La contestación de Moheno El pueblo norte americano -es viejo y su literatura es pobre. Labor intelectual de suma urgencia embargó mi tiempo durante, las últimas semanas, por tal manera que no me había sido posible disponer de algunas horas para contestar el interesante articulo del doctor David Cerna, “El señor Moheno y la Literatura Americana," que “Revista Mexicana" publicó recientemente. AI pie de ese trabajo aparece una nota, que supongo escrita por la elegante y cultísima pluma de García Naranjo, y que me habría evitado este trabajo, si no fuera porque en la misma npta se me invita a replicar. X X X . Tiene mucha razón el eítima^Ic doctor Cerna cuando dice que, como ■ otros muchos, yo ignoro los elementos que han contribuido al desarrollo | de la literatura americana y por eso no la comprendo Lejos de mí la pretensión de ser, como mi 'distinguido opositor, t na i autoridad en orden al movimiento in- i telectual de este pueblo que evidentemente es un “pueblo grande" aunque acaso es discutible que sea un “gran pueblo.” , No obstante esa ignorancia mía, se me permitirá agregar los npqi-bres de tres pensadores americanos, de los más ilustres, que no comprendo cómo pudo olvidar el doctor Cerna: Lewis II. Morris. Franklin E. Giddings y Lester F. Ward. Hecha esta, acotación a la lista de notabilidades americanas que contiene el trabajo del estimable doctor, voy a rectificar desde luego dos con ceptos que me. afectan en lo personal, para ocuparme después de los conceptos capitales. No cuadra con la seriedad y el in teres de todo aquel trabajo, la bro nía de llamarme ■‘ginio." Aunque yo no tengo el honor de conocer al doctor Cerna, es posible que él si me conozca de vista; y en ese caso yo le aseguro que debajo de mi apañen-* cia presuntuosa, guardo m concepto bien humilde de mí mismo. No me creí genio jamás: soy simplemente un espíritu libre que no acepta lo que juzga imposiciones y errores, aunque los sancionen todas las autoridades del mundo. Conjetura del doctor Cerna que mis apreciaciones sobre literatura americana pueden ser obra de “ignorancia, envidia, despecho, mal humor reconcentrado u odio de raza." Admito el primero y el último concepto: ignorante, lo soy por mi mala ventura, aunque jamás hice otra cosa que estudiar con empeño, y los que tienen la fortuna de ser sabios, como el doctor Cerna, mal hacen de afrentarme con mi ignóramela, cuando debieran compadecerme por ella. Por lo que Hace al odio, debo confesarlo: qie avergonzada de no sentirlo siendo mexicano. La envidia, aquel bajo sentimiento que Ripalda defiiniera admirablemente como “la tristeza del bien ajeno ” jamás la sentí. Pero, además, un psicólogo como no puede menos de serlo el doctor Cerna, debiera sa^ ber que, eminentemente igualitaria eomo e», la envidia no puede sentir la un individuo respecto de una colectividad Si yo fuera ruin, me dolería, en mi lastimosa ignorancia, del vasto saber del doctor Cerna, por ejemplo; pero ¿cómo sentir envidia de la Enciclopedia?, ¿cómo explicar que valiente alguno de la tierra se sintiese envidioso de los triunfos del ejército alemán? En cuanto al despecho no imagino siquiera cómo podría actuar en mi respecto del pueblo americano y, en fin, por lo que atañe al humor, aunque harto tenemos los emigrados para tenerlo ^negrísimo más negro que los negros lyn-chados diariamente por este" pueblo tan “artista" y “civilizado," el doctor Cerna puede tener la seguridad de que es lo único que me ha quedado en el destierro, y tanto, que me cuesta positivo esfuerzo no demostrárselo aquí mismo, como el griego demos traba el movimiento andando; pero-no hay cuidado de que yo falte al respeto a tan estimable y culto compatriota nuestro. .. ^-e.. ... XXX Pon t-erii íundgmenttM igualmen te erróneas en mi sentir, contiene el interesante estudio del doctor Cerna, a saber: Primera, que el pueblo americano es un pueblo joven; y \ Segunda, que, .no obstante, ^ene una literatura superior a la del *resto del Continente. Con el profundo respeto que me merece la opinión de todos los hombres voy a esforzarme por demostrar que ambas opiniones son abso lulamente falsas. Napoleón Colajami, el pensador italiano cuyos estudios de sociología no puede ignorar el doctor Cerna, toda vez que le son familiares a persona tan ignorante como yo, compara el encuentro y íusión de dos civilizaciones de diferente grado con el fenómeno físico . que se verifica mezclando dos iíquiÍQs de temperatura diversa: como en este último caso, la civ;Iización más alta sufre un abatimiento de varios grados. Y si el sefior doctor me diera su venia para una irreverente invasión gp e) campo de la ciencia fíilco mti-