298 ..tA’ voz; lo procuran, son enemigos de su-Dios y dé su patria. Son enemigos de su Dios, sí, porque no Quéden llamarse amigos los que pretenden que se le insulte-bajo el escudo de upa ley; los que desean que se tributen adoraciones al mismo que tué arrojado por el Altísimo hasta el profundo abismo, los que representando al pueblo incauto y amigo de la novedad, el espectáculo de otros cultos, y ridiculizando las ceremonias del católicoj lo cpnvidan á rebelarse contra su Autor; y todo esto ¿en dónde y por quiénes se propone'? ¡Ah, señor, vergüenza causa el solo pensarlo! ¡en un pais enriquecido por la Providencia con toda clase de bienes, y por sus hijos predilectos, por su pueblo escogido..' Son enemigos de México los que proponen la tolerancia religiosa, porque no merecen otro nombre los que viendo á la nación despojada de todos los bienes que adquirió al conquistar su independencia, le arrancan la única joya que ha podido salvarla del horroroso naufragio en que ha estado apunto de perecer; los que acabando de corromper y desmoralizar al pueblo, quitándole su Religion, único freno que lo contiene en medio de la relajación de todas las leyes, Jo arrastran al precipicio de la mas desoladora anarquía; los que queriendo hacer á la nacion réo del mayor de Ips delitos, le acarrean las maldiciones del cielo y con ellas el castigo de qué la abandone á la rapacidad de sus vecinos del Norte, que pronto harían hasta olvidar su nombre; los que quitando á los mexicanos él único centro de union que les ha quedado, en-cenderian la mas espantosa guerra, armando al hijo contra el padre, al hermano contra el hermano, y al esposo contra sú esposa; los que, en fin, lejos de curar sus heridas ó aliviar sus dolencias, les quitan el bálsamo saludable y el seguro consuelo que hoy encuentran en lá adorable Religion católica, que infaliblemente, si es lícito espresarse así, se perdería para nosotros cometiendo la locura de tolerar otras. Estos males, cuya consideración sola espanta y horroriza, no son, señor, ficciones de una imaginación acalorada, sino consecuencia forzosa del establecimiento de la tolerancia en México; si ésta llegará á decretarse, vuestra soberanía adoptaría el mas funesto error, y se baria reo de un enorme delito aun en política, pues lo seria introducir ese mal voluntariamente sin necesidad alguna, y solo por atender la grita tenaz de algunos, desoyendo el clamor justo de los pueblos. El Ayuntamiento nó ha tratado de presentar las pruebas de estos asertos, porque, como ha dicho con repetición, otros las dieron ya'sobreabundantes; pero ha creido necesario señalarlos en este ocurso, para que no se atribuya á un espíritu de insubordinación la protesta que hace de oponerse á aquella novedad, ni se le acuse de haber dado un mal ejemplo á sus representados al levantar enérgicamente su voz hasta vuestra soberanía. Por el contrario, el Ayuntamiento dé Puebla entiende que al hacerlo así, llena el mas urgente de sus deberes, y cree que al protestar contra la adopción de un error que debia causar la ruina de la patria, y al asegurar que Jos poblanos perderían gustosos la vida antes que hacerse cómplices del delito de rebelión contra su Dios, dan estos un noble ejemplo de patriotismo á sus conciudadanos, y muestran una senda gloriosa á los que tienen la dicha de profesar la Religion católica. Bien conoce el Ayuntamiento que esta esposicion va á acarrearle la befa y el escarnio de esos espíritus fuertes, que creen adquirir un renombre porque tienen el descaro de combatir todo lo bueno, y la osadía de declarar la guerra