EL ATENEO — REVISTA ESTUDIANTIL 19 ba por quién sabe que ansiado milagro. En aquellas ocasiones solía mirarla desde la puerta de la Sacristía, y cuando su paso menudo se perdía en la iglesia, yo corría a encerrarme aquí mismo, en mi alcoba, y para aturdirme bebía, bebía, bebía hasta dormirme borracho.... Y mi mal seguía creciendo, devorando, destruyendo, mis entrañas, lentamente, pero implacable....como destruye la carcoma los robles más duros.... Ella también estaba enferma; sus ojos se volvían cada vez más perezosos, y el zafir de sus ojeras se volvía más hondo; y sus miradas más frías y más fervorosa la oración de la Capilla del Cristo Agonizante. Y más largos sus besos en mis dedos, cuando se acercaba a no tomar la Comunión. Un día ¡Dios míol-Gimió el sacerdote-palideciendo más ¡¡Cómo me duele el recuerdo!! un día entró en la iglesia toda ves» tida de blanco, con su velo de novia y coronada de azhar. Ün joven más o menos de mi edad, de porte distinguido, la traía blandamente sujeta por un brazo. Quedé de mis ojos y por eso instantáneamente la busqué en su reclinatorio: no estaba. Volví a mirarla. Entonces me abru mó la idea de que la divina se marchaba para siempre de mi vida. Su traje de novia en mi iglesia indicaba una eterna despedida. Lo comprendí y, al comprenderlo, sentí que algo muy hondo, se hundía más en mi interior. Como dos sombras muy lejanas, ví sus dos cabezas inclinarse mientras ellos se arrodillaban junto a mí. Después, a la Con sagración, ella levantó hasta mí la oblicuidad fosfórica, fría e inquietante de sus ojos exóticos, de sus ojos brumosos de sueca. ¡Oh. sus ojos gloriosos impenetrables a fuerza de niebla.! Aquella mañana se habían intensificado y eran casi líquidos de tanto ser húmedos. La miré ardientemente, comprensivamente, la bendije con los ojos y con los labios; pero, en aquel instante en que hube de preguntarle si era su voluntad seguir al hombre que le ofrecía su nombre, desconocí mi voz. Ella no respondió nada, o fue que su voz no llegó hasta mi oído. ¿Porqué el milagro divino de su voz me fué negado hasta en la suprema despedida? Tampoco entonces tomó la hostia____y, bajo su velo de desposada, su beso fué más tibio...y más hondo....Hace tres años que se filé, y no he vuelto a verla... Y no he podido olvidarla....más, ahora, sé que ha de venir, y mientras ella no llegue no puedo morir porque la estoy esperando.... Se quedó en silencio, como extático, con las manos piadosamente enlazadas, y los ojos perdidos en una imagen lejana...... (continuará) -EL - LOCO-__ ¡Vedlo! Camina gesticulando solo, con paso vacilante, con los ojos desorbitados, la barba hirsuta y llena del polvo del camino, y la enmarañada cabellera al aire. Si, es el loco, el loco de la aldea, Juan amores, como irónicamente le gritan los chiquillos al pasar... ¡Qué sabe el vulgo de su tragedia! ¡Qué sabe de aquella su pálida virgen de azules ojos y rubia cabellera, de labios rojos y cuerpo cimbreante que todas las tardes, cuando empurpuraba el sol el occidente lo esperaba temblando de pasión a la orilla del verde tajo! Sí, de aquella mujer que llenara de música y de alegría el escabroso camino de su vida sola, sin madre, sin hermanos, sin amigos, y que una tarde, ya hace mucho, se fugara de la pobre cabaña con el hijo del alcalde del pueblo......y allí, junto al verde tajo, un hombre se quedó triste, solitario, esperando en vano la vuelta de la amada.... Pasa a la página 22