DOCTRINAS METODISTAS IV. EL PECADO Y LA REDENCION Por MIGUEL NARRO La REDENCION es el glorioso tema del Santo Libro de Dios. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis vemos desplegarse el amor redentor, manifestándose primero en tipos y en promesas y culminando en la muerte gloriosa de nuestro Divino Redentor y en la restauración y glorificación de su pueblo en la gloria venidera. "Por redención se entiende la restitución del hombre del estado de pecado y de muerte, por la obediencia y el sacrificio de Jesucristo, quien por esto se llama Redentor". La redención presupone un estado de servidumbre en que el hombre se encontraba, sin poder llegar al estado feliz a que había sido llamado. Consideremos, pues, en primer término la cuestión del pecado. 1. La Caída del Hombre. El Omnipotente creó al hombre a su imagen y semejanza "en justicia y santidad verdadera". No fueron nuestros primeros padres producto de evolución de animales inferiores o superiores, sino que fueron como nos revela terminantemente la Sagrada Escritura, una obra directa de Dios, quien e^9r-ció directamente su poder creador al formar al primer hombre del polvo de la tierra e inspirar en el el soplo de vida. Ahora bien, nuestros primeros padres, aunque creados santos eran susceptibles de caer. Fueron puestos en un estado de probación. Véase la Relación de Genesis, cap. III). "En este estado, dice Dodge, los sujeta a una prueba moral por un tiempo. Si resisten la prueba, la recompensa es que sus caracteres morales son confirmados y hechos infalibles, y son introducidos en una bienaventuranza inalienable para siempre. Si fracasan, son excluidos judicialmente del favor y ^comunión de Dios para siempre..." Fueron sujetos a una prueba muy sencilla, a abstenerse de comer de un árbol determinado que estaba en medio del huerto. En esta vivida y verdadera relación, vemos como la Serpiente antigua se acercó a conversar con Eva, hasta lograr que ella desobedeciera el mandato expreso de Dios, lo que también hizo después Adán. La magnitud de este pecado puede verse en las siguientes consideraciones que hace Benjamín Field: "El pecado implicaba la infracción de toda la ley moral —la ley de amor bajo la cual fueron colocados nuestros primeros padres. Había incredulidad—un principio que hace mentirosos a Dios —un traspaso d e confianza e n Dios a un espíritu maligno y apóstata. Había ingratitud y descontento con la rica provisión que Dios había hecho para su felicidad; había orgullo, un deseo de elevación por medios ilícitos; había voluntad propia e insubordinación para con Dios; y había enajenación del corazón, engendrada por recibir las calumnias que el tentador arrojó sobre Dios". En su gráfico estilo, el predicador galés Christmas Evans describe así la primera falta de la humanidad: "El comer del "árbol prohibido" fue "el delito de uno", a consecuencia del cual "los muchos son muertos". (Rom. 5:15) Este fue el "pecado", el acto de "desobediencia", que "trajo ,1a muerte al mundo, y todos nuestros dolores". Fue la mayor ingratitud a la liberalidad divina, y la más atrevida rebelión contra la soberanía divina. La realeza de Dios fue menospreciada, fueron tenidas en poco las riquezas de su gracia; y su muy desesperado enemigo fue preferido en su lugar, como si fuera un consejero más sabio que la Sabiduría infinita. De esta manera el hombre se ligó con el infierno en contra del cielo; con los demonios del abismo en contra del Hacedor y Bienhechor Omnipotente; robándole a Dios la obediencia debida a su mandato y la gloria debida a su nombre; adorando a la criatura en lugar del Creador; y abriendo la puerta al orgullo, incredulidad, enemistad, y a todas las pasiones malas y abominables". 2. Loe Coneeaiencia» de la Caída.—Como el hombre, siendo un ser moral y espiritual, dependía directamente de la íntima comunión con Dios para el sostén de su vida espiritual, se inhere claramente que por razón del pecado quedó cortada inmediatamente esa amable comunión con el Espíritu Divino. ’Llegaron a ser muertos en delitos y pecados. Esta corrupción debe de haberse extendido a todas sus facultades. La apostasía fue completa: Dios demandaba perfecta obediencia, y he aquí, Adán convertido en un rebelde. "Un cisma se introdujo en su alma. La conciencia profirió su voz condenatoria". 1 Ahora bien, como Adán era la cabeza natural y federal de toda la humanidad, las consecuencias de su culpa pasarían también a a sus descendientes. De esta depravación natural hereditaria brotan espontáneamente los pecados en que el hombre natural o inconverso. "Hemos notado —dice Parding-ton—la triple separación que resultó de la desobediencia de nuestros primeros padres, a saber: del árbol de la vida, del Huerto del Edén y de la presencia personal y visible del Señor. Hemos notado además que la muerte física fue la consecuencia natural de la separación del árbol de la vida, y la muerte espiritual la consecuencia de la separación de la presencia del Señor. El pecado en la forma de desobediencia fue la única y exclusiva causa de ambas. Miremos ahora el obscuro y desolado cuadro que las Escrituras hacen de los devastadores y mortíferos resultados del pecado en el espíritu, alma y cuerpo del hombre". (Presentaremos sólo unas cuantas referencias). 1. ‘ "Todos han pecado: Sal. 142: 2, 3. Isa. 53:6; Rom. 3:9, 10, 22, 23. 3 Todos bajo maldición: Gál. 3:100. 6. El corazón natural engañoso: Jer. 17:9. 7. Enajenados de la vida de Dios—el entendimiento entenebrecido: Ef. 4:18. 8. La naturaleza mental y moral corrompidas: Gén. 6:5, 12; Rom. 1:19-31. 10. Esclavos del pecado: Rom. ' (Pasa a la Página 12) 8 Página 11 THIS DWWHN6 IS SUeSTANDAHO FOR PRINTOUT FROM MICROFILM