Lección XI. HERALDOS DEL REY Junio 11 de 1933. Bosquejo de la Lección RUANDO CRISTO estaba orando en el Getsemaní fueron sus enemigos y lo arrestaron. De allí se lo llevaron a la casa del Sumo Sacerdote, donde Pedro lo negó. En el palacio del Sumo-Sacerdote se reunieron los sacerdotes, los escribas y los fariseos y juzgaron al Señor digno de muerte. Como los judíos estaban gobernados por los romanos no podían crucificar al Señor antes de que el gobernador romano diera la sentencia. Muy temprano pues, lo llevaron ante Poncio Pilato. Este, por temor al pueblo que pedía su muerte, lo sentenció a la cruz. Un centurión tomó cargo de la ejecución. Los soldados romanos se burlaron despiadadamente de él. Le pusieron una túnica de grana como manto real; le ciñeron una corona de espinas; le dieron una caña en sus manos. En seguida le hacían reverencias como si hubiera sido un soberano de la tierra. Lo hirieron en la cabeza y lo escupieron en el rostro. Todo esto sufrió el Señor por nosotros. 1. Jesús en la cruz. Cuando llegó la hora de sacarlo lo desnudaron de la ropa ridicula y se lo llevaron a una colina llamada Gólgota, para crucificarlo allí. Por un corto trecho llevó su cruz; pero agotado por el desvelo y los ultrajes no pudo llevarla en todo lo largo del camino y un viajero, llamado Simón Cirineo, le ayudó con ella. A nuestro Señor lo crucificaron a las nueve de la mañana. Mientras que sufría en la cruz le dieron a beber vino mezclado con mirra, para mitigar un tanto el terrible dolor; pero no quiso tomarlo. Crucificaron dos ladrones con él, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los soldados se repartieron por suerte sus ropas. Pilato mandó a poner un título en la cruz, escrito en hebreo, latín y griego, que decía así: El Rey de los Judíos. Los transeúntes se burlaban de él al pasar y moviendo sus cabezas le decían: “Tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo edificas, sálvate a ti mismo y desciende de la cruz”. También los sacerdotes y los escribas lo escarnecían, diciendo: “A otros salvó y a sí mismo no se puede salvar!” 2. Muerte de Jesús. Como a las tres de la tarde nuestro Señor exclamó a su Padre,