Pallas Athene a 29 El Trabajo, la Maírtí y la Enfermedad. (Viene dola Píig. 25.) dar a los enfermos, estaban tan agotados por el trabajo, que no tenían tiempo de cuidar a sus propios enfermos y los dejaban sin auxilio. Para que los enfermos no fuesen obstáculo a los placeres de los ricos, se les instalaba en casas donde sufrían y morían no rodeados de sus deudos ni llorados por ellos, sino entre las manos de personas alquiladas al efecto y que cuidaban a los enfermos no ya sin compasión, sino con disgusto. Además, en virtud de que las enfermedades en su mayor parte fueron reconocidas como contagiosas, los hombres, temiendo contaminarse, no solo no se acercaban a los enfermos, sin que aún se alejaban de aquellos que los cuidaban. Entonces Dios se dijo: “Si ni por este medio se puede conducir a los hombres a. q’ comprendan en qué consiste su felicidad, que se Lls arreglen con sus propios sufiimíen- Tratad Resfriados En los Niños Sin Medicina Interna tosl^-^y Dios abandonó a los hombres. En cuanto se quedaron solos, los hombres vivieron largo tiempo sin comprender lo que les faltaba para ser felices, y solo muy a últimas fechas algunos de ellos comenzaron a comprender que el trabajo no debe ser un espantajo para unos y algo forzado para otros, sino que debe ser la obra común y agradable que una a todos los hom bres. Comenzaron a comprender que en vista de la muerte que a cada instante amena-' za a todos, el único acto razonable de todo hombre consiste en pasar en armonía y con amor, los años, los meses y las horas o los minutos reservados a cada quien. Comenzaron a comprender que las enfermedades, no solo no deben ser una causa de división entre los hombres, sino, por lo contrario, un motivo de unión y de amor entre ellos. (onde León Tolstoi.