Página 2 EL MENSAJERO El Santuario del Hogar DOS NAVIDADES (Colaboración de S. D. Athans) ¿Dos Navidades? Pero, dirán mis lectores, no hay más que una. Cierto es que no hay más que tina pero en nuestra querida Patria, al sur del Río Grande, un observador no versado en el asunto, pudiera creer que eran dos fiestas distintas, la que celebran los Católicos Romanos y la que celebran los Evangélicos en estos días. A-quellos con mucho aparato, dramatizan los más pequeños detalles que han llegado por la tradición más fantástica a través de la neblina de los sirios; detalles que muchas veces llegan a lo absurdo y aún a lo ridículo por haberse apartado tan lejos del sencillo relato oue se encuentra en las Sagradas Escrituras acerca de aquel nacimiento humilde del Salvador del mundo. Con sus famosas “posadas *, sus fiestas de deleites carnales, sus bailes que muchas veces terminan en nleitos. y, lamentamos decirlo, sus borracheras, hacen todo menos honrar el nombre de Aquel que nos vino a enseñar la pureza de vida. Han hecho lo que los padres de lesús cuando éste tenía doce años, lo han perdido, y viene siendo su Navidad una Navidad sin Jesús. Un escritor evangélico, quejándose amargamente de la falta del verdadero espíritu de la Navidad en nuestra Patria, dito: “Como pa-»a siempre, con motivo de la Noche Buena, pudimos leer en los periódicos y magazines muy buenos artículos, bellos, debemos decir, impecables, juzgados desde el punto de vista de la mera literatura, pu$s no cabe duda que tenemos muy buenos escritores y poetas, pero... ¡esto pero siempre! todo lo que leimos, tan vago, tan frío; hermosos giros, bellas comparaciones, térmi nos y frases saturados de poesía, pero nada más; ¡palabras, palabras, palabras! “Y así tiene que ser, puesto que escriben hombres que no tienen de Jesús el concepto verdadero como el Hijo de Dios; emplean la frase pero carece de toda significación y espíritu; hablan de Belén y del canto de los ángeles, pero este canto no despierta en sus corazones más que una pasajera impresión; no hay vida espiritual en sus expresiones, no hay esa fuerza del idealismo cristiano con que escriben hombres de convicc'ón que tienen en sus almas un altar de fe y de amor para Jesús como el Redentor. “Estamos cercados por el catolicismo, el ambiente en que vivimos pretende ser religioso, y sin embargo fuera del regocijo familiar, del ruido y del pasatiempo con motivo de la Navidad en las famosas “posadas que se celebran en las casas, por parte de la Iglesia Católica, así como por parte de la prensa católica, no pasamos de ver simples manifestaciones frías y enteramente superficiales con motivo de la temporada, lo oue no sucede cuando llega la ocasión de celebrar a la Gua-dalupana o a los santos patrones de cada religión*'. Verdaderamente han dejado a Cristo fuera de su Navidad como lo han deiado fuera de su religión y fuera de sus vidas y fuera de sus pensamientos. Ya llegamos a eso. Ya tenemos frusto en dejar descripción tan sombría y hablar de una Navidad en donde sí se acuerda de Cristo v le honran debidamente. Por todo México hay grupos, pequeños por cierto en algunas regiones, pero más numeroso en otras, que han recibido la gloriosa luz del Evangelio, cu vos corazones son altares vivos donde se adora el verdadero cristo, y éstos se regocijan en honrar su Nombre siempre y más especialmente en este tiempo de la Navidad. Para aquél que anda en la refulgente luz de la Estrella de Belén; para El que ha oído el verdadero mensaje de buena voluntad; para El que ha recibido el Don inefable, no hay mejor manera de celebrar la Navidad que dar el mensaje a otros, que proclamar la Buena Nueva y eso es lo que procuran hacer los evangélicos en sus sencillas fiestas de Norte a Sur en todo México. No habrá tanto aparato, no habrá tanto drama, no habrá tanto lujo; pero en cambio cada frase de cada recitación, de cada canto, y de cada diálogo está cergada del mensaje de Cristo; Cristo que nació en un pesebre. Cristo que vino a salvarnos; Cristo que se dió al mundo porque nos ama; Cristo que está en gloria preparándonos un lugar. Todo lo demás tema segundo lugar; los ángeles, los pastores, los magos, la estrella, aún su buena madre María; Cristo es el centro de todo. Casi siempre durante el programa de la Navidad los predicadores aprovechan la oportunidad de dar un mensaje acerca de Cristo y aún hemos visto almas acudir a la invitación de aceptar a Cristo en una fiesta de Navidad! Cuántas veces hemos visto a los niños evangélicos invitando a sus a-miguitos y a sus conocidos a su fiesta de Navidad con el objeto de a-traerlos a Cristo y muchas veces por medio de esta bella oportunidad oue se ofrece en la celebración de la Navidad, se logra lo que no se ha podido lograr por medio de o-tros esfuerzos. Hay muchas personas oue ahora gozan de la luz del Evangelio que oueden testificar que la primera vez que oyeron el Evan-(Pasa a la página 6)