EL MOMENTO QUE PASA | Por FRANCISCO CRUZ-AEDO "EL DIA DE LA VICTORIA". to tal celebración ofende y es condenable. El "Día de la Victoria" debe de ser un día en que se conmemore el triunfo del amor, de la unión, de la justicia auténtica y de la buena voluntad para todos. Es impropio y está fuera de lugar celebrar este día cuando todavía hay rencores, odios, señales de borrasca, gritos de venganza y tristeza profunda en el corazón. — PRUEBA INTERESANTE. España, o mejor dicho el Generalísimo Franco en compañía de sus seguidores, acaba de celebrar el "Día de la Victoria", primer aniversario de su triunfo, con brillantes desfiles militares, banquetes costosos, funciones llenas de luz y reuniones políticas donde se hizo alarde de grandeza y poderío y se derramaron toda clase de flores y alabanzas para Franco y su gobierno. Hubo mucha pompa y alharaca; muchas vociferaciones torpes e incípidas. "¡Día de la Victoria" para España! Qué benéfico sería que estos mismos que celebraron este día hicieran un viajecito de inspección por toda España, para que se dieran cuenta del estado actual de la desventurada patria de Cervantes, grande y gloriosa en épocas ya idas. Por doquier encontrarían ruina y destrucción. La guerra civil no trajo más que un aniquilamiento de las fuerzas productivas del país. Centros que fueron notables por su actividad y movimiento se convirtieron en lugares desolados donde corrió la sangre de hermanos a torrentes. Pueblos alegres y trabajadores se encuentran hoy llorando la pérdida de sus hijos jóvenes y predilectos que quedaron unos en los campos de batalla y otros esparcidos por todas partes, buscando un lugar donde establecer sus hogares- que fueron desbaratados en su país natal. Con toda seguridad estos señores que hicieran este viaje de observación encontrarían que los dos bandos que lucharon en España fueron poseídos de un espíritu demoledor y sembraron la miseria a manos llenas. La guerra los cegó y se convirtieron en fratricidas que' por meses y meses no hicieron otra cosa más que matarse y destruirse. España atraviesa hoy en día por una época tristísima. Hay hambre y miseria, hay dolor y llanto, hay desconfianza e inseguridad, hay odio y rencor en el corazón. Ante tal cuadro la celebración de "El Día de la Victoria" resulta grotesco. Ante tal cuadro la celebración de "El Día de la Victoria" resulta grotesco y trágico. El día en que el gobierno actual de este pueblo, heroico haga esfuerzos gigantescos y sacrificios grandes para acelerar el nuevo resurgimiento de España y haga desaparecer esa situación anormal y desiquilibrada en todo el- país; el día en que Franco y su gobierno asuman toda su responsabilidad y se preocupen por el bien de todos; el día en que olviden sus odios y sus deseos de venganza y abran las^ puertas del país para tantos y tantos españoles que se encuentran desterrados; el día en que ofrezcan las mismas oportunidades para adorar a Dios tanto a católicos como a evangélicos; el día, en fin, en que sean respetuosos de la vida de aquéllos que no piensan como ellos, que se celebre el "Día de la Victoria". Mientras tan- Cuan cierto es que nosotros poco nos interesamos por nuestros semejantes y poco nos preocupa su bienestar. Hace días unos agentes de tráfico del Estado de Texas, queriendo probar a los automovilistas su interés por el bien de los demás, colocaron una caja grande en medio del camino de tal modo que parecía un obstáculo peligrosísimo para cada automóvil que pasaba por allí. Pdra hacer una prueba un poco más interesante colocaron cinco dólares debajo de la caja y se escondieron en un lugar cercano para observar lo que pasara. Ninguno de los que pasaron por allí se detuvieron un momento para remover el obstáculo. Cada automovilista disminuúa su velocidad un poco, desviaba su dirección y pasaba delante. Nadie, nadie se preocupó por hacer desaparecer ese peligro. Los policías contaron 372 automóviles entre camiones y coches. A la caída de la tarde, ellos mismos removieron la caja, tomaron sus cinco dólares y se fueron a sus hogares con menos fe en la bondad de los hombres. Como 500 personas pasaron por allí en coche y ninguno se detuvo a pensar: "alguien puede sufrir un accidente de consecuencias graves o encontrar la muerte; quitemos este estorbo y evitemos una desgracia". Creo no equivocarme al decir que nuestra actitud =y manera de proceder hubiera sido semejante a la de las personas que pasaron por esa carretera el día de la prueba. Esa actitud de indiferencia por el bien de nuestros semejantes es un retrato fiel de la condición del corazón humano. Tenemos mucho del espíritu del levita y del sacerdote que viendo la necesidad del hombre que descendía a Jericó en la parábola del buen samaritano se pasaron de un lado y con frecuencia imitamos a Caín y exclamamos: "Acaso soy yo guarda de mi hermano?" Me encantan y admiro las organizaciones de los Boy Scouts porque éstas inspiran a los jóvenes a ejecutar "buenas acciones" diariamente. Un buen "boy scout" anda en caza de actos nobles y extiende su mano bondadosa cada vez que hay la oportunidad de servir. El cristiano fue puesto aquí para hacer el bien. Si permite que la oportunidad se pase y cierra sus ojos ante el peligro en que está expuesto su hermano como lo hicieron esos señores automovilistas no cumplen con su deber ni siguen fielmente las pisadas del Maestro. Página 3 I lev THIS DRAWING IS SUBSTANDARD 1, FOR PRINTOUT FROM MICROFILM