6 El Mensajero Bautista □— ■ ■ / —— —- ----0 OBSTACULOS -:- í [ ]-—--------------—— 0 En todas las empresas se le presentan al hombre obstáculos más o menos grandes, pero de manera especial se multiplican estos al pecador para aceptar el camino de la vida, porque es bien sabido que hay más obstáculos para hacer lo bueno que para hacer lo malo. Muchos y muy variados son los obstáculos que impiden al hombre hacerse cristiano, a obedecer a Dios, pero ahora no nos referiremos sino 3 o 4. El hombre es por naturaleza de temperamento pusilánime. Cuando al pecador se le habla de Dios, de su gracia, de los sagrados deberes, de que ner*-*‘ arrepentirse de sus pecados, reconciliarse con Dios y de la gravedad de sus iniquidades exclama aterrorizado simplemente como Caín, cuando íué reprendido por matar a Abel, su hermano: “Grande es mi pecado de perdonar.... Ay que me desechas hoy de tu presencia!" En verdad que aquí muestra Caín mucho miedo y nada más. Por ese mal entendido temor de Dios se aleja de Él, sin arrepentirse de su pecado. ¿Cuántos, como Caín, por miedo no aceptan a Dios? Verdaderos prodigios de valor se necesitan hacer para echar mano de la vida eterna, porque “El Evangelio se hace fuerza y lós valientes lo arrebatan" “Esfuérzate y sé valiente" Pero hay más. Nunca lamentaremos bastante la negligencia que en materia de su salvación muestra el hombre a pesar de no haber asunto que debiera interesarle más. Y aún reconociendo que debe convertirse al Señor,siempre está aplazando hacerlo, alegando que lo hará en un mes, dentro de uno, dos, cinco o diez, años o en la hora de la muerte, como si fuéramos dueños del tiempo y pudiésemos manejar la gracia de Dios en nuestro favor en cualquier tiempo que quisiéramos. Por lo cual conviene recordar lo que la Biblia dice: “Ten memoria de tu Criador en los días de tu juventud antes que lleguen los malos días de los cuales digas no tengo en ellos contentamiento". “Velad y orad para que no entrés en tentación". “Labrad vuestra salvación con temor y temblor". Pero, sobre todo, la incredulidad se levanta como uno de los obstácu los mayores para impedir la dicha al hombre. El hombre que está por naturaleza inclinado a creer siempre las mentiras del mundo, no está igualmente dispuesto a creer a Dios. Los judíos nunca 'creyeron en Cristo, aunque era el Mesial prometido, y se presentó con pruebas indubitables. Y así, a nuestro pesar sucede hoy día con multitud de gente que no puede o no quiere creer en Cristo Jesús, aunque se haya asegurado que “el que cree en el Hijo tiene vida eterna".. y "el que cree en mi aunque esté muerto vivirá". Amado lector, si tu no eres cristiano aun, examínate y vé cual de los tres obstáculos mencionados te impiden asegurar tu vida eterna. ¿Eres miedoso, negligente o incrédulo? No lo seas más. Levántate hoy mismo, sacude el miedo, la negligencia y la incredulidad y acércate confiadamente al Señor Nuestro Jesu-Cristo. JkQ íj -ja?-.'