a RKO&NKRACION. - Los soiiSHS io la Diclato Nuestro pueblo es apto para la Democracia Los hechos son irrefutables: no admiten réplicas, no toleran dudas, y se imponen despiadadamente sobre toáoslos razonamientos y sobre todas las negaciones. La Dictadura del Qral Díaz es un hecho generalmente Reconocido y negado sólo por algunos aduladores cretinos que con un empecinamiento tan grande como su imbecilidad, se empeñan en sostener el constitucionalismo del actual Gobierno. Para tales cretinos el público tiene uea sonrisa de lástima 6 de desprecio. Las afirmaciones rotundas de queen México reina la democracia, solo pueden considerarse como el producto de una lamentable ceguedad ó de una desvergüenza inaudita. De todos liiodos, están muy lejos de aprovechar al Gobierno que las inspira y que las paga. Los menos torpes de lo* que por salario defienden al Dictador, han comprendido que ya no pueden elogiarlo, presentándolo como gobernante demócrata, y han resuelto no negar el hecho patente de la Dictadura, sino coufesarlo y justificarlo. La tarea es ardua, y superior á las fuerzas de los lacayos intelectnale> del Autócrata; pero es la que eso* sámente el Gral. Díaz se sublevó lacayos necesitan hacer si no quie- contra Lerdo, porque consideró que ren que la Dictadura sucumba sin este ilustre ciudadano no era bas-defensa ante las acusaciones de la opinión pública. Cuando la Dictadura se inició, fué fácil desmentir á los que comenzaron á señalarla. Los primeros actos tiránicos no afectaron ante todas las conciencias la fama del Gobierno, y los aduladores pudieron, con cierta naturalidad, preconizar por algún tiempo el republicanismo déla administración porfirista. Pero tras currieron los años, sin que la situación política se modificara; las reelecciones se sucedieron hasta llegar á un número alarmante; el sufragio llegó á no ser practicado por un solo ciudadano; los actos electorales des cendieron á la categoría de recuerdo hiatórico; el pueblo fué alejado por la fuerza de la palestra cívica, y en la conciencia nacional, que contemplaba el desastre de la democracia, se levantó una interrogación tremenda que difícilmente . habría de contestar la Dictadura. Ya entonces no fué posible, 6 cuando menos prudente, sostener el constitucionalismo del Gobierno. Los intelectuales puestos al servicio déla tiranía, no recayeron ya en el ea un sarcasmo horrible que hace absurdo de negarla: buscaron para ella justificaciones y disculpas. Sólo algunos idiotas de solemnidad continuaran proclamando que vivíamos en plena democracia, y hoy siguen sosteniendo su aberración con la terquedad estúpida de los ebrios. El hecho se había impuesto, y los menos torpes de los aduladores tuvieron que aceptarlo. Confesaron paladinamente que la Dictadura e xlstía, pero agregaron que la Dictadura era benéfica; convinieron en que el Gral. Díaz era un tirano; pero juraron que era nu tirano bueno. Dijeron que nuestro pueblo no era apto para, la democracia y que necesitaba ser educado para que supiera hacer uso de sus libertades y atribuyeron al Oral. Díaz el papel de educador de los mexicanos. Examinados esos razonamientos A la luz del sentido común, ¿que queda de ellos? No abundan en estos tiempos los imbéciles que creen en la bondad de de los tiranos» La civilización y las enseñanzas de la historia han estereotipado en todos los cerebros humanos el axioma de que todas las tiranías son malas, y tal axioma no había de ser destruido por la sola a-fi fin ación de un eunuco. Decir, además, que la Dictadura del Gral. Díaz educa y prepara al pueblo para la democracia, es el mayor de los absurdos. ¿Quién puede admitir que una tiranía eduque al pueblo para la libertad? ¿Quién puede creer que los buenos ciudadanos se forman en la escuela de la abyección? ¿Donde está el ejemplo del pueblo que se haya salvado por la opresión en vez de salvarse por la libertad? La Francia de la Gran Revolución, con sus descamisados, derrotaba á las huestes de los monarcas extranjeros, y la Francia de Napoleón el Pequeño, con sus Ejércitos, sucumbía vergonzosamente ante las bayonetas prusianas. Bs que la Francia de los descamisados era libre, mientras que la Francia de los Ejércitos napoleónicos estaba encadenada. Si en México para algo nos ha preparado el Gral Díaz, ha sido para un desastre. ¡ Mentira que el Dictador eduque! Los pueblos no se educan con tiranos, como las escuelas no se dirigen con capatacees. Las hecatombes y las cárceles, las mordazas y las bayonetas, los crí menes y las brutalidades, no educan sino aterrorizan; no forman ciudadanos, sino eunucos, y lejos de fortalecer á los pueblos, los debilitan y los corrompen. La ineptitud de los mexicanos para !a democracia,—dicen los serviles,—justifica y hace necesaria la Dictadura del Gral Díaz. El argumento es menguado. Si nuestra pueblo no es apto para la democracia, ¿como la practicaba bajo los honrados Gobiernos de Juárez y Lerdo de Tejada? Preci- tante demócrata para ser digno de estar al frente de nuestra nación. El Oral. Diaz quería más democracia y consideraba exceptional's las aptitudes cívicas del pueblo, que hoy niega para disculpar su despotismo. Es extraño que el Autócrata no hubiera reconocido nuestra decantada ^ineptitud, sino hasta que se hubo encaramado á la Silla Presidencial. Este reconocimiento de última hora, es casi chusco, y sirve cuando menos para desmentir la sa gacidad que se le atribuye al Dictador, ya qu* al hacer su revolución no se había dado cuenta de la fatuo» sa ineptitud. Si la conocía, y á pesar de ello obró como todos sabemos, fué un falsario digno de loa mayores anatema*. Por lo demás, poca fuerza puede tener la afirmación de que somos ineptos para la libertad» lanzada en las actualesdrcunstancias. Llegar al Poder pasando sobre los cadáveres de los compatriotas; imponerse por la fuerza sobre un pueblo; engañarlo, diezmarlo, encadenarlo, y proclamar en seguida que ese pueblo no es apto para la democracia. más adiosa á la tiranía, lejos de disculparla.' El asesino que después de sacrificar á un ser inerme, lo declarara inepto para la vida, no se ría visto con menos repugnancia que los miserables que calumnian al pueblo para defender el despotismo. También es curioso que el Gral. Díaz, y no otro, haya sido quien calificara nuestra cacareada ineptitud ciudadana. ¿Quién es Porfirio Díaz para calificarnos, y lo que es peor, para aplicarnos su odiosa Dictadura como salvación de no sabemos qué males? No es un infalible ni muchos menos es nuestro dueño. Es sencillamente un tira* no que pretende el imposiblede justificar su opresión. Contra los que vociferan que el pueblo mexicano es inepto para las prácticas democráticas, tenemos algo más convincente que todas las argumentaciones: los hechos. En Coahuila y en Oaxaca estamos presenciando una resurrección grandiosa del civismo Allí los ciudadanos han probado tener conciencia de sus derechos y han verificado elecciones con envidiable corrección. No han sido ellos, sinolas autoridades, las que han cometido infracciones, las que han desconocido la ley y las que no han estado á la altura de la democracia. Y ai bajo la misma tiranía, que todo lo atropella y todo lo ultraja, ha sido apto el pueblo para obrar democráticamente. ¿como no lo será cuando viva al amparo de un Gobierno honrado que respete al ciudadano y le garantice el ejercicio de sus inviolables prerrogativas? Los sofismas que esgrimen los la cayos en definís* de la Dictadura. no resisten el más ligero análisis, y una vez destruido*, solo quedan de la argumentación de lo* serviles, dos afirmaciones que despojadas de lodo adorno retórico, vienen á significar estos dos hechos innegable*: que en México existe una Dictadura y que Porfirio Díaz es un tirano. LO QUE DICE “THE GAZETTE.” De un artículo de «The San Antonio Gazette» traducimos los siguientes párrafos no ya como una de tantas muestras de la opinión de la prensa extranjera respecto al ti- Juárez! ¡Vívala Constitución! ¡Mus- — - . ra el Papa! ¡Muera el Clero! ¡Muera "rano Díaz, sino para dar las gracias por los favorables conceptos con que se juzga nuestra publicación. Dice maDif6,taclone., el d^dlrhad. Ine el articulo: «REGENERACION es pretor Apostólico ordenó á »u cochean periódico sosteuidp por el part ro queee lanzara á toda velocidad, lo un periódico sosteuidp por el part do liberal y las clases más inteligen- quy füé Cua«duj>asab* el tes del pueblo mexicano, y su mi- T d’i < . i r . 7 «La Palma» »e escuchó entre la multi- sion es combatir al actual gobierno expectante un sordo murmullo tiránico de nuestra República her- ¡ que Serafini, en su aturdió.lento, tomó mana. El periódico fué antes pu- por halagadora aclsmación. Agrá-blicado en la ciudad de México, pero se suprimió más tarde y los cd>* , dec.do el Inspector decidió obsequiar al pueb’ocon una generosa bendición, puso rostro beatifico, levantó la me-toree fueron encarcelados y sus pro- , no derechS| comer,IÓ 6 m81canar )e. piedades confiscadas por orden del tlnajos y.tuvo que detenerse azo- gobierno. Lo* editores uua vez li- * rado, porque déla masa del pueblo á brea, vinieron á Texas, y aquí, “_archab^Q .e*ía” lucha por la noble causa ha conti nuado con nuevo vigor. «Como es perfectomente sabido, el bendiciones! y otros por el estilo Presidente Díaz y el Gobernador Reyes de Nuevo León tienen uHj bien organizado sistema de espías \) de asesinos alquilados, no solo ertj Arsobispal, donde lo esperaba un» México sino también en Texas, y bien preparada mesa. Ya se disponía los movimientos de los liberales me- Seraflui á buscar conduelo en las bu» xicanos aquí, ban sido vigilados culenta. vianda, y en el chenpagne, muy de cerca poniéndoseles etl su i =uwdo el Arsobis,-o y otro, cretino. . \ . .. . le regaron que, antes de comenzar el camino todo obstáculo posible. banquete, saliera al balcón i dar .u «REGENERACION tiene una bendición al pueblo. El infeliz que, n al parecer, estaba famélldo, y que no ¡) olv.daba loque le había pasado, ee t rehusaba á salir; pero tanto le roga- circulación de 10.000 ejemplares en México y ha venido á ser una espV na para el déspota que impera eu aquella infortunada tierra. Díaz ron sus compinche» y tale» seguridades ludieron de que los ¡muerasI no está, por consiguiente, empleando se Repetirían, que al fin se presentó eu todo los medios posibles, legítimos el balcón El último chasco tuvo lu-ó infames, pero lamayor parte infa- «“• Uo» rechifla formidable saludó mes, para suprimir REGENERACION aun en este país.» Un pueblo liberal Serafín! silbado El famoso Inspector Apostólico Domingo Serafini, que fué á México á hurgar en loe arcenes del clero católi co y á arrancar á la frailería aórdlda el óbolo que voluntariamente no enviaba al Papa; el Inspector Apostólico, al que los curas y loe beatos han agasajado, recibió en Guadalajara una buena lección del pueblo. El pueblo mexicano, no obstante eue por veintiocho años ha estado á merced del clero y de la tiraiía, ama y recuerda siempre la gloriosa Reforma, y á recae tiene desbordamientos que hacen sospechar el poco airoeo que desempeñarán las sotanas, cuando la Dictadura clerical imperaste ce da su puesto á un régimen