TIEMPO DE 8. C., Y SONORA — PAGINA 14 jw*. r - rreglr errores, sabiendo que quien reconoce un yerro, se perfecciona. Cuando hace ya varios años se me preguntó sobre las cualidades que en mi concepto debería tener un Mandatario, opiné: que supiera aplicar las cuatro reglas de la aritmética: sumar, restar, multiplicar y dividir. Que siendo candidato se han convertido en abuses quietar, autéticos votos eluda daños; que ya en el poder, restara personas, al escoger su equlpo.de trabajo, seleccionando como colaboradores a los más aptos, honestos, bien intencionados y con ganas de servir; que siendo de origen modesto, conociera y sintiera, como en su infancia lo sintiera en carne propia, esos sufrimientos, privaciones y carencias de los desposeídos, para que usara los mayores recursos de sus presupuestos de egresos en favor de ellos, los marginados, y para que no oyera el canto de las sirenas de los poderosos y abandonara y olvidara sus ofrecimientos. Que cada peso cobrado a los contribuyentes, se le devolvieran cien centavos en obras, servicios y asistencias públicas. Asi se conseguirá esa ansiada paz orgánica, que afortunadamente ahora disfru- tamos en Sonora. Creo sinceramente que el Licenciado Carrillo dio en su gestión como Primer Mandatario de nuestra Entidad, lo mejor de su vida y de su gran experiencica. Podrá ufanarse en lo más íntimo de su ser, de entregar a su secesor un Gobierno, sin cola que le pisen y con esa tranquilidad del deber cumplido. Su vida privada y pública es limpia y sana y esto es en mi opinión, su mejor galardón. Nos sacamos la lotería, y tuvimos la suerte, en el sorteo o más bien asaltación de que nuestro candidato a la gubematura, Sr. Doctor Samuel Ocaña García, quien de origen humilde es conocedor profundo de los grandes males que aquejan a ese sector mayorltario, que vegeta y apenas vive, con el signo negativo en el seno de una civilización que ostenta los dos extremos; acumulación de riquezas de los pocos y de suma pobreza de los muchos. A nadie extrañe, que el Dr. Ocaña, en su campaña haga esa labor de convencimiento y partida-rtomo, en sus visitas domiciliarias, sin desconocer el poder del PRI, nuestro Partido, fuerte con sus tres sectores. Ha puesto aprueba su capacidad administrativa el Dr. Ocaña, en el ejercicio de su profesión y con su brillante gestión, como Presidente Municipal de Navojoa, ciudad para mi tan querida por los recuerdos vividos allí en mi juventud, hace ya cerca de medio siglo. Reflexiono que un buen Gobernador, es aquel que sirve a todos, sin distingos odiosos de clases. Que no cargue a la derecha, pero que tampoco exagere su izquier-dlsmo, en detrimento de los hombres que producen riquezas, que generan empleos y que tiene y cree poderlo todo y que cese la adversión del que nada posee y sólo cree que por medio de la violencia puede resolver su situación. Que el patrimonio honrado (no el adquirido por la rapi-ña o el fraude) esté libre de toda aceschanza lo mismo que de la amenaza con las armas en la mano, que la que se ampara con el papel timbrado; que también lo esté de injustas exacciones, tanto más irritantes, cuanto significan el despojo a la miseria del po bre y la complicidad de los excesos del rico o del hombre en el poder. Trabajo libre y aprovechamiento de sus productos, son los hermosos ideales que sústentaron esos viejos Revolucionarlos y las esperanzas del pueblo. anhelos se realizarán a de todo y aunque alrededor de la República Mexicana se levante una muralla (no me refiero al muro de la tortilla) a la vez infranqueable e inexpugnable, para cerrar el paso a las ideas que van conquistando al mundo civilizado. El Estado debe tomar seguramente a su cargo la parte más importante de la previsión, puesto que de él dependen la legislación, la parte fiscal, la acción agraria, las tarifas de los servicios de comunicación y transporte, la enseñanza agrícola y pecuaria, la administración de justicia y el ejercicio correcto democrático, en un clima de libertad, para acatar y respetar la voluntad popular. Más es preciso también, la cooperación de industriales, agricultores, hombres de empresa y de la prensa para que alcancemos la ansiada paz en el campo y en las ciudades, que se traduzcan en un mejoramiento legítimo de los mexicanos. Los principios antes señalados los aprendí, hace como medio siglo, de un gran Jefe mío, Ing. Manuel Bonilla, ya fallecido, de esa vieja guardia que no lucrara con la Revolución, de esos que expusieron sus vidas, peleando por los principios en los campos de batalla y que en ocasiones, ayudaron con su dinero y propiedades a la “causa". Al reproducirlos, lo hago con verdadera emoción y evocando tantos nombres de Revolucionarios, que murieron, con la cara al sol y con la ilusión postrera de tiempos mejores para sus hijos. 1.a incorporación de la dispersa y marginada población rural al seno d< la civilización, suspenderá h congestión de las ciudades i poblados, al evitar la movlll zación del agro al medio ur baño. Las prédicas demagógl cas, son lucubraciones blzan tinas y a nadie convencen j menos benefician. Alejado de la cuestión pú blica, hace ya muchos años, escribo mis reflexiones, en ar tículos periodísticos, sobre asuntos de interés general, sin más objetivo, que dejar cons tancla escrita de tantos hechos que nos tocó presenciar y en algunas ocasiones actuar y para que sean del conocimiento de las pujantes generachjj nes del presente. Nunca he tado casado con mis oplnloiw| que las doy a titulo informativo, sin que sean ponencias y tampoco con ánimo de ¡Hile-mlzar. A mi amigo, periodista com bativo, Sr. Jesús Tapia Avilés le expreso: Ojalá que estos renglones al publicarlos, no defrauden la intención de usted, al solicitármelos.