Tenneieee; la*! de loe cabelleroe de la Virginia; la* de loa criolloa de la Lui-siana; las de los negros de los inge-nioa surianos; y, sobre todo, cuenta con novelistas que han hecho eatu-dios especiales acerca de la vida social de Boston, Nueva York, Washington, Ffladelfia, Chicago y otras poblaciones de importancia. Dos de los más notables novelistas de estos tiempos, y que se pueden considerar como loa legitimos representantes de la literatura realista norte-americana, son Hénry James, Jr., y William Dean Howells. Mas antes de ir adelante cabe preguntar aquí, con Hamilton, ¿qué es el realismo americano de la época presente? Tratar de definirlo puede ser más fácil que dar una definición adecuada de la poesia, o de la belleza; pero siempre no es fácil. Basta decir que el realismo de los novelistas contemporáneos de este país, no expresa los más o menos recónditos sentimientos del corazón humano; pinta, sí, cuadros artísticos de la vida exterior; no ofrece explicaciones acerca de los diversos asuntos que trae a la consideración det lector atento, y si deja a éste que haga sus propias reflexiones al examinar las bondades y los defectos, las virtudes y los vicios de la sociedad en que vive, sociedad que debe someterse al crisol de un análisis natural, 110 caprichoso; es sencillo así en sus descripciones como en su caracterización; es prolijo en los detalles; insiste en que es un deber delinear la vida tal y como es, pero en cuyo problema omite, al parecer, varios de los más importantes factores. Es, pues, un realismo sui generis, realismo que, con ciertas diferencias de detalle y originalidad en la forma de su presentación, han cultivado con harta maestría los dos novelistas de referencia; y ellos, juntamente con sus prototipos europeos, han ejercido marcada influencia en las obras de los prosistas que Ies han sucedido. DAVID CERNA. Continuará en el próximo número La Visión del Desterrado Crítica Literaria de José Juan Tablada Entre las árticas frialdades de este destierro, áspero como una roqueda y dilatado como una estepa infinita ha nacido una fragante y ardiente flor de poesía, la primera en asomar su fresco cáliz sedeño, entre los tenaces cactus y los hostiles abrojos de los odios estériles y de las pasiones infecundas. Tiene esa agreste flor en su perfume algo como el presagio de una Primavera que llega, algo tiene también en su brillar opalescente, de esas estrellas que surgen sobre el horizonte aun ensangrentado por el crepúsculo de un trágico día-—. quizás algo también del cándido volar de la paloma, surgiendo del Arca, sobre la tempestad-— La esencia de tales símbolos parece estar contenida en efecto como en una copa rica y generosa en la bella poesía que José Castellot acaba de escribir titulándola “VISION DEL DESTERRADO" y datándola “Noche Buena de 1915. Nueva York." Al serme revelad» ese poema tuve una sorpresa que no fué sin embargo nn estupor, pues quien la autorizaba con su firma, inédito hasta entonces en el lirismo, José Castellot, era ya una figura procer en otros géneros de actividades, una de las que más calminaron cuando era México una nación sólidamente próspera y organizada. Pero aunque avalorando su ilustre personalidad, nunca supuse en Castellot. ni el estro poético, ni la alta filosofía humana y social que su "VISION DEL DESTERRADO" re-veh. La adversidad con sus duros hierros, golpeando como un bronce la conciencia magnánima de este nuevo autor, no ha arrancado vanos lamentos, sino armoniosas resonancias y destellos que se han plasmado en los rútilos de esa poesía como en una estrella. Tal poema simple y bello ni requiere análisis, ni pide exégesis; es transparente comb una vena de agua clara, brotada de las rocallosas asperezas del dolor de todos nosotros y que corre limpia y fluida, sin mancharse con el cieno del fondo pero reflejando en cambio como los astros del cielo los sentimientos más nobles del alma humana. Será que los espíritus fuertes son en el dolor como el hierro en las fraguas que tras enrojecerse cambian su sangre trágica en suprema blancura adamantina?----- La “VISIÓN DEL DESTERRADO" es un estado de alma ."representativo," no ya para todo mexicano, sino para todo hispano americano ante quien signifiquen algo los destinos de la raza; es un bravo apostrofe a la infamia nórdica continental que suena como el alerta dé un centinela olvidado por su legión en un desierto desde cuyos confines todos avanza el peligro amenazante y despiadado. Es casi un “Mane, Tecel. Phares” que arde ante los ojos de los comensales, coronados de adormideras y perturbados por nn vino letal Leed ese poema; oh americanos! leed eficazmente esos versos de cuya intención no os hablaré sino para impulsaros a su lectura. Como Ovidio, como el Dante, Como Litaipé en Manchuria, como Hugo en su peñasco, el Desterrado en su boharda siente más su tristeza y desamparo al oir con los cantos de la Navidad, ese júbilo universal que llena con su vasto ritmo al mundo todo. Todos son felices o creen serlo; pero el Desterrado se evade de la grosera ergástula de esa alegría injustamente pagana y en pos de la Verdad que allí no encuentra, se remonta a las regiones ideales y es imperiosamente llevado a la contemplación de su patria.. La ve de pié sobre la orilla del “río de lodo" que marca sus limites septentrionales, erguida como una Pallas Athenea ante lá Cartago yankee, amparando sus espaldas a la sombra de su broquel de oro, como una gigantesca Acrópolis a toda la América Latina. Señalando al Norte, apunta con el dardo de diamante de su lanza al vultúrido de disfraz aquilino, y arroja el “lo Pean". “Esa Aguila no cruza nuestro Cielo! al punto de las sombras invisible^ parten las flechas envenenadas, la Virgen armada caída bajo el felón asaltó, siente a la Hidra que enrosca a si:á miembros el viscoso y constrictor abrazo y cuando pide auxilio, volviendo al Sur sus miradas anhelosas: ”----no se oía Una voz de Consuelo_______ Muda la tierra Austral____y mu-