con lo mediocre. Asi, por ejemplo, después de leer y releer a Shakespeare hasta saberlo de memoria, comete la inconsecuencia de admirar a Fenimore Cooper. Este solo dato demuestra una falta absoluta de criterio artístico, que ni siquiera vale la pena de comentar. Las Novelas de Cooper son buenas para pasar el rato y_____ nada más; pero juzgadas con un espí- ' ritu elevado, no merecen tomarse en consideración, aunque todos los sabios de la tierra las declaren dignas de la pluma de Walter Scott. Entremezclar a Shakespeare con “I^a Cabaña del Tío Tom” me produce la misma impresión que la famosa tela de Penélope que era tejida durante el dia para ser destejida en Ls. horas de la noche. Efectivamente-un individuó que lea por laLmañana^el soliloquio de Hamlet o la oración de Marco Antonio se tiene que ennoblecer espiritualmente; pero si después de una comunión estética tan noble se pon? a leer diálogos artificiosos de esclavos y negreros, resulta inevitable que la elevación mental adquirida desaparece inmediatamente. Los jardines fragantes, si quieren vivir, no deben tolerar las inundaciones vacuas de las verdolagas. xxx ¿Obedecen los artículos del Dr. Cerna a un excesivo ayankamiento? No lo queremos creer por más que nos hagan vacilar sus citas constantes extraídas de poetas • norte americanos, y el calor con que defiende « autores de segunda línea, por la mera circunstancia de haber nacido en Estados Unidos. En este particular el Dr. Cerna exhibe lo que yo llamaríq “el orgullo de conocer bien el inglés”. Inculpa al Sr. Moheno de no saberlo a fondo, y estar por tanto imposibilitado de hacer un estudio serio de la literatura norte-americana. Y tiene razón el Dr. Cerna: Moheno no puede hacer un estudio literario definitivo de Longfellow ni de Emerson; pero tampoco lo ha pretendido. Hizo un humorismo de las extravagancias de los periodistas yanquis-------y nada más. El Doctor Cerna fue quién le dió una importancia apocalíptica al artículo “Cocina y Literatura.” El Sr. Moheno jamás ha dicho que conoce a fondo y en todos sus detalles a ningún escritor norteamericano, . El Dr. Cerna seguramente los conoce st perficialmente desde el momento en que la vida es corta para ahondar cualquier materia. Lo que ha dicho Moheno—y para eso no se necesita el dominio absoluto del inglés es que la literati ra norte-americana carece de genios como Hugo o Zolá. El Dr. Cerna no conoce el alemán, y no puede apreciar las bellezas del Fausto en todo su esplendor; pero en las traducciones, no obstante de perder mucho, puede apreciar que es el poema más grande de los tiempos modernos. Tampoco conoce el riso, y sin embargó,basta qué lea una traducción de Anna Karenine para comprender que ese sólo libro leído en idioma extraño vale más que todas las novelas americanas leídas en su inglés ori-ginaL ~ Esto no quiere decir que bastan las traducciones para dar a conocer a los autores; pero siempre serán preferibles los “genios traducidos” a las “medianías originales.” No hay que tener por tanto, un enm orgullo de saber inglés--------- El Dr. Cerna en sus largos artículos publicados en “Revista Mexicana" no ha hecho una sola cita de un escritor español ni muchísimo menos de uno mexicano. Todo lo hace desprender del pensamiento inglés. Evoca una estrofa de Bryant para hablarnos del triunfo de la verdad sobre el error cuando podía citar los siguientes versos de Díaz Mirón, que so» mucho más bellos que los del poeta norte-americano: “Sobre la impura huella del fraude, la verdad, austera y sola, brilla como el silencio de una estrella por encima del ruido de una ola.” Siguiendo la tradicional costumbre mexicana, cita el pensamiento extranjero hasta cuando dentro de casa, lo tenemos superior. Sin embargo, a pesar de que las apariencias son contra rias a los hechos, no queremos creer que el Dr. Cerna sea un ayankado. Conoce perfectamente la literatura inglesa y sabe perfectamente, aunque procure demostrar lo contrario, que desde Shakespeare hasta Irving, y desde Byron hasta Whitman, no se ha efectuado una transfiguración sino un retroceso lastimoso para la civilización. XXX Examinemos ahora la tercera hipótesis. ¿El Dr. Cerna provocó una polémica, por el deseo de discutir con el licenciado Moheno, importándole poco el tema de la controversia? Algunas gentes nos dicen que el Dr. Cerna jamás pierde la oportunidad de entrar en polémica1 por que cree que “de la discusión nace la luz". Y cuentan que tanto le gusta discutir, que en cierta ocasión, entabló una controversia shakespeariana, con unos cómicos_____ de la legua que barajaban en sus elencos 'Julieta y Romeo1 y 'Otelo' con “El Jorobado" y “María la Emparedada." Asi pues, cuando túvola oportunidad de .discutir con el licenciado Moheno sintió la felicidad de un paraíso próximo- Si de la discusión con los cómicos ' había surgido una candelilla insignificante, de la contro versia con Moheno tenia que surgir una millonada de focos de arco bastante para iluminar el Luna Park de Nueva York. ~ r /Además, discutir con Moheno tenía el encanto de cruzar las armas con el formidable parlamentario que más ha dado que decir a la opinión pública en los últimos años. Para un “amante de la discusión" la ocasión era tentadora y única. Yo me explico todo esto, porcine fui víctima de esa misma vanidad, hace algunos años, cuando era estudiante de Historia Patria, en la clase superior que daba el Lie. Genaro Garcia en el Museo N. de Arqueología. Provoqué una polémica, sobre un autógrafo de Morelos, con el reputado historiógrafo Don Vicente de P. Andrade, y suscité una controversia a propósito de la autenticidad del “Arbol de la Noche Triste" con el propio Don Justo Sierra. Recuerdo que cuando mis ilustres contrincantes se ocuparon de mis argumentaciones, experimenté una de las alegrias mayores de mi vida. Poco