29.6 . la . Trox*: nación y encubiertos con la máscara de la hipocresía, procuran su engrandecimiento particular á costa de la ruina de aquella,. ' Con efecto, hacer ahorq. disertaciones sobre la tolerancia, seria distraer la ocupada atención de vuestra soberanía no solo inútilniente; sino aun con positivo perjuicio de la causa que se defiende; porque hecha ya esta defensa, como se dijo antes, por escritores sapientísimos que casi han agotado la materia, el Ayuntamiento de Puebla sin poder añadir fuerza -alguna á los ra-ciocinios, los debilitaría quizá con el desaliño de su estilo. Es por esto que no se hubiera atrevido á levantar su voz en materia de tanta gravedad; pero como no obstante que el pueblo á quien tiene el honor de representar había espresado sus sentimientos en la esposicion que dirigió á vuestra soberanía en Setiembre último, el silencio del Ayuntamiento pudiera imputarse cuando menos á una punible indiferencia, se decidió á formar este ocurso hacfendo en favor de tan sagrada causa el sacrificio de su amor propio, que ciertamente se- lastima por no poder presentar, como dijo antes, razones nuevas contra el inicuo proyecto de tolerancia de cultos, ni dar siquiera mayor vigor á las vertidas con la elocuencia de sus frases. El Ayuntamiento, pues, se limita á rogar á vuestra,soberanía no ponga en pugna los deberes religiosos y sociales del pueblo á quien representa,' porque idólatra, de los primeros, cuya defensa le ha inérétrido prrenómbre de levitico con que algunos, creen inferirle un agravio, se le impulsa á faltar á los segundos, y lo hará, no hay que' dudarlo, con tanto mas denüedo, cuanto vive persuadido de que los sacrificios hechos por la Religión divina que profesa, llevan en sí mismos la recompensa, y que el perder la vida por conservar para sus hijos la antorcha de la fé, los baria merecedores de inefables delicias. " ' ' 1 Los pacíficos y honrados habitantes de la hermosa Puebla han dado en todas épocas y circunstancias pruebas irrefragables de su respeto y sumison á ■ las autoridades legítimas; ellos han aprontado sus caudales, han espuesto su vida en defensa de la patria, y ellos estárian dispuestos ;á sufrir, no con resignación sino con positivo gustó todo género de males, si su sacrificio pudiera contribuir de alguna.manera al bien y engrandecimiento del pais en que vieron la primera luz: ¿de qué no serian capaces, señor, cuando se tratara de la defensa de su Religión, de este don precioso mil y mil veces mas que el honór, que la vida, y que la patria misma? ¿Podrá el Ayuntamiento esperar que sus piadosos comitentes vieran con indiferencia levantar altares contra los del mismo verdadero Dios, y que se insultara con desvergüenza á los mi-. nistros de su culto?: ¿podrían ver sin estremecerse, el inminente peligro en que se pondrá la fé de sus hijos con el trato y comunicación frecuente de hombres ' que no profesan’la católica? ¿adoptarían sumisos.un sistema, que permitiendo los matrimonios entre personas de distintas religiones, pondría á sus hijas en el estremo de tener que renegar de la suya, ó al menos de separarse de algunas de sus prácticas, para disfrutar de alguna paz al lado de su esposo? ¡Ah, no señor! y mucho menos cuando la mayoría de los mexicanos está per- i suadida de que tanto peligro y tan grandes sacrificios ninguna ventaja habían de causar á nuestra desgraciada patria. : Admira en verdad, señor, que un error tan craso y un tan atroz delito, haya sido propuesto á vuestra soberanía; porque si bien los autores del proyecto de tolerancia, creyendo de buena fé que su establecimiento seria el remedio de los males que aquejan á la República, y no advirtiendo, la ofensa