668 REVÍSTA CATOLICA 5 de Octubre, 1924. SECCION EDITORIAL MEXICO Y ESPAÑA ¿Quién dijera que después de los reveses que las colonias españolas han tenido recientemente en México, iban éstas a celebrar con el esplendor, con el entusiasmo, con la religiosidad, con la cordialidad ibero-mexicana que hemos tenido el gusto de contemplar?..,. ¿Qué es eso sino que esos dos pueblos como buenos hermanos riñen y se maltratan a veces, y luego se aman, se acarician, se abrazan y se defienden como si nada hubiera pasado? Lazos de sangre son los lazos que no se rompen tan fácilmente. Todavía no se han apagado las alegres notas de ¿ la Covadonga; aún resuenan los gloriosos ecos del día 16; y ya tenemos a las puertas el día de la raza, que en algunas partes va a revestir este año especial solemnidad______ ¿Qué ocasión más o- portuna para decir cuatro palabras sobre las relaciones de esos dos pueblos, trabajados hoy día, pero destinados, como firmemente creemos, a cubrirse de nuevas glorias y a coronarse de nuevos laureles ? Y para eso me voy a servir de las ideas vertidas en la página editorial del Excelsior, México; ideas que todo español apreciará, y que todo mexicano aprobará. "Hoy, dice el citado periódico hablando de la fiesta de Covadonga, hoy celebran los españoles residentes en México su fiesta patriótica y a ella nos unimos los mexicanos, año por año, con la más entusiasta sinceridad. Y no es que nos obligue un deber de hospitalaria cortesía, sino que los hijos de este país sentimos la Covadonga como si fuese algo nuestro, algo que pudiera figu-W rar en los anales heroicos de la historia mexicana. "Y así es ^efectivamente, porque si descendemos de españoles, y éstos empezaron a formar su nacionalidad el día en que Don Pelayo alzó la bandera de la reconquista contra los moros, ¿no somos partícipes de las glorias, de los reveses y de los triunfos de la Madre Patria? "Covadonga-----tiene para nosotros un encan- to especial y único, porque no es sólo el recuerdo de un pasado distante, sino la unión fraternal del presente y la garantía del españolismo me-xicano en el porvenir. "Covadonga nos absuelve de todas nuestras "intemperancias insurgentes”, y borra de la mente popular la extraviada idea de que la independencia de México fué una reacción contra la conquista, en vez de la natural emancipación del hijo que, sin rencores ni odios, abandona la casa paterna para fundar una propia. Covadonga es, en suma, la fiesta de México y de España en nuestro país: una fiesta tan española como mexicana. Por eso la celebramos, por eso le dedicamos el homenaje de nuestra adhesión más entusiasta y sin-7 cera. "Pero algo práctico, y no sólo “lirismos” más o menos hiperbólicos, debemos hacer en beneficio de los españoles que viven entre nosotros y que en este país trabajan y cooperan a nuestro progreso.... Covadonga no sea ya solamente una fiesta de "sentimentalismo teórico”, sino que nos lleve a conclusiones prácticas y definitivas, que sustenten la posición de los españoles en este país, antes (no hay que olvidarlo) la Nueva España. "El respeto a los extranjeros, la hospitalidad que merecen, hasta las prerrogativas que deben otorgárseles, son signos de cultura y de civilización. Pero los españoles deben ser en México extranjeros privilegiados: más que eso, por la tradición, por la historia, por la lengua, por las costumbres, debieran considerarse, como verdaderos hermanos nuestros, en justo reconocimiento a la civilización que nos legaron y a lo que en beneficio de México hicieron durante tres siglos de gobierno colonial. "Estas ideas que a muchos parecerán absurdas y hasta antipatrióticas, porque todavía quedan demagogos rezagados en nuestra fauna política, son las que todo buen mexicano debe alentar y propagar; y el día en que la verdadera cultura histórica se extienda en nuestro país, cuando los radicalismos ancestrales se amortigüen y la serenidad y la crítica honrada tomen el sitio de la pasión y de la estulticia, comprenderemos que no es posible abominar de España en español, ni extraer de las venas de un mexicano, sin extenuarlo hasta la muerte, la vigorosa sangre de los antepasados ibéricos. "Cuanto se diga y haga en contrario, equivaldrá a renegar de la propia madre, para que nos quedemos con las tradiciones semisalvajes del cruel Anáhuac, donde unos pueblos se hacían a otros la guerra en busca de prisioneros que inmolar en la piedra de los sacrificios. "Pero ¿cuál debiera ser el resultado práctico de estas doctrinas, si realmente nos propusiésemos honrar a España en una "Covadonga” digna de la cultura a que aspiramos y de la fraternidad que proclamamos? "Lo diremos en pocas palabras. La Madre Patria tiene derecho a esperar de nosotros—decíamos—prerrogativas excepcionales, que, por ahora, otorgamos a otros extranjeros. La Madre Patria quiere que en México se respeten los intereses y las vidas de sus hijos, como a los de la nación más privilegiada. Quiere que no se despoje de sus propiedades al español. Quiere... ¿sabéis lo que quiere? Que 'entre el español y el norteamericano no existan diferencias odiosas, porque si éste cuenta con el poderoso influjo de su Gobierno, aquél debe contar con la fuerza espiritual de la raza, de la tradición, de una historia que es la nuestra y que jamás podremos desconocer ni olvidar.” Tomen de esto nota ciertos renegados mexicanos, vendidos a la apostasía por unos cuantos centavos extranjeros, y calumniadores de España y de la Religión.