Cristo mismo era el esposo de su iglesia que iba a formar. Eran tiempos de alegría para sus discípulos, y si el Talmud de los judíos dispensaba a los que estaban de bodas hasta de las oraciones, ¿por qué sus discípulos no habrían de ser dispensados del ayuno? Cuando Cristo les fuera quitado y vinieran los días de prueba y oscuridad, entonces tendrían oportunidad de observar estos ritos de tristeza. El Paño Nuevo y el Vino Nuevo. Toda aquella serie de reglas en cuanto a comidas, bebidas, ayunos, nuevas lunas y sábados, era solamente sombras de lo que estaba por venir. Eran vestidos viejos. Eran odres viejos. Por otra parte, la nueva doctrina de nuestro Señor Jesucristo, el gran plan de Dios que ahora era introducido en el mundo para la salvación de los pecadores, que jamás podían ser justificados por las obras de la ley, son como un paño nuevo comparado con el vestido viejo de la ley; como vino nuevo comparado con los odres viejos de la antigua ley. Era imposible que se pretendiera establecer el evangelio como un parche pegado a la antigua ley, no habría sido sino para sembrar confusion. Muchas gentes pretenden en nuestros días poner como parches de la antigua ley sobre el evangelio, y no logran otra cosa que sembrar la confusión entre ellos mismos. Eicrúpulos Faritíico». Esta otra parte de nuestra lección nos dice que iba Cristo Jesús cori sus discípulos pasando por entre los sem-br'.dos en sábado, y que los discípulos cogían espigas y, sin duda restregándolas entre sus manos, extraían el grano y se lo comían a medida que andaban. Entonces los fariseos, que tenían todo un catálogo interminable de reglas para la guarda del sábado, decidieron que ya los discípulos estaban contraviniendo estas reglas y así se lo indicaron al Señor, con la esperanza, sin duda, de que él pusiera remedio a tan grande mal. Pero la grandeza del mal estaba solamente en la cabeza de los fariseos. Jesús no vió así las cosas y les llamo la atención a una vez cuando huyendo de Saúl, David entró al tabernáculo de Jehová en Noli y, convenciendo al sacerdote de su imperiosa necesidad, tomó los panes de la proposición, que solamente los sacerdotes podían comer, y de ellos les participó a los que con el andaban. Tal vez haya sido esto un quebrantamiento del sábado, pero nuestro Señor se los presenta a los fariseos como un ejemplo en que se hace a un lado la ley ceremonial, cuando se tienen buenas y justas razones para el.o. El Sábado Fué Hecho por Causa del Hombre. Dios desde el principio le dió señorío al hombre sobre todas las cosas creadas. El sábado es una creatura de Dios, porque él lo creó cuando determino la duración de los días. Pero todas estas cosas las hizo Dios como una preparación para la creación del ser inteligente que iba a formar a su imagen y conforme a su semejanza. Hizo tales cosas para que el hombre se sirviera de ellas y el sábado fué una de estas cosas o creaciones de Dios para beneficio del hombre. Dios hizo el sábado porque iba a hacer al hombre, pero en ninguna manera hizo al hombre por razón de que iba a hacer el sabado. El sábado es para que el hombre se sirva de él, y no el hombre para servicio del sábado. Jesús, Señor del Sábado. Dice la Escritura que por él, por Cristo todas las cosas fueron hechas. I-ue-go el sábado debió ser también hecho por él. Si asi es esto, es cosa casi ridicula querer someter el Creador a la criatura. O de otro modo, pretender que la creatura sea mayor que el Crea-dor. Si Cristo Jesús es creador del sábado, debe también ser su Señor. Y por eso dice muy bien al contestar a los fariseos diciéndoles que el Hijo del hombre es también Señor del sábado. Quiera Dios que comprendamos bien esto, y que jamás olvidemos que Cristo Jesús es supremo sobre todas las cosas, sobre todo nombre que se nombra.