EL ECO Colaboración expon tanca del Pbro. G. M. Armendariz. ANTES* Pvl UCHAS veces y hasta en son de burla hemos comentado acerca del periodiquito “El Eco”, diciendo que terminó la “Acción” y solo nos quedó *E1 Eco’. Es muy cierto, y cuánto quisiera que todos supiésemos apreciar lo que esto significa. Esta frase que ha servido de nombre a nuestro periodiquito que circula entre algunos de nuestros pastorados, no es otra cosa que el repercutir de la acción que en nuestro Presbiterio desplega. El Eco ha sido nuestro íntimo amigo, nuestro leal compañero y nuestro fiel servidor. Tuvo un origen por demás humilde, habiéndole tocado salir a luz en lo más difícil de la depresión económica, y a la manera que algunos hijos nacen bajo circunstancias precarias, y se desarrollan bajo una atmósfera un tanto contraria, no teniendo más amigos que aquellos que verdaderamente le comprenden, así El Eco, pues a más de haber nacido bajo la crisis más aguda, luchando como un hijo endeble para poderse formar, ha sido comprendido y apreciado de muy pocos. El Eco ha sabido tender su brazo al derredor nuestro para compartir con nosotros las dulces alegrías, las buenas nuevas del avance de nuestra obra; asi como enjugar y mitigar nuestras quejas, suavizar nuestras heridas y estimular nuestro espíritu. Ha sido nuestro fiel amigo en medio de la depresión financiera desde el momento en que nació. Cuando nos ha faltado “pan” para darle un tanto más de fuerza y vigorizarle, él ha sabido levantar las “migajas” y ha emprendido la lucha de nuevo con el mismo gusto, sin réplica alguna. Gustoso ha tomado cuanto se le ha encomendado sin esperar remuneración alguna; y sin embargo hay aún lugares donde le han cerrado las puertas por completo; donde no le han entendido, viéndolo como un extraño, como un enemigo. ¡Qué poco es el interés que mostramos por saber de la obra de nuestro campo! El Eco no ha pedido que se le sostenga de una manera directa, sino que ha pedido que se le permita conocer y ser conocido en cada uno de nuestros campos, de nuestros obreros y hermanos. El Eco llena una grande necesidad en nuestro campo, no solamente como un lazo de unión y mensajero, sino como un medio de conservar ios datos importantes de nuestra obra. ¿Qué no es un genio literario? lo sabemos bien. ¿Y por qué? sencillamente por falta de interés, porque habiendo personas capaces de hacerlo, en nuestro campo, se complacen mejor en esconder “el talento” por miedo a perderlo, antes que lanzarlo al beneficio de otros! Y es que a menudo se piensa en el “yo” antes queen el beneficio que pudiéramos hacer a otros. El Eco anuncia que vivimos, que no estamos muertos, que la actividad es nuestra aún, que no estamos dormidos; sino despiertos y llenos de la energía espiritual con que Dios nos ha bendecido. (Pasa a la página 5)