DE LA RELIGION 299 á aquel ante quien tiemblan las columnas del cielo;.está .persuadido de que será el blanco dé los tiros dé esos J^aS&t^^^éfficiáles é ignorantes, que se precian de ilustrar al pueblo, cuando no hacen otra cosa que corromperlo y vendarle los ojos para que no vea el abismd^á'qnelo arrastran con sus perniciosas mácsimas; ya oye-ei Ayuntamiento los e^eií^á^/anáíico é iluso con que lo regalarán los despreocupudos, que por un íavoi^tepecial de la Providencia no están al frente de la administración, y rayos .titf^jjpr jo mismo no harán todo el mal que aquellos quisieran: esto y algo mas e^aiáieLAyunta- ' miento de Puebla, y si no hace mérito alguno al resignarse á-suffirlq, es porque ve con el desprecio que se merece á esa chusma de dedaBUídóres^ confiesa que hace gustoso el verdadero sacrificio de su amor propio, presentando á vuestra soberanía un ocurso tan defectuoso, que por lo desordenado*deMtiS;-; conceptos y lo incorrecto de sus frases, va á merecer tan justamente la criti- .7. ca de los literatos; pero al reclamar su indulgencia cree conveniente advertir, ‘ que ha sido formado con la mayor precipitación, eñ los momentos de concluir ' su misión los que lo suscriben, y en medio de otra multitud de negocios urgentísimos que ha tenido necesidad de dejar arreglados, antes de bajar de los puestos á que los elevara el bondadoso sufragio de sus comitentes. Prescinda, pues, vuestra soberanía de esas faltas, y dígnese obsequiar los deseos del Ayuntamiento, de Puebla:/ él ,hace suyas las éspósiciones que de todos los puntos de la República se han elevado á. vuestra sobera nía, rogándole que no permita se- introduzca en México la tolerancia de cultos; él adop-/ ta sus sólidos raciocinios, sus juiciosos alegatos, y él avanzarla hasta pedir que se prohibiese espresamente la discusión por la prensa de tan delicado asunto, si no tuviera el carácter respetable de proyecto de ley, porque estp ? hace necesaria hasta cierto punto aquella discusión. La de la cámara no se abrirá hasta que llegue el plazo que ha fijado la constitución para la de sus reformas, y esto también habia obligado al Ayuntamiento'á no mover sus lá-bios; pero al ver que á pesar de eso lo están haciendo los de los pueblos del Estado, y sobre todo, advirtiendo que su silencio se interpretaba ya como una aquiescencia, se decidió á romperlo, dando así una satisfacción-á sus comitentes y haciéndoles ver, que si el Ayuntamiento de 1848 nó pudo, á pesar de sus esfuerzos, llenar cumplidamente las obligaciones de su cargo, no olvido la mas sagrada de todas, la defensa de la Religion divina que adoran sus representados. ■.<< Sala capitular de Puebla, Diciembre 31 de 1848.—Señor.—José María, de Guadalupe Parou.—Juan E. de Uriárte, alcalde primero.—Líe. Manuel Ignacio Loaiza, alcalde segundo'.—Jbic..Mariano Flores Alatorre, alcalde tercero.—Rafael Ramirez, alcalde cuarto.—Joaquin-Nuñez, regidor decano.— José Ignacio de Abaróa.—José María Carreto.—Ladislao Blazquez.—Simon José de Aguirre.—Francisco Blanco.—Mariano de Vergara y Apomír. —José Vicente Olivares —Joaquin Enciso,—Manuel Moran.—Eduardo Valverde.—José María Salazar y Venegas.—José María Manzano.—-Lie. Manuel Diaz, síndico primero.—Lie. Migiiel Cástulo de Alatriste, síndico segundo.—Manuel .4. y Covarrubias, secretario. .