Capturo a Obregon IBueloa Levantó un Aeta Dieiendo que Fusilaba a Obregon 6por A-mbieioso y Traidor a la Revolueión9 ^ontraba, €i general Francisco Villa, partió Miguel Buelna de Ahuacatlán, Nay. Catorce días tardó en atravesar la sierra, hasta negar a la ciudad de Zacatecas, en donde inmediatamente dió aviso de su arribo ai Comandante Militar en el Estado, general Félix Bañuelos. Banuelos proporcionó todo género de facilidades a¡ joven Miguel para que continuara a León, Gto., donde se encontraba el general Villa. Cuando el hermano del general Buelna llegó a León, Villa y sus lugartenientes hacían los planes para resistir el ataque de las fuerzas constitucionalistas que después del triunfo de Celaya, avanzaban hacia el Norte. El Jefe de la División del Norte tenía ya conocimiento de la llegada de Miguel Buelna a León e hizo que inmediatamente fuera conducido a su presencia. —/Con que tú eres hermano del Chamaco Buelna! —exclamó Villa viendo a Miguel de arriba a abajo y añadiendo; — DiTe al Chamaco que Pancho Villa está, muy contento con la Retirada que hizo ac La Muralla; ya sé que se retiró licuándose hasta las “uacenicas” de los hospitales.... ;Esos son generales, señores!—agregó el famoso guerrillero dirigiéndose a varios militares que le rodeaban. —¡Esos son generales y no los que intrigaron a Buelnita pa’ que no le enviara yo parque! Villa pidió a Miguel que le diera los detalles de la forma como Rafael se había retirado desde La Muralla hasta Ahuacatlán, sin dejar elemento de guerra alguno al enemigo. El guerrillero escuchó atentamente al enviado, exclamando de vez en cuando: —¡Ah, que Chamaco, y yo que no le he enviado parque... ! ¡Ah, que Chamaco!... Cuando Miguel terminó de poner al corriente al guerrillero, de la situación en el territorio de Tepic, el Jefe de la División del Norte llamó a uno de sus ayudantes, y le dijo: —Dele aquí una orden al joven Buelna, para que el general Bañuelos le entregue en Zacatecas cinco millones de cartuchos, vestuario para cinco mil hombres, dos mxl carabinas y.... * Villa interrumpió y volviéndose a Miguel, preguntó: —¿Cuántos hombres traes? •—Veinticinco, mi general. —Y ¿tú crees que voy a exponer lo* elementos de guerra, muchacho?.. .—A ver —añadió el general, dirigiéndose al oficial de órdenes: -—que Bañuelos le dé a este muchacho unos trescientos hombres para que lleven el cargamento a Tepic. Al despedirse de Migue], el general Villa volvió a elogiar a Buelna, asegurando a sus lugartenientes que era uno de los elementos de mayor confianza de que disponía. EN ZACATECAS Miguel regresó a Zacatecas, no solamen te provisto de la orden del general Villa, sino también de importantes noticias para su hermano. Al marchar al centro del país en busca del guerrillero, Miguel había recibido esta consigna de Rafael: —Te informas bien de la situación y sobre todo de la Convención de Aguascalientes, porque si me lancé a la revolución por ideales, no continuaré peleando s-i esos ideales han sido manchados por los hombres de la División del Norte. En Zacatecas, Miguel se ocupó en arre glar el convoy para cruzar la sierra lo más pronto posible y cuando ya estuvo todo dispuesto, anunció al general Bañuelos su marcha. Pero pocas horas faltaban para que el convoy saliera de Zacatecas, cuando Mi-^guel Buelna recibió un mensaje del gene-■yrai Villa en el que le advertía que teniendo que concentrar a toda su gente en Aguascalientes como consecuencia del fra caso de la batalla de León, no podría facilitarle escolta alguna para conducir los elementos de guerra a Tepic, y que, por lo tanto, debería marcha solo a dar cuenta a Rafael de ]a situación, para que éste enviara gente a recoger las armas, el parque y el vestuario. Como consecuencia de esta disposición del guerriHero, Miguel partió solamente acompañado de varios hombres hacia Ahua catión a donde llegó siete días después informando a su hermano del resultado de su comisión. PERDIDOS moral y materialmente Fue entonces cuando el general Buek xa resolvió ir>aíC¡lar a zacatecas para re-;oger personalícente los elementos de güera y coñioreí<(qar al m¡smo tiempo COn d Jefe de ’a División del Norte. Tres sananas permaneció el general a< lente de] terrl^)rio tepiqueño. Al regresar legó con 109 ehmentos de guerra; per» >ien desmoraliza(|o y':" »»»'#« í: . " ; . y •. ■ ■ : < A* <*<-•? ,;V-- »•>, x:r:i -.t teiíi viL - El general jRafael Buelna con su esposa, doña Luisa Sarria de Buelna, y su hijo Rafael. Esta fotog'rafia fue tomad-a en El Paso, Texas, donde Buelna re-genteó ven restorán durante los meses que estuvo exiliado. —EstazzLos perdidos moral y materialmente—dijo Rafael a su hermano, anadien do: —MorcrTmente, porque el villismo se ha convertido en un grupo de ambiciosos a cuyo frente está el mismo Villa, a quien comprendo los deseos de llegar a la Presidencia de la República; y materialmente, porque es (tificil que la División del Norte se reponga, después de las derrotas de Ce-laya y León. Sin embargo, tenemos que pelear.... JBs un compromiso, hermani to, y voy a cumplir con él hasta donde alcancen mis fuerzas... Rápidamente reorganizó Rafael Buelna a sus fuerzas y marchó sobre Tepic. Al llegar a las goteras de la ciudad, habló por teléfono con el general Ernesto Damy, Comandante Militar de la Plaza, diciéndole: —Oye, Ernesto, ¿me vas a esperar? —Sí—contestó el general Damy—aquí te voy a quitar lo general. —No ri'Lds no corras y verás qué tal son los bi4,clnistas...—contestó Rafael. Y colgando e] audífono, ordenó el ataque a la plaza, derrotando completamente CASTIGO (Sigue de la 2a. Pág.) de termina.r las veinticuatro horas de sacrificios. En los viejos colegios militares de Alemania, los novatos tenían que pasar, en primer lugar, por una serie de pruebas casi oficiales, y luego tenían que aceptar las bromas de sus futuros condiscípulos. También, en México los novatos han sido siempre víctimas de sus compañeros. La prueba a las que eran sometidos los nuevos alumnos del Colegio Militar, eran terribles. Los recién llegados sufrían, por lo me nos, un bario de agua fría o bien tenían que montar* potros brutos. Era tai el número de crueldades que muy a menudo se cometía con los novatos, que el gobierno de México se vió en la necesidad j)I*ohibir estas prácticas. En Italia, desde que el partido fascista se enctiéntra en el poder, las pruebas a los nuevos estudiantes han quedado abolidas y subst:tuíSigo a esa, porque han quemado el puente de Velardeña”. Llegó a Chihuahua y al bajar en la es tación, llamó al coronel Gregorio Osuna. Jefe de su escolta, ordenándole: Oye, Jefe Goyo, voy a ver al general Villa y quién sabe cómo se me ponga el asunto; sígueme con la escolta y cuando oigas un tiro entras como puedas al cuartel general, porque el general Buelna estará en peligro. Con gran desplante llegó Buelna ai cuartel general de Villa y dejando a su escolta frente a] edificio, entró seguido de su jefe de Estado Mayor, ingeniero Juar de Dios Bátiz. CON EL GENERAL EN JEFE Villa estaba en el comedor, rodeado dt varios generales, y al ver a Buelna, exclamó furioso: —Pero ¿por qué ha desobedecido mis órdenes? ¿No le dije que se quedara ezi Durango? ¡Eh? —exclamó Buelna con rabia—. ;Pero qué manera de recibir a uno!... Y sin esperar la respuesta del guerrillero, el joven general dió la media vuelta para salir del comedor. Ville, nervioso, se puso en pie, gritando: —¡Pos pa'dónde va, Chamaco! ¡Venga, Chamaco, venga, y déme un abrazo, hombre! Buelna se detuvo en el quicio de la puerta, mientras que el guerrillero, sonriente, avanzó hacia él, dándole un fuerte abrazo, y tomándole de] brazo, le dijo: —Pero hombre, Buelnita. ¿pos qué no comprende que me hace jaita en Durango? —Sí, mi general, pero antes quiero hablar con usted sobre algunos asuntos... —Bueno, hombre, quédese aquí y hxx "blaremos. Y el guerrillero hizo que Rafael se sentara a su lado, después de recibir lot* abrazos de los generales que estaban en el comedor. Largas horas conferenciaron Villa y Buelna; pero ese misino día en la noche. Rafael confió a su hermano: —Miguel, nos vamos; ?/ nos vamos pa ra los Estados Unidos. Yo entré a la Revolución a pelear por ideales y Villa no me puede convencer con sus ambiciones. RUMBO A EL PASO Y en los momentos que los dos hermanos hacían sus planes para marchar al Norte, llegó a la estación el general Villa. El guerrillero hizo saber a Buelna, que el general Rosalío Hernández se acababa de unir a los carrancistas y que había resuelto ir a batirlo. Challo—dijo Villa a Buelna—era uno d« mis mejores muchachos; pero me ha traicionado y’hora le voy a probar a lo que saben las traiciones... Villa partió para el Sur y apenas había salido cuando Rafael ordenó al maquinista de su tren especial: —Muchacho, pícale para el Norte, hasta Ciudad Juárez... El tren se puso en marcha. Era una marcha desesperante: la mayor parte de los puentes estaban quemados; la vía férrea estaba llena de máquinas muertas. Pero Buelna todo lo vencía. Junto al maquinista dió órdenes, trabajó, abrió el paso. Sabía que si su marcha hacia el Norte era descubierta por el general Villa, su vida estaba en peligro. El tren especial llegó al fin a Ciudad Juárez. Buelna y sus amigos desembarcaron rápidamente y a bordo de un automóvil cruzaron la línea divisoria. Horas después de haber llegado a ES Paso, Texas, el general Rafael Buelna tuvo en su poder una copia de un telegrama firmado por el general Francisco Villa y recibido por el Comandante Militar de Juárez. Decía el telegrama: ‘’General Buelna llegará esa, tren. Aprehéndalo y *inda parte de su fusila miento.” ------ fíN —— PAGINA 11