160 REVISTA EVANGELICA Marzo Un Escape Maravilloso ----o--- Hace muchos años, un chacarero cierto día fue a la ciudad vecina de Cornwallis, donde él tenía que hacer algunas diligencias. Ya era bastante tarde, cuando hizo los preparativos para regresar. El amigo, donde tenía guardado su caballo, le aconsejó de quedarse esa noche en la ciudad. “Llevas tanto dinero encima,” decía él, “y el camino por el bosque no siempre es seguro.” El chacarero se reía del temor de su amigo, montó a caballo y se fue. Sin ningún contratiempo, llego a media noche a su casa. Pasaron los años. El chacarero era ya un hombre anciano. Cierto día le habló un desconocido, pre-gnntándole: “¿Se acuerda usted todavía, que una vez, hace muchos años, una noche tarde, iba usted a su casa, llevando una suma grande de dinero?" “Sí”, le contestó, “esto me acuerdo muy bien " “¿No vió usted aquella noche nada extraño?" “No," le contestó el agricultor, “a lo menos que yo sepa ¿Qué quiere usted decir con esto?” Entonces el extranjero le contó, que él aquella noche, con varios otros, habían formado el plan de robarle. Habían estirado un alambre de un árbol a otro, cruzando el camino por donde él tenía que pasar, justamente a la altura de su cuello, o que lo voltería del caballo, pudiendo ellos asesinarle y robarle. Con mucha animación seguía contando el hombre, como él y sus compañeros, escondidos entre los arbustos al lado del camino, habían estado esperando su llegada. Al fin oyeron venir un caballo, que se acercaba cada vez más. En esto el jinete llegó al lugar, para él tan peligroso. Entonces, justamente en el momento en que ellos pensaban verle caer muerto o desmayado al suelo, vieron a su gran sorpresa, que él se inclinó y pasó por debajo del alambra. Tan grande fue la turbación de los salteadores, que ni siquiera atinaron de perseguirle. Como se entiende, el chacarero se turbó profundamente cuando oyó este relato. “Alabado sea Dios,” dijo él, mientras las lágrimas le brotaron de los ojos y después de unos momentos continuó: “Me acuerdo todo lo de aquella noche. Sé, que una sola vez durante el viaje me incliné, porque sentía un fuerte dolor en un pie Me acuerdo todavía, que sentía una puntada aguda, que me incliné para pasar la mano por la parte dolorida. Ahora veo que Dios me mandó ese dolor, para salvarme la vida. Ciertamente, sus caminos son maravillosos.” Trad, por E. Pauwels De la Reviste “Blyde Boodschap." Trad, por K P. Pauwels.