DE LA RELIGION. ^75 Como aunque al articulista-se le haya escapado el “lapsus calami” de aventurar la especie de que. haya habido relajación en la Iglesia del Señor, no me puedo persuadir .de que sea capaz de sostener que la Iglesia Universal haya caído en error, me atreveré también á copiarle el cap. 3 9 de Censibus del 4 P Concilio general de Létran, que á la letra dice: “Queriendo el Concilio Lateranense defender la inmunidad de la Iglesia contra los. Cónsules, Rectores de la ciudad, y otros cualesquiera que intentan gravár las Iglesias y á los E.clesiásticos con. tallas, contfibuqiones y esac- ' cienes,/prohibió la presunción de éstos con la pena del.ahátéina, y ordenó que tanto los « tranagresores, como sus fautores, estén sujetos á la es-comunion hasta tanto que hayan dado la condigna satisfacción. . “ Ya hemos, visto que el Concilio general de Trento amonesta á los Emperadores y Reyes, que hagan guardar la inmunidad real y. personal de la Iglesia, establecida, dice el Concilio, “por la orden dé Dios. ” Pero lo que sin duda no ha pasado por las mientes del articulista, es que el Concilio de Constancia que eleva hasta las nubes el Illmo. Bossuet, autor de la Defensa dé la Declaración del Clero de Francia, sea también un grande propugnador de la inmunidad de’la Iglesia: oiga vd. su decreto. “El Concilio decreta y ordeña para siempre tajo las mismas penas y censuras, que pinguna persona sécular de cualquiera-'dignidad, aunque tenga el carácter’dé imperial, real, ó cualquiera otra, ecsija ó reciba Con el pretesto de consentimiento del obispo, tallas, impuestos, cargas, ó subsidios, sin haber obtenido préviameñté el consentimiento del Romano Pontífice. “ Dice el articulista que Gregorio VII intentó establecer su Imperio “ Universal, cuyo intento en los últimos siglos ha sido ya apreciado en “ lo que vale. ”-«Al ver que tan á secas nombre el articulista á Gregorio VII, se le figurará á vd. que seria un Pontífice hombre bueno si sé quiere y un tanto cuanto ambicioso, como suelen Serlo aun hombres medianos. Ihies no señor mió: Gregorio VII no fué un hombre cualquiera; poi sus .virtudes mereció ser canonizado^ y la Iglesia toda lo conoce con el ■/.ombre de San Gregorio el Grande. Oiga vd. lo que acerca de este gran Santo dice ñfióiüe los hombres mas eminentes y distinguidos del siglo actual. “ Entre tódos los Pontífices llamados á esta grande obra (dar reglas ciertas dé costumbres y leyes á las naciones occidentales) Sán.Gre-gorio se eleva magestuosamente como los altos cipreses entre los pequeños arbustos. Los historiadores de su tiempo, entrando aquellos á quienes su nacimiento podia inclinar á los; emperadores, han hecho plena justicia áeste grande hombre. Era, dice uno de ellos, un hombre .profundamente instruido en las Santas Escrituras, y que brillaba con toda suerte de virtudes. Manifestaba, dice otro, en su conducta todas las virtudes que su boca enseriaba án>s hombres. Y Floury qué no lisonjeaba a los Papas, como demasiado se sabe, no rehúsa sin embargo de conocer “ que San Gregorio VII fué un hombre virtüósó, nacido con grande valor, educado en la disciplina monástica mas severa y lleno de un celo ardiente: para purgar la Iglesia de los vicios con que la veia inficionada.