TOPICOS DEL DIA / Un señor que se llama Rolando, y que enjugar de ser paladín de Garlo-Magno, es siervo de don Venustiano, acaba de dar en Nueva York la noticia sensacionalísima de que Rafael ¿ubarán Capmany va con rumbo a Alemania a comprar unos submarinos. ¡Era lo único que le faltaba a Carranza! < " Ya tiene las barbas de VohTírpitz: ahora quieré > los submarinos. —¿Y por qué no se le habrá ocurrido comprar también una media docena de Zeppelines? —Y don Venus responde,: —Porque los “Zeppelines" son globos repletos de humo, y como yo soy “lo mismo” tengo miedo de que nos hagamos mutua competencia. Un cronista de la Capital de la República dice que la Revolución ha servido entre otras cosas para que se den a conocer con relativa facilidad muchos escritores jóvenes, que en los pasados tiempos habrían cruzado por un verdaderoJ calvario para llegar a ser leídos por el -público. El cronista tiene razón. Ausentes de México, Díaz Mirón, Ñervo, Urbina, Tablada, y demás escritores de valer, cualquiera puede alentar ahora la pretensión de ser .elegido de las Musas. Si un movimiento convulsivo arrojase de España a Pérez Caldos, a Benave.nte, a Marquina, a Blasco Ibáñez, a Azorín y demás escritores de fuste, los inbéciles tendrían la más brillante oportunidad para florecer. * ♦ * El General Scott llegó a Washington y descubrió el resultado de las conferencias con Obregón. /Este se resistió a firmar el compromiso, pero lo estipuló verbalmente. En otras palabras tiró la piedra y escondió.....la firma. Y bien. No es fácil engañar a un sociedad con el artificio burdo de escatimar una firma. Los tratados verbales de Ciudad Juárez acarrearon a su autor la misma responsabilidad que le trajeran si los hubiera firmado. Mas aún. Porque al resistirse a calzarlos con su nombre, reveló que su conciencia lo estaba acusando, y no tuvo ni siquiera el valor de arrostrar la responsabilidad. Y cuando en política no se atreve alguien a sostener sus hechos, lo único que hace es condenarse públicamente por sus obras. * ♦ * El señor Eulalio Velázquez, director de “El Popular" de Kingsville, fue aprehendido por las autoridades norte-americanas, que lo juzgan complicado con las últimas incursiones, revolucionarias en los Estados de Texas y Nuevo México. Tenemos la seguridad de que el señor Velázquez probará su inocencia pronto, y las autoridades de este país acabarán por convencerse de que las mencionadas incursiones son hechas por bandidos, que no teniendo ya que robar en México vienen a robar a Estados Unidos. ¿Qué filiación tienen esos bandidos? Carrancistas, villistas, zapatistas, etc., etc. Son los mismos, los mismos, los mismos. La prensa de México comunica ta rrotTCTa iie haberse fundado una “Junta de Honor” entre los Profesores de educación del Distrito Federal, cuyo objeto será indudablemente discernirle honores a don Venustiano y demás caudillos del Preconstitucionalismo. No tenderá a co.nservar el sentimiento del “honor” porque eso fue expulsado de los campos carrancistas, desde hace mucho tiempo, por “reaccionario” y “traidor.” ♦ ♦ ♦ Un abogado carrancista que se llama Douglas,—lo mismo que la población de Arizona—llegó a esta ciudad, después de un viaje accidentado en un tren ferrocarrilero que fue asaltado por los zapatistas en la estación de González. Interrogado sobre las condiciones de México, contestó coiíi la mayor naturalidad del mundo qué la situación era normal, y que salvo dos o tres cosillas insignificantes, las cosas marchaban perfectamente. ¿Y el asalto al tren? Enteramente normal. I * * * Los maquinistas de los ferrocarriles constituciona-listas, acaban de decretar un huelga general, en tanto que no se les conceda un aumento general en los salarios, en moneda de valor efectivo. La huelga amenaza desarrollarse entre todos los trabajadores del Ferrocarril. Don Venustiano Carranza se propone mantenerse firme en los salarios antiguos y probablemente decrete un castigo ¿para los ferrocarrileros contagiados de reacción y coyoteria. .¡Ganan veinte pesps diarios! ¿Qué más quieren? EL cambio está a centavo y medio; pero ¿quien los mete a cambiar? La coyoteria, la coyoteria: ¡he allí, al enemigo! * * * El General don Salvador Mercado ha escrito un folleto, en el cual inculpa de la mayor parte de sus desastres militares a Jos señores generales Victoriano Huerta y Pascual Orozco. Aunque el General Mercado dice que hizo todo lo posible por publicar su obra cuando aquéllos vivían, no consiguió su objeto; la elaboración de las Vioventa páginas fue tan trabajosa, que no pudieron ver la luz pública sino después de que los dos principales interesados habían desaparecido. Creemos que el folleto va a producir alguna sensa7 ción, tanto por las revelaciones que hace, como por las polémicas que sin duda provocará.