Jesucristo y el Arte Literario Brillante Conferencia del Eminente Pensador Mexicano Don Jacinto Pallares Señores: El mundo no ha sido nunca gobernado moralmente por la razón, ni por la ciencia; el mundo sólo ha podido ser subyugado y regenerado por el Arte. La razón es el lenguaje de las altas inteligencias; y el mundo se compone de muchedumbres cuyo oído sólo entiende el sencillo y sonoro lenguaje del sentimiento y de las pasiones. La ciencia es la percepción profunda de los hilos finísimos que forman la trama delicada e imperceptible de todos los fenómenos del mundo físico, moral y social; y el ojo del vulgo no puede seguir con su ignorante mirada las infinitas e innumerables leyes que en asombrosa unidad rigen al mundo entero. La pupila del sabio se ha cansado en el microscopio, persiguiendo día a día al infusorio que se oculta en los pliegues de lo infinitamente pequeño; el atento e incansable oído del genio ha necesitado centenares de años para sorprender los secretos de la gama musical y las vibraciones del sonido en las ondas impalpables del espacio; el escalpelo del materialista ha desgarrado en la siniestra plancha del análisis muchos miembros palpitantes y perdídose en muchas tinieblas antes de tocar el nervio misterioso que alienta nuestra vida e inflama el pensamiento y las pasiones en lo intimo de nuestro cerebro; el moralista y el jurisconsulto han estado muchos siglos inclinados hacia el abismo del corazón humano para poder trazar, iluminados por los relámpagos de las tempestades sociales el rudimentario y bárbaro decálogo de los derechos y deberes del amo y del esclavo. ¡Esto es la razón, esto es la ciencia! Ella, como las religiones en sus siglos heroicos, se alimenta de existencias humanas y quiere mártires. Las más robustas organizaciones sucumben fatigadas, pues años enteros de perseverante lucha apenas alcanzan mes-quino fruto. Galileo penetra con atrevida mirada en los abismos siderales; pero muere ciego. ¡En el Gólgota de las -ciencias el genio es mártir y verdugo de si mismo a la vez! Y el mundo no se compone de mártires, ni de vocaciones para el sacrificio. La verdad y la ciencia no se trasmiten de generación a generación, como las creencias, por simples abluciones de agua; el bautismo científico es largo y condena al catecúmeno a penosas iniciaciones, a la dura y severa iniciación de esclavizarse a fórmulas abstractas, a simbólicos geroglificos que son un lenguage enigmático para los profanos, es decir, para la humanidad entera. ¡Por qué este tristisimo e inevitable tránsito por las catacumbas del tecnicismo científico para poder escalar el capitolio de la verdad? Porque la naturaleza es avara y celosa de sus misterios, y para ocultarlos a los ojos del espíritu, jamás se le presenta desnuda, sino envuelta en el pérfido ropaje de la belleza. Jamás dice al hombre: he aquí el gérmen secreto de las maravillas que admiras; he aquí el átomo químico que engendra la celdilla, qud se transforma en tejido, que se propaga en abanico de flores, y que elabora en su majestuoso crecimiento la túnica de verdura que cobija los bosques y los valles. No; la naturaleza no se presta a tan íntimas confidencias, pues al desbordarse en formas caprichosas y divinas, embriaga la fantasía, pero extravia y obscurece las rutas de la razón. Los más simples fenómenos y las más sencillas verdades se esconden tras nimbos de oro y de nácar, y es necesaria la dura circuncisión de la fan tasía y una perpetua rebelión contra el éxtasis para desgarrar esos celajes de púrpura; es preciso que el frío análisis destroce sin piedad todas las bellezas del universo tiara sorprender el sencillo mecanismo de sus causas. ¡Mirad si nó, a la naturaleza siempre pródiga en engaños; miradla deleitándose en cubrir bajo infinita variedad de espectáculos el fenómeno sencillísimo de la descomposición de la luz! Aquí es el arco iris desplegando sus festones de oro y de púrpura en el dosel azul del firmamento; allá es la paleta misteriosa dibujando en los horizontes del desierto paisajes impalpables; más allá son soles que se multiplican y auroras de luz que se improvisan en los abismos del infinito. Las matemáticas tienen cifras misteriosas, signos cabalísticos, figuras enigmáticas que pintan las más sutiles y refinadas abstracciones del espíritu; pero con esos signos y figuras, el hombre traza en un papel los destinos de los astros, de los soles y de las nebulosas. La química y la biología tienen fórmulas que .parecen evocaciones de magos, tienen un lenguaje de letras y cifras que sólo los iniciados comprenden; pero con estas fórmulas posee el hombre la misteriosa predicción de la vida y de la muerte, la salud y la enfermedad responden a los conjuros de ese lenguaje y con él penetra el espíritu en los risueños albores de la cuna y en las tristes tinieblas del sepulcro. ¿Quién resiste el fatigoso lenguaje de los severos jurisconsultos y de los nebulosos publicistas? Las áridas páginas de una estadistica secular serian menos voluminosas, menos gigantescas, menos aterradoras que los millares de libros que ha engendrado el primitivo y rudo código de las doce tablas de la ley; pero bajo la disciplina de esas rígidas frases, de esos ritos jurídicos, de esas ¡numerables glosas de legistas, la humanidad ha hecho el duro aprendizaje del orden y la obediencia para pasar al través de los siglos desde la ergástula de la esclavitud hasta las transfiguraciones de la democracia. ¡Ahora.... perseverantes escrutadores de la naturaleza, apóstoles de la ciencia, id a la conquista del mundo armados con el poder de vuestras fórmulas, de vuestros cálculos y de vuestras cifras; arrebatad los corazones, provocad los entusiasmos, transformad las creencias, los sentimientos y las obras con demostraciones matemáticas, con revelaciones químicas o con predicciones biológicas; detened el Ímpetu de los instintos y de las esperanzas que se desbordan con el frío análisis de las leyes de la oferta y de la demanda; enjugad las lágrimas de los millones de hombres que sufren hablándoles de las condiciones sociológicas del desenvolvimiento; inspirad el amor del hombre al hombre y la sed de justicia y mejoramiento moral, y la resolución para el martirio con las heladas -frases de supervivencia de los más aptos en la lucha por la vida! ¡Id hijos de la meditación, iniciados en los secretos de la naturaleza; id a la conquista del mundo con el imponente aparato, de vuestras fórmulas, de vuestras cifras y di vuestros cálculos; y el mundo no entenderá vuestro idioma, y el mundo sentirá pequeña vuestra ciencia, porque cuando esa ciencia haya penetrado con su mirada en las nebulosas, todavía entonces el corazón humano latirá insaciable por algo que está más allá de la última nebulosa.... más allá de los abismos que puede alcanzar la pupila arrogante y abstraída del cálculo matemático.....! Ese algo baja del cielo a enaltecer nuestro espíritu y a henchir nuestros pechos, no encarnándose en el