Lie. Querido Moheno. ya adquiirdo celebridad, cuando ya los magazines, que lies,an a enterarse de ello, comienzan a ofrecerles, por un periodo más o menos corto, cantidades extraordinarias por sus trabajos. Los nuevos autores creen que estos precios pueden perdurar por tiempo indefinido; y luego la dan por la esplendidez en sus de.rroches de dinero, de lo cual no pueden prescindii aun cuando ya dejen de ser novedades sencionales y de alto precio en el mercantilismo literario. "No importa cual sea la capacidad intelectual de un autor, tan sólo puede considerársele como una novedad, por una corta temporada. Y son pocos, muy pocos los novelistas populares que con el tiempo sean capaces de un desarrollo intelectual ascendente para poder evitar, en sus producciones periodisticas, el fracaso de su efímera reputación literaria. “La circulación de sus libros puede aumentar considerablemente; pero es indudable que su demanda por el público como autores novedosos disminuirá en proporción. Tan luego como un nuevo autor obtiene celebridad, las publicaciones periodisticas lo persiguen como en su tocado persiguen las mujeres las últimas modas. “El natural resultado de todo esto es el agotamiento de los autores por exceso de trabajo intelectual. Bajo el sistema de agencias literarias, tengo conocimiento de contratos hechos por varios libros no escritos todavía, y por los cuales se ha adelantado dinero en pago de ellos. “Pero," continuó el señor Holt, “lo que hace más notable este pernicioso sistema de magazines, es la protection que éstos reciben de parte del Gobierno. Hace como dos años que The Unpopular Review publicó un artículo en que se aclaraba el hecho de que el cobro postal de un centavo por libra, por razón de porte, era un estímulo para el desarrollo extraor-t diñarlo de las publicaciones periodisticas; a tal grado, que hoy se imprimen en los Estados Unidos, antihl-mente, fuera de los diarios de información, más de siete billones y medio de ejemplares de magazines, y de este número más de la mitad se distribuye por medio del corréb. Nosotros damos a la publicidad menor número de libros, comparativamente, que las otras naciones civilizadas; pero imprimimos más publicaciones periodísticas que todos los demás países en combinación. Publicamos el sesenta por ciento de la literatura periodística, llamémosle así, del mundo