varse a loe judío» como cautivo». ¡Qué tiempo para comprar propiedad! Pero Jeremía», aunque ee daba cuenta de e»toe acontecimiento» tenía te en el futuro. Si caía Judá, tenía la certeea de que ee levantaría de nuevo. Ante» de la muerte de San Agustín en el año 410 D. C., loe vándalo» avanxa-ban contra su hogar en el Africa del norte. Roma ya había caído en 410. Ya comenzaba la edad del obscurantismo. Pero más hallá de ellos, Agustín podía ver una lus en la “ciudad de Dios*', y declaró que aunque pereciese toda la civilización, los que tenían el espíritu de Jesús vivirían para siempre, que nunca sería destruida la "ciudad de Dios". Hace mucho tiempo, obedeciendo el llamado de Dios, Abraham “salló sin saber dónde iba". ¿Por qué? Confiaba en Dios. Miraba a aquella ciudad que tiene cimientos, cuyo fundador y hacedor e» Dios. Dios llama a los hombres a vivir por fe. Oración: Padre nuestro, daños fe para que podamos ver una carretera por las montañas de la dificultad, puertas abiertas que creíamos cerradas, y la lux de tu amor que disipa la oscuridad. Amén. M. 7 de mayo: Peregrino de la fe, Hebreo» 11:8-16. Existe la idea firme de que la historia de nuestra religión comienza verdaderamente con Abram en el capítulo doce de Génesis. Los primeros once capítulos son introductorios y preparatorios. Tal como un aviador que vuela en la noche, Abram no podía ver dónde iba; pero iba siguiendo el rayo espiritual que Dio» le había dado. No es de admirar entonces que se llame a Abram “padre de los fieles." Se menciona a Isaac y a Jacob junto con él porque las vidas de estos tres abarcan el periodo de estancia disciplinaria en Canaán, y porque recibieron la mism» promesa fundamental. Más tarde Jehova se presentó a Moisés como "el Dios de Abraham, Dio» de Isaac y Dios de Jacob" (Exodo 3:15). Desde el tiempo de Abraham y Sara, muchas vece» la fe del esposo ha sido fortificada, por la de la esposa. "Por la fe Abraham ... Por la fe también la misma Sara." A pesar de las dificultades este pareja fue fiel, y porque confió en Dios, llegó a ser fundadora de un Imperio racial y religioso que cambió la historia del mundo. Oración: Padre celestial, dános una fe más grande para enfrentamos con las ne-cesldades y oportunidades de la vida. M. 8 de mayo: Un nuevo nombre, Génesis 17:1-8. Se relate la historia de un muchacho cuyo padre le prometió un reloj y una cadena de oro si no fumaba antes de llegar a los dieciocho años, y un cabaUo y un coche si no tomaba licor hasta los veintiún años. Estas eran promesas grandes; y el muchacho cumplió su parte porque creyó en su papá, y este cumplió su promesa. Abram quería un hijo y Dios le había prometido uno (Génesis 15:4). Pero habían pasado los afio» y parecía que Dio» había olvidado su promesa. Abram ya tenía noventa y nueve afios y su esposa estaba tan vieja que se reía de sólo pensar en la posibilidad de que ella podría tener un nifio. Pero Dios no había olvidado su promesa; nunca lo hace. Así que, renovó su promesa. Le cambió el nombre a Abram por Abraham, que significa “padre de muchos", y el de su esposa Sara! por Sara, que significa “princesa". Después de esto, cuando oyeran sus respectivos nombres pensarían en la promesa que Dios les había hecho. Dios cumplió su promesa. Tuvieron que esperar mucho tiempo; pero llegó el feliz día esperado. Y es siempre así. Podemos en verdad depender de Dios. Oración: Padre nuestro, te damos gracias por tus grandes y preciosas promesas. Ayúdenos a no dudar. Amén. J. 9.de mayo: Justificación por medio de la fe, Romanos 4:13-18. Abraham fue un hombre recto delante de los que lo conocían; pero se requiere más que rectitud para ser salvo, porque la norma de rectitud de Dios es más alta que la del hombre. Como la naturaleza del hombre es tal que es imposible que alcance este norma por medio de sus propios esfuerzos, Dios en su amor y misericordia ha provisto algo especial para él. Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para substituir este rectitud. “Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21). En el momento que confiamos en Cristo como nuestro Salvador se efectúa este transacción. Dios justifica al pecador de toda culpa y declara su justificación porque ha creído en Cristo para su salvación. “Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree" (Romanos 10:4). Oración: Padre nuestro, ¡cuánto agradecemos que tú en tu sabiduría ideaste 34 1L HOGAR CRISTIANO