REVISTA EVANGELICA 131 os digo, que si tuviereis fe, no dedareis, no sólo haréis esto le la higuera: mas si a este aonte dijereis: Quítate y échate n la mar, será hecho. Y todo lo ■e pidiereis en oración, creyen-1, lo recibiréis” (Mateo 21:19-K. Marcos nos dice (11:22), que timero les dijo a sus discípulos: tened fe en Dios.” ^He aquí el secreto de nuestro jtltc en el reino de Dios. Una Visión más Amplia En el Antiguo Testamento telemos, entre muchos otros, un arácter muy noble. El relato se ncuentra en I. de Crónicas 4:9, 0, y es como sigue: “Y Jabes ue más ilustre que sus hermanos il cual su madre llamó Jabes, liciendo: Por cuanto lo parí en lolor. E invocó Jabes al Dios de srael, diciendo: ¡Oh, si me dieras •endición, y ensancharas mi tér-nino, y si tu mano fuera con-nigo, y me libraras del mal, que io me dañe! E hizo Dios que le iniese lo que pidió." Jabes, hijo de dolor, fue más lustre que sus hermanos; cierta-nente tuvo nobles aspiraciones, iues en su oración pidió la bendi-ión y protección de Dios. Deseó iue el Señor ensanchara su tér-nino, o su visión. Es un razgo de nobleza de ca-ácter desear sinceramente que )ios extienda nuestro término, ds límites de nuestra visión, para |ue seamos más útiles en su ser-icio. Recuerdo haber oído una vez a un gran ministro del Evangelio relatar su experiencia. Nació en un rancho y asistió a la escuela allí. Joven todavía, fue convertido y se identificó con la iglesia bautista. Dijo que al principio tuvo mucho interés en la obra de su propia iglesia, y que trabajó y contribuyó para su prosperidad; pero cuando levantaban alguna colecta para las misiones sostenidas por la Asociación a la cual pertenecia su iglesia, no quiso dar nada, porque le faltaba ese ensanchamiento necesario para ver más allá de los “términos” de su iglesia. Pero al fin asistió a una reunión de la Asociación, y pudo comprender que la obra llevada a efecto por ella era buena y merecedora de su óbolo, y con gran entusiasmo comenzó a trabajar en pro de la obra misionera de su Asociación. Pero no quiso dar ni un centavo para las misiones en todo el Estado. Mas se reunió la Convención del Estado en una ciudad cerca de donde vivía y asistió a sus sesiones. Se ensanchó su visión y se entusiasmó mucho por las misiones de esta gran Convención de tal manera que pudo contribuir y trabajar para su obra misionera. Pero cambiaron pastores, y el nuevo comenzó a presentar las misiones demésticas, o las de la denominación en todo el país, y las misiones foráneas, pero al principio no quiso ayudar con sus ofertas; mas Dios ensanchó su visión otra vez, bajo la predi-