102 LA. VIOLETA. En efecto, fueron y hallaron el pollino atado á la, puerta entre dos caminos, y al desatarle, míos de los que allí estaban les dijeron: ¿por quó desatáis al pollino?y contestando lo que Jesús les había, mandado le trajeron la cabalgadura, sobre la cual montó Jesús, 6. hizo asi su entrada solemne en la populosa ciudad d J Jerusalem. Muchos tendían sus vestidos por el suelo y le regaban con llores y palmas para, que pasara Jesús, que era, aclamado por la multitud di-ciendole: /Hossconi'// ¡I>endito el (pie "viene en nombre d-! Selíor! ¡ i lowimna en las altiirasj No pasaron muchos días desde su entrada en Jerusalem, cuando se le vio en el templo arrojando a los que allí comerciaban. ¿No está escrito, les decía, que esta casa, casa de oración será llamada por todas las gentes? ¡Y vosotros la, habéis convertido en cueva de ladrones! Y trastorno, dice el Evangelio, las mesas de los monederos y las sillas de los que vendían palomas. III El MluPvCo les Santo, tercer día déla semana, celebrase según San Lúeas la oración de Jesus (ai el huerto de Gethsémani. ¡Que prolundas meditaciones, y cuán santos son los recuerdos (pie afluyen á nuestra menta al pensar en la, sublime oración del Salvador! Siguiendo los detalles de aquella escena dolorosa (pie nos trasmite la. historia, á través del tiempo, cuando el Hijo del Hombre, presado cruentos sufrimientos por la impiedad de los hombres, dirijía al Dios Padre la oración más poderosa que se ha levantado sobre la tierra, nuestro espíritu se contrista íntimamente, las lagrimas acuden a los ojos sin poderlas contener y la mas dulce melancolía se ap<)dera de nuestro corazón-. Ya nos figuramos al Redentor del mundo en el instante de su oración, pálido como una magnolia de la. Judea; sus ojos como la gloria manando lágrimas; teniendo 8U.s lábios encendidos como carbunclos rojos que lucen como de fuego; caliendo de su frente gocas de sangre del color brillante