£1 ABANDERADO.......... (Viene de la Pag. 5) Nos ¿espedimos con un abrazo y me dijo mi tata: —Ten cuidado muchacho, porque sé que los gringas vienen para la capital por este rumbo. Si te topas con alguno, pos no le hace que se manche tu uniforme, pero hazlo que coma la tierra de los me-xicatio:. Al estar en mi cama ya solo, abrí la cajita quo me mandaba la Chelo y vi su retrato. Estaba tai chula como una reina con sus trenzas y su rebozo. También me mandaba un listón y un recadito con palabras más dulces que la miel de mi tata. Hoy 12 de Septiembre de 1847, a las 6 de la mañana nos reunieron en el patio. Se dió orden terminante de no abandonar el Colegio por ningún motivo, y se nos asignaron puestos de combate. Des puéft el General Monterde, Director del Colegio; con paLibras que nunca había oído, nos llamó al sacrificio por nuestra patria, nos llamó soldados, nos dijo héroes y finalmente casi llorando nos llamó hijos. En med'o del mayor silencio, la escolta desfiló frente a los cadetes, y nuevamente sentí que mi corazón brincaba en mi pecho y sentía ganas do P.aa.' o no só qué. El abanderado Juan de la Barrera, subió solo a h forre del asta, y con movimientos solemnes izó Le Bandera Nacional. ¡Cómo sentía envidia de Jurt! ¡Cómo me gustaría ser vo e! abanderado, para que ledos me vieran en lo alto de la torre, y más que eso, para acariciar la bandera entre mis mane?’ Después del desayuno se oyeron los primeros depares en el bosque. Casi al mismo tiempo una hevia de cañoneo cayó sobre todo el edificio, cí j;::.*;*o graves daños materiales y no pocas bajas. El General Bravo defendía el flanco sur del boseji», pero ya retrocedía al empuje de las fuerzas enemigas. Santa Ana prometió reforzar al Gral. Bravo, pero no lo hizo. Como a las 11 de la mañana, iínlavia la granizada de balas caía sobre nuestro edificio cuando el Batallón de San Blás al mando chf Coronel Xicoténcatl fue a reforzar a Bravo por t.í.-as horas solamente, porque luego Santa Ana ordenó su retiro, dejando desguarnecido el bosque y al General Bravo- Atardeció y con la noche vino la calma; el fuoga délos cánones enemigos se suspendió, y nos dedicónos a buscar los heridos y reparar los dañes edificio con vigas, madera y escombros. 1:1 día 13 de Septiembre se abrió nuevamente el fuego sobre el castillo, #*'ta vez con más furor y certe.'.:i, dado que el enemigo estaba próximo. Las fuerzas ue Bravo se batían en retirada hasta plegarse en ei propio edificio, Tardíamente acudió el Batallen de San Blas con el Coronel Santiago Kicoténcatl a la defensa del castillo, porque cas? en su totalidad fueron muertos por el enemigo. Ya que en el edificio se libraba la lucha cuerpo a cuerpo. Por los pasillos y corredores se hacían disparos a mansalva y estaba ya por caer en manos enemigas el último reducto que defendíamos lo; alumnos. En medio de la confusión vi que un soldado norteamericano corría » la torre donde ondeaba la bandera, y como tigre sjtó de ni trinchera tras él. No oía nada, te "r me e.a indiferente. Crucé el patio y corrí al bastión. —Si te topas con alguno , no le hace que te roitnr.fces el uniforme . . . había dicho mi tata. Al pió de la torre se libraba feroz combate. £t ías escaleras del caracol el Teniente Juan de la Barrera, luchaba con un soldado extranjero, cu-fcripiido con su cuerpo la subida a la torre. Cayó el soldado at.avczado por ¡a bayo..ct¿ del aaaridora-¿o, pero ya otros dos soldados le atacaban. Con cuánto orgullo grité ¡Aguanta abanderado, voy a ayudarte! Olvidando mis 17 años, corrí a1 encuentro de un soldado y clavé con furia mi bayoneta en su pecho, otro más cayó al disparo de mí arma y un tercero recibió un golpe con la cantonera. Estaba ya cerca de la torre, y sin embargo me parecía una enorme distancia. Seguía gritando: j Aguanta Juan! ÍAguanta! Pero llegué tarde . . . ya el abanderado caía pasado de lado a lado por la espada de un oficial-Grifé como una fiera y dando un salto caí al lado del soldado, y hundí con furia el cuchillo de monte en la garganta del oficia!, que se desplomó a mis pie::. f.o que a continuación pasó, fue tan rápido qve apenas recuerdo: muchos soldados acudían a h tsrre y a su .-1r»*