EL TIEMPO POR EL DOCTOR MANUEL FLORES Al tiempo se le achaca todo sin que tenga la culpa de nada. Es él, según el vulgo, el que marchita las flores, el que corroe las enemas, el que deseca o pudre los frutos. No hay delito contra la propiedad, contra la belleza o contra la vida, de que no se le acuse y de que no sea inocente. Sus detractores le atribuyen que hace del monumento la ruina: de la juventud y de la belleza, la vejez y la fealdad; de la salud, la enfermedad, y de la lozanía y la frescura, la podredumbre. Es él quien ha desalmenado el viejo y orgulloso torreón, quien ha sobrepuesto a la vetustez de la piedra el parasitismo de la yedra. Del león vigoroso y temible ha hecho el león leproso, digno de las coces del asno: ha transformado al genio en idiota; al ágil en impotente; en inerte al laborioso. Gracias a él, la Tierra de Promisión es hoy el desiertc: ahí donde cabrilleaba el oleaje,’ hoy se yergue la accidentada cordillera, y donde florecía la Atlándida, ahora hierve la espuma. Más aún; si existen los astros: si más allá de los últimos linderos del espacio se han formado sistemas planetarios: si masas primitivamente inconsistentes y etéreas son hoy, tal vez. mundos en los que luchan y evolucionan humanidades acaso superiores a la nuestra, en cantidad y en calidad, es el Tiempo el eterno culpa- ¡ESCUCHE, MIRE, LEA USTED! ¡¡ESTO LE INTERESA!! Si es usted delgado de Cara. Brazos. Cuello, etc., use.la maravillosa Crema de K. S' V. DEVELOPING CREAM. Usando nuestra ya afamada Crema,—GARANTIZAMOS QUE DESARROLLA CUALQUIER PARTE RAQUITICA DEL CUERPO, de tma nrm-nera asombrosa, por más delgada que ésta se encuentre. PRUEBELA, USELA Y SE CONVENCERA. MANDE USTED POR ELLA HOY MISMO. Le mandamos tres frascos de a ♦ 1 50, por $ 4 00, o tres frascos de H 00 por 12 50. - DEPT. B. -- Frascos de H- 00 y f 1. 50 libres de más gastos. Dirija sus órdenes a: K. W. MEG. CO. BOX 101. STA. A. SAN ANTONIO, TEX. if Mi w ■ A"' ■ * C^ - >- _ t Sil ble, el causante de todas esas grandezas, y también de todas esas miserias. De arriba a abajo, de un lado a! otro, del zenit al nadir de la existencia y de la Naturaleza, el Tiempo parece gobernarlo todo, decretarlo todo, desde la condensación en astros de la nebulosa primitiva, hasta la procreación en microbios de las moléculas indivisibles, y desde los cataclismos cósmicos, hasta las corrosiones de la polilla. Con el Tiempo se derrumban imperios, desaparecen las civilizaciones, se hunden las montañas y surgen loa Océanos. Con el Tiempo, Mentis, Nínive, Babilonia, se sepultan bajo los aluviones; las selvas antidiluvianas se transforman en mantos carboníferos profundos, y lo que eran robles y encinos corpulentos, frondas exuberantes y raíces poderosas e in-vasoras se transforman en blocks negruzcos y escuetos de Jiulla y de turba. El Tiempo es todo y no es nada. Destila los asfaltos y hace de ellos esencias: comprime las arenas movedizas y las petrifica en rocas indestructibles; de las osamentas sepultadas de las caravanas hace fuegos fatuos; los que fueron hombres, son ya gusaneras, y tanto es su poder y su audacia ¡anta, que acabará por apagar los soles y gxtinguir los astros. El Tiempo es dueño de todo y amo de todo. Saturno se conformaba con devorar a sus propios hijos; el Tiempo acabará por devorarnos a todos, a nosotros, a nuestros hijos, a las mujeres de nuestros hijos, y a todo cuanto de existente y de vividero encierra la creación.