Foro del 13 al 19 de junio de 1997 / 23 Fernando Ouirós Domingo Días Porta: Razones para el pensamiento Domingo Días Porta es un MAESTRO -con mayúsculas y en todo el más amplio sentido de la palabra-, a quien tuve oportunidad de conocer hace más de veinte años... Hombre lúcido, inteligente. Sabio podría decirse, marcó,, entonces y en buena medida, mucho del pensamiento que me ha guiado en las acciones posteriores de mi vida. Su visión integral de las cosas, perci- hiendo al Mundo como un solo ente del que no podemos ni debemos desligarnos, obliga a abrir nuestra conciencia hacía cosas y situaciones que se suceden a diario en nuestro enlomo y que antes pudieron pasar desapercibidas. En sus tantas conferencias, cursos, seminarios, que ha impartido por el Mundo, la compilación que se logra en su Obra RAZONES PARA EL PENSAMIENTO -editado por la Mancomunidad de la América India Solar (M.A.I.S.) -movimiento indigenista fundado por él-, sintetiza en mucho su propuesta de sintesis que debiera ser asimilada por los Seres Humanos. Es importante presentar “un programa de renovación de los valores culturales de la humanidad, a fin de ensanchar los horizontes de la conciencia”, señala en su exposición. “El sistema educativo actual es muy limitado”, continúa diciendo, "crea la impresión de los seres humanos de que la cultura tiene barreras, tiene límites, condiciones, dogmas", y todo esto ha terminado por alimentar un escepticismo y falta de fé en los valores superiores del espíritu... “De ahí que los hombres están hoy acongojados, limitados por sus problemas materiales y quieren buscarle una solución material al problema material, sin darse cuenta que es caer en un círculo vicioso... para vencer lo material tenemos que recurrir a las fuerzas superiores, a las energías sublimes de la conciencia”. La limitación de la cultura de hoy, de acuerdo a Dias Porta, proviene de una falta de comprensión de lo que es el hombre... existe una actitud pesimista, pasiva, que nos impide trascender nues tras condiciones actuales de vida, gracias a una educación estrecha, dictada por una filosofía oficial impuesta por una sociedad, una época, un lugar determinado a las gentes desde la infancia. “Se sabe que una cultura no satisface al hombre cuando esa cultura, esa educación. esa formación justifica las guerras, los crímenes, la violencia, los vicios, en fin cuando esa cultura se hace enfermiza y degradante para los seres humanos, y además tiende a destruir la naturaleza e ir contra las fuentes mismas de la vida”. “Surge entonces un movimiento de reacción natural, una especie de instituto de defensa en la cultura, que trata de romper sus propias paredes e ir más allá”. A decir de Días Porta, “en la ciencia actual encontramos esa decadencia que se presenta cuando el hombre de ciencia se dedica a construir armas para destruir a la civilización; cuando se compromete a crear industrias que destruyen la naturaleza, que contaminan el ambien- te, que maquinizan al hombre... podrá ser muy efectiva mercantilmente, muy espectacular en sus logros, pero al espíritu humano no le llena, y sí por el contrario, lo amenaza por su falta de moral, su falta de visión, su dogma, su limitación especializada... Una especialización que se convierte en una barrera contra la comprensión, una amenaza para la verdadera cultura, en claro antagonismo a las necesidades del espíritu por su cerrazón a la verdad. El buscador de la verdad está obligado a investigar en todos los campos de la cultura, en todos los manatiales del Saber, por todas las vertientes del espíritu, pues de lo contrario no tendrá la verdad; tendrá tal vez una ideología, una interpretación de la realidad, un sistema filosófico o científico, pero no la verdad... El camino a la verdad es la sintesis, no solo de la química con la física, sino de la ciencia con la religión, del arte con la filosofía, de la teoría con la práctica, con el trabajo, con la recreación, con el sentimiento, con el intelecto... Todo esto llevado a la Matesis, a la vivencia, a la realización... -Wé. x ■»0 b / / "... Hay mucha falsedad, mucho de pose, en una creencia que ha sido puesta la servicio del mercantilismo, del industrialismo, del materialismo... El hombre de ciencia con visión, no se deja dominar por la especialización, se da cuenta de esta realidad... Comprende que existe ciencia por todas partes y que mientras el hombre no esté preparado en conciencia, no podrá captar la realidad científica del Universo, su realidad artística, su realidad filosófica... No asi mila entonces el sentido místico de la vida, de la existencia”. El Arte, en este sentido es mucho más amplio, pero el desarrollo de la sensibilidad estética es importante para romper con esas barreras de conceptos, de razonamientos a que el hombre de ciencia es tan dado a utilizar, como cadenas de palabras siguiendo un orden lógico. "Cuando el hombre se unlversaliza -continúa diciendo- deja de usar las palabras para entrar al estudio de los símbolos, la verdadera ciencia maneja símbolos, números, letras, fórmulas que vienen a ser símbolos de aspectos de la verdad... Lo mismo ocurre con el artista; cuando pinta un árbol, el verdadero artista en realidad se está pintando a sí mismo, se está proyectando en lo que si vé... pinta el sentimiento que el árbol despierta en el”. En este sentido, el arte tiene más sentido humano que la ciencia; la ciencia es fría, no se interesa por la felicidad y la sabiduría del hombre, sino por producir cosas útiles a la industria, al comercio, a la política. Le falta calor, esa intimidad que el arte sí proporciona. Por otro lado, el problema de la religión es el problema de la ciencia; se ha especializado, se ha sectarizado, y ello le impide ver una acepción universal de la verdad... Toda secta cree ser la dueña exclusiva de la verdad y termina monopolizando a Dios, llegando a contradecir los principios de la propio religión, del mismo modo que el sectarismo científico contradice al espíritu científico. “El espíritu verdadero de la ciencia es perfectamente imparcial, sin perjuicios o posturas ideológicas” del .mismo modo que “la religión es universal". Ese camino de sintesis que nos permi- te ver la verdad, está en la vida misma... La verdad supone un camino y no es que en la meta, al final del camino esté la verdad... esto es falso... la verdad es el camino, al caminar estamos encontrándonos con la verdad. “Decía una vez un religios hindú que la verdad estaba en una Isla y que los que están en la otra orilla del agua, unos van nadando, otros en lancha o bote de remos al encuentro de la verdad. El decía que prefería la lancha para llegar más rápido... yo lo objeté diciendo que prefería irme a nado, porque nadando puedo vivir la experiencia del camino, t£"D disfrutar del agua, del ejercicio, desa- te:-rrollo mis facultades y estoy viviendo la verdad. En la lancha vas cómodamente adormecido sin vivir el camino, y cuan- s-- . do llega a la isla, no ve la verdad, ve una isla desierta, pues la verdad no está en la meta, la verdad está en el camino”. A pesar de haberme encontrado con él muchas veces, de haber compartido el pan y la sal, e incluso algunos viajes en automóvil, pocas veces he cruzado la palabra con Domingo Días Porta; heg-j'J preferido escucharle... Lo he seguido, lo eeg he observado, y hoy, más de dos déca-íg das después de aquél primer encuentro, sigo aprendiendo...