LA VIOLETA. 1H1 Mas aromosa la brisa estaba, Con voz mas dulce cantó el turpial; El mundo, LOLA, se me mostraba Con el encanto primaveral. En tanto el ángel,dando un suspiro, Besa mis lábios y vuela azas, Entonces lloro, despierto y miro.... ¡Todo era sueño, sueño nomas! Cuanto es hermoso mirar la vida Con ese prisma de la ilusión; Mas todo es sueño, sombra mentida (Vue el alma inquieta y el corazón. I-a vida guarda penas, dolores, Ningún encanto puede ofrecer; La venturanza de los amores, Solo en el sueño se logra ver. (2uc al fin de todo las ilusiones Pasan, dejando la realidad; ¡Ah, cuán dichosos los corazones, Que aman tan solo la Eternidad! Maria Ana González y Lejarza. Monterrey, Febrero 24 de 1874. “El Jazmín.” ¡Ca Virtud! Manantial purísimo de vida, ¡santa virtud! yo te saludo, tú eres la verdadera belleza a la que debemos aspirar todas las de nuestro sexo. /(Jué son las riquezas, qué la hermosura y la juventud sin tí? mentira, que eres despreciada en sociedad, tú eres la verdadera, la única, sin tí nada es sólido; instrucción, conocimientos, saber humano, todo es frágil, solo tu eres sólida y fuerte, contra tí seestre lian las pretenciones del malvado ante tí se posternan los magnates. ¡Virtud! he aquí mis queridas lectoras, la principal semilla que debe ger minar'en vuestros corazones no desatendáis de cultivarla que es la úni ca arma tuerte que nos sirve de escudo en las borrascas de la vida, sin la virtud no brillará ni la ciencia ni las gracias que os concedió la Naturaleza. Niñas, no descuidéis ese don tan precioso; madres, haced de vuestras hijas hermosas matronas que se sobreponga á la vanidad y que brillen en los salones por su virtud, una mujer virtuosa es un tesoro y quien la posee debe estar orgulloso, jóvenes frívolas y lijeras son las que abundan, son las de la moda, las que halagan y agradan á la vista; y á la que se recata y es modesta le llaman mojigata y otros impropios de quien ni las comprende ni son capaces de imi I tar su ejemplo. Ensoberbecidas con el oropel que tienden á sus pies los mas necios que ellas no ven la ver-1 dadera belleza de la mujer ni en que consiste. No saben que esos mismos que las ¡ adulan y parece que gustan de su trato y de sus gracias, son los pi¡meros en difamarlas y sacar á colación : sus deíectos. Emilia. Monterrey, Diciembre de 1893. A LA VIRGECN IDE GUADALUI *E —EN EL TEMPLO.— Tú, que siendo la reina soberana De esos mundos que ruedan á millares, Bajaste á ser, enmedio á sus pesares, Amparo de la gente mexicana. Recibe ¡oh virgen! amorosa, ufana La humilde ofrenda que, llorando á (mares, Venimos á dejar en tus altares Clamando sin cesar ¡hosanna! ¡ho-(sanna! Tu pobre pueblo que aflijido llora Siempre tiene en tu amoríos ojos fijos Porque tú eres la madre salvadora