37^4 la voz. ' alguna que la reforma de que nos Ocupamos, ni debe ser propuesta á la augusta cámara, ni vuestra soberanía aprobarla sin lacerar la constitución y con ella el corazón de la inmensa mayoría de los mexicanos. Se-trata, Señor, de aumentar nuestra escasa población comparada com Ja vasta ostensión de nuestro , territorio, que cercenado en. una mitad aun es de mucha magnitud, y de que los dilatados desiertos y baldíos se conviertan en terrenos cultivados, que con su riqueza contribuyan al engrandecimiento y prosperidad dé la nación, y á sacarla del estado de postración á que una serie de éstravíos y desgracias la ha conducido? pero desgraciadamente algunos de los medios propuestos no son de los mas conducentes y adecuados. Tal 'es en sentir de todos los hombres ilustrados y sensatos de que por fortuna no carece la nación, el de introducir indistintamente en nuestro suelo estran-geros, sea cual fuere su religión: son muy obvias las reflecsiones que este medio presenta á primer golpe de vista. El es eminentemente impolítico y peligroso; nadie puede asegurar que en él desgraciado evento de que loS’dignós representantes de M nación aprobasen el proyecto citado, forzados acaso por las ecsigéncias de los'partidarios dé la tolerancia de cultos (ó 'llámese libertad de conciencia)^ que' con amaños, con razones' especiosas logran persua- , dirlés la necésidád dé un sacrificio para evitar mayores matéis; no hay quien püédá asegurar, repetimos,' que el decreto 6 léy fuese llanamente obedecido y pásasé sin oposición: este riesgo sériá inevitable, porque lacerada la constitución eh uno de los principios proclamados inmutables, perdería su respetabilidad, su ecsfstencia misma, y los altos’poderes que.hubiesen intervenido en la formación y sanción de la ley, no sostendrían la suya sino muy pocos momentos más. Dado caso que por la fuerza mantuviesen algún tiempo los puestos, vulnerada la ley. fundamental por ellos mismos, ó mas bien dicho, suicidados políticamente por sus propias manos, ¿tendrían el vigor competente para sobreponerse al torrente revolucionario mal apagado entre nosotros, y salvar á la nación de la mas horrorosa anarquía, y esto en los momentos en que asoman Síntomas de destrucción en el seno de esta desgraciada sociedad, como son la guerra de castas, que inundando en sangre la península dé Yucatan, amaga eh Otros varios puntos de la República; la pretensión á maño armada de formar una República independiente llamada de la Sierfa-Madte, y otras tan descabelladas y absurdas como reprobadas? Vuestra sobefariía considere.por un momento que aglomerar mas combustibles ,en esta maíapti^da hoguera, no es cordura. Nadie puede asegurar que por la insubsistencia'dé" nuestros gobiernos y la perenne falta de fondos en el erario nacional, deje de haber defecto por nuestra parte en los contratos con colonizadores éstrangerósf qtié'esta falta de cumplimiento de Obligaciones contraidas los disguste, y de ello tómen pretestos para alzarse cómo los pérfidos téjanos, con la añadidura dé qúñviendo una constitución que para el fin de introducirlos en el suelo mexicano fué hollada, ningún respeto les queda que guardarle, y aprovecharán la ocasión de convertirse en revolucionarios, ya uniéndose á los pretendientes dé la República de la Sierra, ya á los promovedores de la guerra de castas, ya á cualquiera otros conspiradores. Nadie puede asegurar que una vez disgustados por. cualquiera pretesto verdadero ó aparente, poniendo en juego el disimulo y la falsedad, valiéndose de las relaciones que dejan en las naciones de su procedencia, se proporcionen recursos, ya de ellas mismas, ya de otras, para fomentar los partidos políticos del pais, la guerra de castas