726 REVISTA CATOLICA 2 de Noviembre, 1924. SECCION RELIGIOSA SANTO EVANGELIO DOMINGO XXI DESPUES DE PENTECOSTES Señor misericordioso y siervo vengativo S. Mateo, XVIII, 23-25.—En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El reino de los cielos es semejante a un hombre rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. Y habiendo empezado, se le presentó uno que leí debía diez mil talentos; y no teniendo con qué pagar, mandó su amo que lo viendiesen a él con su mujer y sus hijos para que así pagara la deuda. Y arrojándose a sus pies, aquel servidor, le decía y suplicaba: Concédeme un plazo, y te. lo pagaré todo. Compadecido el rey, lo dejó ir, y le perdonó la deuda. Apenas salido este servidor, encontró a uno de sus compañeros que le debía cien dineros; y asiéndole del cuello, casi lo ahogaba diciendo: Dame lo que me debes. Y arrojándose a sus pies su compañero, le suplicaba y decía: Dame un plazo, y te. lo pagaré todo. Pero él no quiso; sino que se fué y lo hizo meter en la cárcel, hasta pagar su deuda. Vieron todo esto sus compañeros de servicio y se afligieron mucho, y refirieron a su amo lo que pasaba. Entonces llamó a aquel criado su amo, y le dijo: Siervo malvado, te perdoné porque me lo pediste: ¿no era razón de que te apiadaras de tu compañero, como me a-piadé yo de ti ? Y enojado el señor, entregó su criado a los ejecutores de la justicia, hasta que pagara toda la deuda. Así os tratará mi Padre celestial, si cada uno de vosotros no perdona a su hermano de todo corazón. LA CONMEMORACION DE LOS FIELES DIFUNTOS Lastimero clamor de campanas rasga los aires y obliga a que palpiten con igual sentimiento todos los corazones. El altar se cubre de negros paños, como una viuda de su ropaje de luto; lúgubres flameros alumbran la pavorosa obscuridad del santuario: pueblo silencioso y recogido llena las naves de él, pintada en los rostros profunda conmoción y tristeza- No son, no, cánticos de a-legre fiesta los que resuenan hoy bajo las místicas arcadas de la casa del Señor: el severo Requiem. el tremendo Dies i rae, el De profundis austero como voz salida de las tumbas, el Requiscant in pace, tierna y llorosa despedida de la Religión a los que se van para no volver, heos ahí los himnos con que se da expansión al alma en esta misteriosa festividad. Que es la festividad de los muertos, y no cumple de otra manera celebrarla que con duelo en el alma, llanto en los ojos, y en los labios fervorosa y humilde oración. Su propio lugar es el Cementerio, palabra griega que significa dormitorio o sitio de los que duermen, porque la fe cristiana manda creer, y lo cree todo verdadero fiel, que del sueño de la muerte un día se ha de despertar. Cementerio que se llama también campo santo, porque aque lla tierra suya la ha consagrado la Iglesia con su bendición, a fin de que fuese digno lugar de reposo para los restos de sus hijos también bendecidos. Que no había de permitir nuestra Madre que los mortales despojos de los que un día santificó con su Bautismo, fortaleció con su Confirmación, e hizo sagrarios vivos y vivas custodias del Cuerpo de Cristo por medio de la santa Comunión, fuesen depositados en profano e inmundo sitio, como cadáveres de perros que se arrojan a pudrir en el muladar. La Revolución, que quiere los Cementerios sin cruz y sin bendición, es muy dueña de pedir eso para los suyos, que si como perros viven y como perros quieren morir, justo es que como perros sean destinados a vil e infame sepultura. Nosotros los hijos de la fe, que por Cristo hemos sido regenerados, y según Cristo deseamos vivir, y en el ósculo de Cristo queremos lanzar el postrer suspiro, nosotros en Cristo y según Cristo y al abrigo amoroso de la cruz de Cristo queremos ser sepultados. El Cementerio es, como el templo, lugar de o-ración, y anejo al templo lo considera la ley e-clesiástica, aunque accidentalmente se halle distante de él. Es recinto sagrado, y es sacrilega profanación cuanto en él se haga opuesto a este -su elevado carácter. No deben llevarte, pues, al recinto de los muertos otras ideas que la de reflexionar lo que muy en breve serás, y la de rogar para los que como tú han sido y no han hecho más que precederte algunos pasos. ¡Infatuado mortal! He aquí el término de tus locuras y vanidades. Pero el término, no: he dicho mal, el término no se.halla aquí; no se termina aquí su existencia definitiva: el desenlace definitivo de./" ella se encuentra en la eternidad, en la eternidad, ¡ oh miserable ! en la eternidad que no terminará jamás. Por tu dicha, si en gracia mueres; por tu desdicha, si mueres en pecado mortal. Por los que en gracia murieron, pero con deudas que satisfacer aún al Divino Juez, se te pide un sufragio. Sufragios son entre otros la oración, la Misa, los Santos Sacramentos, la limosna dada al pobre por amor de Dios, la mortificación practicada, la tribulación resignadamente sufrida, el buen ejemplo, etc. Mucho bien se les puede S? hacer a las almas del purgatorio con sólo obrar y aplicarles toda clase de bien. Oon estos fines debes ir al Cementerio, con o-tros no. ¡ Feliz quien dócil escuche y con fidelidad practique las elocuentes lecciones que allí se dan! F. S. y Salvany. ¿ Y qué diremos de las indulgencias asi plena-rias como parciales, letras o rales que Dios nos permite girar en favor de nuestros hermanos del Purgatorio, con sólo que de ellas hagamos la de-bida aplicación? ¿Cuántas de esas indulgencias no puede ganar y girar allá Tin cristiano medianamente cuidadoso de aprovecharlas?