EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA 17 A su juicio, pues, una práctica religiosa que es saludable para un hombre enfermo, es perniciosa para él mismo cuando goza de salud. No alcanzo a comprender como la circunstancia de la salud corporal pueda afectar el carácter moral de un acto religioso. El que un ministro de una Iglesia Bautista o Metodista niegue el poder de la absolución sacerdotal se puede comprender fácilmente, ya que estas iglesias en su profesión de fe niegan semejante prerrogativa a su clero. Pero no se puede comprender por qué un Protestante Epis-copaliano repudie un poder que está afirmado en su ritual, como es el de perdonar los pecados. Cuando un Obispo Episcopaliano impone sus manos a los aspirantes al sacerdocio, usa las siguientes palabras, que se encuentran en su ritual: “Recibe el Espíritu Santo para que ejerzas el oficio y ministerio de sacerdote de la Iglesia de Dios, que ahora se te encomienda con la imposición de mis manos. Aquellos a quienes les perdonareis los pecados, perdonados les son; aquellos a quienes se los retuviereis, retenidos les son.” (La ordenarán del Sacerdote). Si estas palabras no significan que el ministro recibe, por la imposición de las manos del Obispo, el poder de perdonar los pecados, entonces de nada sirven. -Cuando el. Obispo pronuncia estas palabras, o tiene la intención de trasmitir este poder de absolver los pecados o no la tiene. Si es que tiene la intención de conferir este poder, no podría usar un lenguaje más claro y preciso para expresar su propósito; y si él no tiene intención de conferir este poder, entonces sus palabras son muy a-propiadas para engañar. Imaginémonos a este Prelado dirigiéndose a un candidato al Orden Sacro, por la mañana, con estas palabras: “Aquellos a quienes les perdonares sus pecados, perdonados les son,” y después de los oficios divinos le dice al joven ministro: “Recuerde, señor, que no tiene poder de perdonar los pecados.” Entonces las palabras que usó en la ordenación fueron inútiles. En cambio, cuando un Obispo Católico ordena a los sacerdotes, usa las mismas palabras que acabo de citar, porque las que tiene el ritual Episcopaliano son tomadas de nuestro Libro Pontifical. Pero él da a entender exactamente lo que dice, a saber: Que el sacerdote recibe del Obispo el poder de perdonar los pecados. Resumamos: Hemos visto que el Sacramento de la Penitencia y la absolución sacerdotal, están enseñadas en