El Miínsajkro Bautista 5 cioiniaaiaieuniiBi seidikbíbíidiilx eoniSBHieHHMMHBHmMi*® '¡“AHORA o NUNCA’’!j < 5 gg gg gn gg igm ob mi eo as m es sa ks ku ■ o meBLEU ■■■■»•■■ ■■ ■■ ■ f ¡¡Iglesias, Manos a la Obra!! i Cuando las mujeres de la nobleza i europea, sollosantes y de hinojos I imploraban ante don Benito Juárez en Queretaro, el perdón para el Archiduque Maximiliano y sus compañeros, y, cuando parecía que el Benemérito se inclimfba a ceder, don Sebastián Lerdo de Tejada, el más ilustre de sus ministros, prorrumpió por una ventana que estaba contigua al despacho del presidente, - con esta histórica expresión: “AHO-¡ RA O NUNCA", palabras que resolvieron el problema, pues Juárez entonces como nunca obró con grande । energía negando a las mujeres lo que pedían, condenó a la muerte al • iluso Maximiliano y la Patria se 1 salvó, De igual mantra, creemos que ha ; llegado el momento en que las igle-, sias beutistas mexicanas, revestidas l de energía, abnegación y desprendi- • miento, resuelvan el problema de sostenerse a sí mismas o den principio a ello cuando menos. ¡ El Secretario Ray de la Junta de • Misiones Foráneas, dijo en la Reu-'* nión de los misioneros tenida recientemente en El Paso, Tex., que : las juntas misioneras no podían aumentar sueldos de los ministros, ni emplear más obreros; sino que por ¡ el contrario pedir tres cosas, la. Que se procure recortar a los obreros । que no fueren del todo necesarios; 2a. Que se hagan las mayores eco-nom-.as que se pueda, y por último , que se insista en que las iglesias mexicanas procuren en la medida de sus posibilidades y a la mayor brevedad posible, sostenerse de por sí. Nunca, como en esta ocación se impone de manera tan imperiosa esta necesidad y por eso urge que hablemos claro como Lerdo y que las iglesias, como Juárez, obren con energía. ¿Queréis saber perqué se impone esta necesidad? Pues bien oídme: Estados Unidos está envuelta en la guerra más espantosa y costosa que el mundo haya presenciado y si esta guerra se prolongase, que Dios no lo quiera, llegaría un momento en que las Juntas Misioneras se verían obligadas a suspender sus trabajos en los países extrangeros y entonces con pena veríamos extinguirse la Obra tan sólo por falta de precaución y preparación nuestras. ¡Iglesias, no esperéis hasta el último momento: preparáos para lo peor! Por otra parte ns sabemos hasta que punto llegue a afectar la Nueva Constitución Mexicana a los ministros americanos y nada remoto sería que estos tuvieran que abandonar el campo y por ende también, quizá las Juntas retirarán toda o en parte la ayuda que nos dan actualmente. Pero aun suponiendo que ni una ni otra de las cosas citadas sucediera ¿no créeis vosotros que sería muy justo ir cediendo la ayuda que ha-* béis estado recibiendo por 5, 10, 15, 20 o 30 anos en favor de otro cam-