Lecsió» XIII. HERALDOS DEL REY Mmfxo 31 de 1829. BOSQUEJO DE LA LECCION QUERIDOS niños, vamos hoy a estudiar una de las más preciosas lecciones que jamás hemos estudiado. La resurrección de nuestro Señor es para nosotros una prueba segura de que también resucitaremos con él, si con todo nuestro corazón lo hemos aceptado como a nuestro Salvador personal. También es una seguridad gloriosa de nuestra redención por su sacrificio, esto es, del perdón de nuestros pecados por los merecimientos de su muerte. El primer día de la semana, o sea el domingo, resucitó nuestro Señor. Las primeras que recibieron las nuevas de este glorioso acontecimiento fueron un grupo de mujeres piadosas que, vinieron muy de mañana al sepulcro, siendo aún obscuro, con el fin de arreglar el cuerpo del Señor Jesús con drogas a-romáticas. Cuando llegaron al sepulcro encontraron que la piedra había sido quitada y los guardas no estaban allí. Se asomaron llenas de temor y encontraron que el cuerpo del Señor no estaba allí y los lienzos y el sudario estaban a un lado. Las mujeres no podían explicarse lo que había sucedido, pero repentinamente estaban de pie junto a ellas, dos varones con vestiduras resplandecientes, diciéndoles: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado.” También los ángeles les recordaron a las mujeres lo que Jesús les había dicho acerca de sus padecimientos, muerte y resurrección. Llenas de gozo regresaron presurosas María Magdalena, Juana, María madre de Santiago y otras mujeres para dar las gratas nuevas a los once apóstoles. Éstos no creyeron a las mujeres; así que, Pedm y Juan corrieron al sepulcro. Como Pedro entró vió el lugar vacío y los lienzos y el sudario echados a un lado. ¡Qué gratv es pensar, niños míos, en un Cristo que vive y que tiene poder sobre la muerte! Y es más aún saber que ese Cristo vivo y poderoso es nuestro Salvador y que ha ido al Padre para preparar moradas para todos los que lo aman. ¿Recuerdan los niños que cuando el Señor estaba próximo para partir de este mundo, viendo la tristeza de sus discípulos les