vamente noe Ibamos por otro camino.** Los últimos 10 kilómetros la familia tuvo que caminar entre pantanos donde el agua les daba a los tobillos. H Dr. Haras-zti llevaba en sus brazos a Palma, la hlji-ta menor, de dos años, y tapaba con su mano la boca de la ñifla para acallar el llanto que podía atraer a los rusos. Su sobrino cargaba a Benedak, de tres años y medio de edad, a quien se le dijo: “Si lloras, los rusos vendrán y nos matarán a todos.” Estela, de nueve años de edad, Rozsa, de once y Yosef, de doce, caminaban al lado de sus padres. "Cuando al fin cruzamos la frontera, los niños gritaban llenos de gozo: ‘Ahora somos libres* **, recordaba el Dr. Haraszti, El pequeño Benedak preguntó ansiosamente: "¿Es verdad, papá, que ahora somos libres y podemos llorar?" Aunque los Haraszti no podían viajar con mucho equipaje, llevaban consigo dos Biblias húngaras, dos himnarios, unos pocos libros de medicina y un diccionario inglés. La familia fue a Viena, donde el Dr. Haraszti trabajó con el Comité Bautista en favor de Hungría, y pasaron la Navidad en el campo de refugiados en aquella ciudad. “Cuando estábamos en Viena**, continuó diciendo el Dr. Haraszti, “loe agentes de la policía secreta noe buscaron siete veces en nuestro apartamiento en Hungría. Nosotros no sabíamos que nos hallábamos en tan grave peligro. Ahora estoy convencido de que fue Dios el que nos dirigió para que saliéramos de Hungría.” El Dr. Haraszti obtuvo su título de medicina de la Universidad de Budapest y un diploma de teología del Seminarlo Teológico Bautiste del mismo lugar. Además tiene el título de doctor en filosofía y un diploma como instructor de gimnasia de la Universidad de Budapest. Su esposa adquirió su título de medicina en la misma Universidad. Los bautistas de los Estados Unidos están cooperando para que ésta y otras fa-milias húngaras puedan reestablecerse y ocupar su lugar de servicio en bien de la humanidad. — Trad, de Foreign Mission News por Emma 2. de Villaseñor. COMO DISFRUTAR Di MI ANCIANIDAD (Continúa de la página 17) ríodo de servicio a mi prójimo, así como veintiocho años antes había oficialmente terminado mi pastorado, el cual había durado nueve años, para aceptar el puesto como misionero en las escuelas bíblicas de vacaciones. Ahora estaba entrando a otro campo de servicio para Dios y para los hombres, aunque, como Abraham, no sabía a dónde iba. Las limitaciones dependen de uno mismo Cualquier cosa que yo haga, o cualquier lugar a donde fuere, será de acuerdo con la voluntad de Dios para mi vida, y las recompensas que recibiré en mi cuerpo, en mi mente y en mi espíritu, serán grandes si sigo adelante con fe como un fiel siervo del Señor Jesucristo. Algunas causas que conducen a los ancianos a la infelicidad, a la soledad y a la incertidumbre, son: abrigar ideas erróneas de lo que la vida realmente es; tener una actitud equivocada en cuanto a la vida; experimentar fracasos continuos y frecuentes que nos impiden ser buenos mayordomos de nuestra substancia, de nuestra salud, de nuestros talentos y de nuestro tiempo; desechar el consejo que dio el proverbista al ocioso para que considerara a la hormiga; pensar en la vida en términos de lo temporal y, por tanto, efímero, y no en términos de lo espiritual, que supera al tiempo, a las circunstancias, a la salud física y a las comodidades materiales. Las garantías para gozar de una estabilidad económica en la ancianidad, por medio de pensiones, inversiones y seguros sociales, incluyendo sus resultados traducidos en comodidades materiales, no resuelven los problemas más trágicos y difíciles en la vejez, ni son un antídoto para el temor a la muerte y al más allá. Los que viven después de los sesenta y cinco años pueden decir como el famoso poeta Inglés Roberto Browning: "Lo mejor de la vida aún está por llegar", sólo cuando su filosofía de la vida está cimentada sobre valores verdaderos y perdurables, e incrustada en aquellas actitudes de mente y corazón, y la voluntad para vivir que los capacita para considerar los desengaños, las adversidades de la vida y la carencia de cosas materiales, como algo temporal y, por lo tanto, de segunda importancia. Esta filosofía no es estoicismo, sino una vida radiante en la cual el espíritu, que es de Dios, triunfa sobre la materia que perece.—Home Life Trad, por Emma Z. de Villaseñor. IL HOGAR CRISTIANO 19