ÍO / del 30 de mayo al 5 de junio de 1997 FORO Antonio Padilla Corona Ssrgitóeiito irbano en BC En Buena medida, las ciudades son producto de su historia, así como de la realidad social y política, presente en la que están inmersas. Es por ello que, a pesar de estar formadas con los mismos elementos físicos urbanos cómo calles, manzanas, edificios, casas, industrias, escuelas, etc., son enteramente diferentes unas de otras, de la misma manera como las personas diferimos en nuestra personalidad, historia y cultura. En el caso de Baja California, sus principales ciudades: Ensenada, Tijuana, Tecate y Mexicali, son de reciente formación si las comparamos con la mayoría del resto de las poblaciones mexicanas, cuyas fundaciones se remontan a la época colonial. Una de las principales características en el desarrollo urbano bajacaliforniano es que ha estado fuertemente impactado por el desarrollo económico de los Estados Unidos y en especial por el del estado de California. Por otro lado, la política colonizadora del gobierno mexicano de fines del siglo pasado se encaminó a promover las inversiones extranjeras con el fin de estimular el pobla-miento en esta región remota. Después de establecerse la nueva delimitación fronteriza con los Estados Unidos, a El arte se hace presente en la Casn de la Cultura de Tijuana IRJ Vi- * // Parte de una serie de cinco reportajes titulados “Baja California, Tierra de paz., historia y cultura” de la revista Compromiso Empresarial mediados del siglo pasado, el hoy estado de Baja California contaba con una serie de rancherías dispersas en su accidentada topografía y pequeños núcleos de personas, formados principalmente por militares asentados en las fundaciones ex-misionales de El Rosario, San Vicente y Santo Tomás, que fueron sitios utilizados como cabeceras políticas del Partido Norte de la Baja California. A raíz del descubrimiento de oro en el Valle de San Rafael, un grupo de mineros decidió fundar en 1870 una población que denominó Real del Castillo. Dada su importancia económica y el número de habitantes que creció notablemente, el gobierno mexicano decidió trasladar la cabecera política del Partido, de Santo Tomás a Real del Castillo en 1 872. En la plaza central, las calles salientes de las cuatro esquinas y la orientación de la traza urbana, de Real del Castillo reflejó reminiscencias de aquellas remotas ordenanzas que para fundar pueblos dictó Felipe II en 1576 y que fueron ampliamente utilizadas en la fundación de poblaciones en el resto de México durante la época colonial. No obstante, poco tiempo después empezaron a decrecer los beneficios económicos del lugar y consecuentemente su población. El gobierno decidió trasladar nuevamente la capital del Partido, esta vez a la bahía de Ensenada, lugar con futuro prometedor, dada su situación de conformar un puerto natural en la Costa del Pacífico, cercano al puerto de San Diego, California. Cabe señalar que el puerto de San Diego, empezó a adquirir importancia regional, una vez que quedó comunicado por medio del ferrocarril con el Norte y el este de los Estados Unidos. En esta época. California vivió lo que se caracterizó como un auge en su desarrollo, especialmente en la demanda de terrenos susceptibles de colonizar por gente prove- J** 1 4 , * El Minarete, una bella muestra de arquitectura mudejar en Tijuana niente del este de los Estados Unidos. Fue asimismo, una época en que algunas compañías hicieron grandes especulaciones en bienes raíces. De la noche a la mañana transformaban una región desolada, en promesa de bienestar y felicidad para sus futuros moradores. Fue en ese ambiente que la Internacional Company of Mexico de Estados Unidos, adquirió en 1883 una gran concesión de tierras que abarcaron casi todo lo que hoy es el estado de Baja California. La compañía proyectó el gran conjunto urbano denominado Colonia Carlos Pacheco en el que quedó ubicada la población de Ensenada. A partir de entonces, la población de Ensenada se empezó a desarrollar rápidamente como ciudad industriosa con edificios comerciales, muelle, modernos medios de comunicación como teléfono, telégrafo y línea de vapores. Su plano urbano reflejó el sentido pragmático de las nuevas urbanizaciones estadounidenses de esa época. Mientras tanto, el gobierno mexicano había establecido desde 1873 una aduana en que fue el Rancho de la Tía Juana, a consecuencia de! creciente flujo de personas y mer-