i-: i. s ]•: m b h a i> o k B I. S B M B B A I) O H LA PERSONALIDAD DEL MAESTRO ANTONIO CASO Tema pronunciado por el Sr. Arquitecto Don Agustín Basave en la comida del jueves 4 de abril de 1946. i;l mabstko caso CABA de voltearse, apagada ya. la cuarta antorcha que fuera guia y luminar de las juventudes mexicanas, l-d dia (i del mes pasado murió en la Capital de la Bepública, I). Antonio Caso, cuyo nombre no necesita adjetivos para brillar claramente. bal el magisterio de la intelectualidad mexicana, durante los últimos cien años, le precedieron tres nombres: CCATKO MAESTROS Sl'CESIVOS I¿1 primero l'ué Don Ignacio Bamirez. más conocido aún bajo el nombre 'le “Bl Nigromante". Bra un indio. Alma bravia, llena de resabios. I"n volteriano sin sonrisa. Sus dos gritos fueron: "¡No hay Dios!" y "¡Mueran los gachupines!". Pero la espinosa corteza envolvía la carne de tuna de un sentimentalismo que no gustaba de ser sorprendido. Bl Nigromante fue un orfebre del verso y un poeta lleno de exquisiteces. Bl segundo fue otro indígena. Llego a Toluca, primero, y después a México, procedente de las montañas de Guerrero Se llamaba Ignacio Altamirano y era ardiente tribuno, de palabra convincente, memoria feliz y gusto clásico. Su natural contestación y sus preferencias humanisticas. lo alejaron de las intemperancias románticas. Bn materia religiosa fué un indiferente. De sus manos de agonizante recibió la antorcha guiadora el tercer Maestro, Don Justo Sierra. Bra un criollo campechano. turbulento en su juventud, sereno en su madurez, estremecido con el temblor cristiano cuando se retiró del Ministerio de Instrucción Pública y piulo recoger su espíritu en la paz de la familia. Su pensamiento fué el máximo faro mexicano durante la última década del siglo pasado y la primera del presente. Desde la tribuna, la cátedra y el libro, marcó rutas a la intelectualidad nacional. 1). ANTONIO CASO Discípulo de Sierra fué Antonio ('.aso. el cuarto maestro de la juventud mexicana. quien compartió el magisterio y la guia con José Vasconcelos, filósofo como él y cuya palabra licué resonancia continental. Antonio Caso era mestizo. Se fundieron en él las dos razas que han plasmado nuestra nacionalidad. Complexión robusta, color moreno, abundante y despeinada melena, gesto mesurado, palabra fácil y cortés. Bn la cátedra se transfiguraba. Poseia la virtud magisterial por excelencia, la atracción magnética respecto de sus auditorios. "Meditar junto a él dice un discípulo suyo. Fernández McGregor, da la sensación de que somos polvillo de hierro en la proximidad de un imán". ST LABOR HLOSOITCA Bl maestro Caso fué filósofo y sociólogo, critico y oiador. Bué principalmente, un filósofo a la vez heroico y discreto, en el sentido que a estos vocablos dió Gracián. Más razonador que intrépido. Más comprensivo que creador. Bl l'ué, entre nosotros, quien asestó los más mortales golpes al positivismo, quien propagó el criticismo de Boutrox y el inluicionismo de Bergson. Fué filósofo por un imperativo de su espiritu. Lo fué a pesar de que sabia que nunca habría de llegar a la conclusión definitiva. "Bl encanto de la filosofía, nos dice, estriba más que en el éxito siempre problemático de la afirmación, en el esfuerzo desplegado al meditar". SU CONCEPCION FILOSOEICA Bxpuso su convicción filosófica en nueve puntos que presentamos resumidamente : (I) Bl objeto de nuestra vida es la acción; (2) La ciencia es perfectible; (3) Casi no hay progreso melafisico; (4) Sabemos cómo funciona la razón y por