Mirón, para no citar más que esas cuatro estrellas de primera magnitud. , . El genio, Sr. doctor, tiene por característica eterna la rebeldía, que le obliga a salirse de la fila, a buscar nuevos derroteros o encabezar vastos movimientos colectivos, empresas todas que jamás acabaron los “genios" americanos de que nos habla Ud.: Longfellow trajo, cuando más, el vino viejo en odres nuevas” de que habló antaño el poeta; Edgar Ellan Poe, espiritualmente no es americano sino francés, como producto de aquella evolución literaria que comienza en 1830 y se cierra con la generación de Baudelaire y Lecomte de L Isle- y en cuanto a Whitman, por mas que hago no acierto a encontrarle tampoco los atributos del genio Y conste que, adrede, afronte desde luego la comparación con los tres mas altos representantes de la poesía inglesa de América, pues no valia la pena de librar la batalla contra escritores de segunda categoría que, como Washington Irving, no alcanzarían a conquistar mayor calificativo que el de “estimables.” Lo que hay de cierto, y el no tenerlo en consideración es lo que ha extraviado a hombre tan inteligente y culto como el Dr. Ccrna, es que mientras los escritores , americanos tienen a su servicio un idioma y un pueblo de reputación e importancia internacional, los escritores hispanoamericanos por razon del idioma y del país en que han florecido, casi nunca logran traspasar los limites de su patria. Pero yo aseguro al Dr. Gema que otra sería nuestra condición si en vez de serlo en español y en México, en Lima o en Bogotá, se editara el pensamiento americano en New York y en inglés. , . Substráigase el Dr. Cerna al influjo que bobre él y sobre otros muchos ejerce el prestigio del idioma y del pueblo, y no le costará trabajo convencerse de que en toda la obra literaria y científica del pueblo americano. no hay. poemas como Tabaré ni Polo ni monumentos de arquitectura ligiiística, como el Diccionario de Regímenes de Cuervo, o de Derecho In-ternácional, como el de Calvo. Agregaré todavía los nombres de Ricardo Palma. Julio Flores, José Marti, Amado Ñervo, Luis G. Urbina, Rafael Delgado. Raúl López, Federico Gamboa, Francisco Bulnes. y cien máá que podría yo sumar a estos y a la ilustre falange de mexicanos catalogada por Garcia Naranjo en su Nota, por donde vera el Dr. Cerna cómo es verdad que podemos victoriosamente afrontar la comparación con este pais y que hay para consolarse de tantas tristezas que nos oprimen el alma. Y nótese al paso que nuestro desenvolvimiento intelectual se ha realizado en condiciones lamentables, sin lectores que paguen el trabajo mental sin comunicaciones que lleven las producciones de nuestra cultura a los útlimos extremos del mundo, con un idioma que jamás tuvo poder mundial de difusión, no obstante ser divina mente expresivo, con masas de analfabetas, de salvajes casi, como base de la población y cayéndonos de miseria y acosados perpetuamente por el des potismo o la anarquía. Ahora, piense el Dr. Cerna qué no habríamos hecho con una gran nacionalidad, con cien millones de lectores que pagan yen medio a las bendiciones de una paz que, con solo un paréntesis de cuatro años, lleva más de un siglo de cumplir su obra bienhe-chora en este país. X X X Abrigo la esperanza de que leyendo los conceptos anteriores, no se pondrá en duda que el humildísimo concepto que tengo de la literatura americana, es obra de nuá convicción documentada y no del odio, como supone el Dr. Cerna: puedo garantizar que mis odios no suelen tener exterio-rizaciones tan inofensivas como “Cocina y Literatura.” Pero si así/no fuera, tampoco me pesaría. Epodio es santo, ha escrito Zola, y yo pienso que nunca antes de ahora pudo santificarse con tanta razón, erigiéndole altares en los corazones de lo que, gracias a la perfidia americana, ya casi no tenemos Pa tria! QUERIDO MOHENO. New Orleans, La. Oct. 17 de 1915. Ha Satnira reBignartón be Nrrkrr Anécdotas de personajes célebres (Escrito especialmente para “Revista Mexicana," por el Dr. David Gema. Para los individuos capaces, para los individuos útiles, el anchuroso campo de la actividad humana permanece siempre abierto Para los demás, este globo en que vivimos es, como dijera Hamlet, un estéril promontorio;” y “este aire que respiramos este inmenso tul, este ma-gestuoso pabellón que luz febea alumbra,’ todo, todo, tan sólo de va pores una congregación podrida y pestilente.” . „. Jacques Necker era oriundo de Ginebra. A semejanza de otros jóvenes de provincia, de ilusiones llenos pero con la mirada arriba, siempre arriba, Necker habíase trasladado a París en busca de fortuna. ¿Qué había llevado consigo a aquella Capital de los ensueños, el aldeano suizo? Un corazón sencillo, buena salud, grandes esperanzas, y en los bolsillos veinte francos en plata: nada más. No tardó en conseguir colocación; la de portero, en un Banco. En corto tiempo, sin embargo, gracias a su buen comportamiento, a su constancia en el más que satisfactorio desempeño de su humilde oficio, Necker fué elevado, sin solicitarlo, a la categoría de escribiente confidencial. Cierto dia recibióse en la casa ban-caria una carta de extraordinaria importancia, en la cual el corresponsal pedia una cantidad de dinero en calidad de préstamo, y daba detalles con respecto a un negocio de finanzas algo compFcado e nque se trataba de interesar al Banco. Monsieur Vernet, presidente de la Institución, se encontraba ausente. Con tal motivo el joven Necker atrevióse a hacer un estudio analítico y sintético de la proposición del corresponsal. Formuló .su plan con profusión de detalles; computó las probables pérdidas y ganancias, teniendo en cuenta todos los pros y todos los contras del problema financiero que se le presentaba; y por fin, perfeccionó sus cálculos, cálculos qrc favorecían los intereses de la negociación. A su regreso, Vernet encontró sobre su escritorio, entre otros documentos pendientes de estudio y reso^ lución. el bien preparado .trabajo del joven Necker, v la recomendación de éste a efecto de que fuera hecha la operación pronyetsa por el corresponsal, sin vacilación alguna. Necker fué llamado a la presencia de su jefe. _____“Parece que conocé’s todo lo concerniente al ramo bancario. Tal fi'é la observación sarcastica que hiciera Vernet. enterado ya del trabaio de su escribiente c0«flde""“!' —“Si, señor, lo conozco replico con toda entereza el futuro financiero. „ _____“Pues sabéis demasiado,, repuso Vernet mostrando profundo desa grado. “Por tanto, os voy a colocar en vuestro antiguo puesto de portero". Sin pronunciar palabra alguna en tono de queja, y sin inmutarse siquiera. Necker escuchó, sereno, la disposición de su iracundo jefe, quedando conforme con el inesperado cambio, cambio de regresjón en su carrera inicial como hombre de negocios. Cualquier otro individuo (de esos que, a pesar de su talento, tan solo se distinguen por su estrechez de criterio, y a lo mejor se hunden para no levantarse más), herido en su amor propio, habría enunciado desde luego, separándose de su empleo, para después quejarse de su mala suerte, y prorrumpir en mutiles lamcntacio nes. lamentaciones que casi siempre sólo conducen al desasare. En efecto, ¡cuantos hay que, en su desesperación, en su falta de pe -severancia. maldicen o sencillamente abandonan a la diosa Fortuna cuando ésta, en realidad, se encuentra punto de sonreirles! He ahí a Coriolano que pudo haber vencido a Roma, pero que ml'"e en el destierro por ceder a un sen . timentalismo extraviado (?) eu mo mentos verdaderamente solemne» para ^realización de sus ideales .deale» oue quizás habrían traído, a el gloria ^‘provecho personal y mayor gran-deza aún a la Ciudad Eterna. Ahí a Catón, el filósofa-politico, oue después de hager leído la Inmortalidad del Alma, de Platón, se suui- (Pasa a la última).