En Elogio del Atavismo. Ataca un periódico cubano de reciente fecha a un médico prominente de la misma nacionalidad, que hace .política en los Estados Unidos contra el Gobierno de su país y que ha tenido, entré otras cosas, conceptos duros para los españoles en la Perla antillana y finalmente contra la propia España. Esto trae a la memoria el discurso pronunciado no hace muchos días por una alta personalidad revolucionaria, quien, de manera’ muy singular por cierto y a propósito de la próxima pacificación de México, expresó que. desde la conquista, nos encontramos los mexicanos sumidos en la noche inmensa de la esclavitud y que desde la misma lejana época histórica, los turbantes clericales, las en. ces, las espadas y to'do- lo que en pos de sí trajo el inmortal conquistador Cortés, como una nianifestación de la civilización de entonces, no sirvieron más que para arrojarnos en el abismo infinito del retroceso. Conceptos parecidos se escuchan frecuentemente en Locas diversas. Aún mas: hay quien odie fervorosamente, a todo lo que tiene algo de español y hay muchos—-los admiradores de la energía de Roosclvct. del puritanismo de Wilson y de todas las discutibles virtudes de las altas personalidades norte-americanas contemporáneas—que darían -Ja mitad .de su vida porque nuestras costumbres y nuestra manera de ser fueran iguales a las de los habitantes de este país de los magazines y de las expediciones pacifistas “Ford”. Ignoro si los que xaT hablan tendrán razón; pero si sé que abundamos todavía los que sentimos tristeza de las agresiones a la madre España y a lo que de ella hemos tenido, asi sean del más conspicuo revolucionario del enemigo más insigne del Gobierno de Cuba o Oel tendero de la esquina. Es esto tal vez el sentimiento del atavismo que se revela, que se entris, tece. Es amor a lo heredado, a lo que se ha hecho parte de nuestra vida misma, que se srente herido. Es la tristeza que llega cuando Se ridiculiza algo que es intimamente nuestro, y cuya existencia va unida a nuestra alma. Y este sentimiento suave, delicado indefinible, que por jugo de heredad, nos ha venido a todos ios que nacemos en las naciones que en otro tiempo formaren parte de la España, se te Ni ha visto más. duramente ofendido aho ra jue el nuevo Gobierno de México trata de dar otro aspecto a nuestra nacionalidad. Se adhiere a las ideas pan-americanistas de Wilson, elogia la' doctrina Monroe, pretende llevar a nuestras escuelas el sistema pedagógico de los Estados Unidos, protege la incursión del protestantismo, mientras persigue al catolicismo, felicita al gran Woodrow por su matri. monio. decreta el divorcio, prohíbe las corridas de toros y recomienda cl box, el foot-ball y todos los deportes higiénicos que en este lado del Bravo se cultivan. En fin, que se quiere hacer de nosotros el remedo de estos hombres del norte, frío-, calculadores , materialistas, lleno el cerebro de sumas y de restas y ayuno gl corazón de las alegrías del sgn timiento. * " Y esto,, apárte el atavismo nuestro que en lo intimó fpel alma se queja en señal' de prefesta, lejos- el amor a nuestro sello de nacionalidad q"é se revela, y contra las opiniones de los admiradores del pueblo norte americano, no puede implantarse entre nosotros. Resultarla grotesco, ridiculo. Algo digno de las zarzuelas